miércoles, 8 de enero de 2014

Pinturas y grabados rupestres de Arroyo de los Frailes o Letras de los Moros, Villamuelas

Volvemos a la búsqueda de enclaves de sacralidad ancestral y lo hacemos, de nuevo, gracias a la Guía Mágica La Mesa de Ocaña de Antonio Martín Asperilla. Junto al conocido como Arroyo de los Frailes, afluente del río Algodor, muy cerca del Embalse de El Castro -topónimo que como siempre puede constituir una pista en relación a antiguos poblamientos o huellas humanas de lejano pasado-, existe un conjunto de pinturas y grabados rupestres conocidos por el nombre de Arroyo de los Frailes y, principalmente, por los lugareños, como Letras de los Moros, que son el motivo de nuestra ficha de hoy. Tal y como bien afirma Antonio Martín Asperilla en el propio texto de la guía, son totalmente desconocidos, a falta de la comprobación de la carta arqueológica del lugar; así, rastreando por la red, no he podido encontrar ninguna mención más que la propia y excelente descripción de Antonio en su obra. Tuvo como cicerone a un señor -Bernabé García- oriundo de Villamuelas, municipio en el que se encuentran estos grabados y pinturas, que le dio a conocer este enclave y otros más de los alrededores, y al que tras 30 años sin visitarlos le extrañó ver menos pinturas que las que recordaba, en un fenómeno que, como bien dice Antonio, se viene produciendo en más de una estación rupestre de este tipo, lo que nos hace pensar en la aceleración que se está produciendo en el deterioro de enclaves de este tipo en las últimas décadas, seguramente debido a la incidencia del hombre a través de la contaminación atmosférica, aunque está por comprobar o demostrar la causa de dicho efecto.
A falta de un estudio se desconoce el origen y datación de estas manifestaciones, pero, a buen seguro, constituyen una especie de santuario de tiempos bien lejanos.

Bernabé García mostrando los grabados. Guía Mágica La Mesa de Ocaña.

*Fuente: Guía Mágica La Mesa de Ocaña, Antonio Martín Asperilla

...a los pies del arroyo encontraremos unas curiosas pinturas y grabados rupestres, los viejos las llaman las Letras de los Moros, y es que la caligrafía recuerda mucho a las letras de origen musulmán. Bernabé, al contemplarlas después de unos 30 años de haberlas visto por última vez se quedó extrañado, pues recordaba que había más letras y más legibles. Esto no me sorprendió, pues escucho el mismo comentario en numerosos enclaves de pinturas rupestres de nuestro país, es que algo ha cambiado en la composición química de nuestro aire, lluvia o atmósfera que en las últimas décadas está atacando de forma voraz a estas preciosas reliquias.
Como curiosidad comentar que las citadas pinturas son tan desconocidas tanto para eruditos con los que he hablado como para la gente de la calle, puede que sean incluso un nuevo descubrimiento para el mundo académico. Falta de ver la carta arqueológica de la zona para asegurarlo.
Seguramente este enclave sea un santuario religioso antiguo, mucho más antiguo que la llegada del Islam a la península, aunque éstos a lo mejor lo utilizaron, ejemplos hay muchos en toda España. Las pinturas y grabados al lado de un arroyo -recuérdese que el agua es elemento madre- son claros indicativos de la sacralidad ancestral de un lugar. Las letras en cuestión no sé decir de qué época datan, o si los supuestos grabados en forma de flecha y tridente son tales grabados o grietas naturales, de lo que sí que esto seguro es de la magia que se respira en este lugar. Un paraje con una naturaleza exuberante, mucho más parecida a la de los Montes de Toledo que a la de la Mesa de Ocaña; tomillo, encinas y hojarasca, y piedra cubierta de líquenes recubren todo este lugar, intacto desde épocas pretéritas.




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