Una vez más nos acercamos a Galicia, una de las tierras peninsulares que quizás más número de manifestaciones en forma de tradiciones y leyendas haya conservado. El gran Leite de Vasconcelos recogió una curiosa tradición practicada al cruzar el río Miño, a la altura del concello de Arbo, que bien pudiera ser una reminiscencia de esos cultos ancestrales relacionados con el agua. El más emblemático de los ríos gallegos fue morada para feiticeiras, xarcos e, incluso, hombres-pez, personajes mitológicos propios del acervo cultural gallego, además de curiosas leyendas como la que hoy recogemos.
El río Miño a su paso por Arbo
*Fuente: Alfredo Orte, rutasyleyendas.com
Leite de Vasconcelos apunta que esta superstición o creencias en relación a las corrientes fluviales ha permanecido viva en el inconsciente colectivo de buena parte de la fachada atlántica; así las personas que cruzaban el río Miño por la pedanía gallega de Arbo, debían llevar una piedra en la boca para no hablar mientras lo cruzaban, pues era bien sabido que “falar provocaría a saída de espíritos sobrenaturais, habitadores da água”.
miércoles, 29 de febrero de 2012
martes, 28 de febrero de 2012
La Lápida de Uxo, Uxo-Mieres
Hoy queremos hacernos eco del teónimo Ninmedo Assediago. Éste ha sido documentado a través de una inscripción latina del siglo II d. C. en Uxo -o Ujo- una parroquia del concejo de Mieres. La inscripción fue realizada en la conocida como Lápida de Uxo, que se encuentra en el Museo Arqueológico de Asturias. En este teónimo compuesto destaca el término Ninmedo, que ha sido relacionado por los estudiosos con la palabra Nemeton o Nemeto, tan documentada en distintos lugares del mundo celta, e incluso hace poco hicimos mención a una antigua ciudad astur conocida como Nemetóbriga, que como se puede ver tiene su origen también en este palabra y que muchos autores sitúan en el municipio orensano de A Pobra de Trives.
*Fuente: Alberto Álvarez Peña, fusionasturias.com
En Asturies tenemos la lápida descubierta en Uxo (Mieres), hallada tras la casa rectoral y dedicada a Ninmedo Assediago. Dicha lápida, datable en el siglo II de nuestra era dice así:
Ninmedo Assediago
G. Sulpicius
Africanus V.S.L.M.
...puede traducirse como “A Ninmedo Assediago, Gayo Sulpicio Africano ofreció libremente su voto por el favor recibido”. Assediago presenta el radical indoeuropeo “SED” que podría indicar “sedente”. En cuanto a “Ninmedo” ya dijimos que proviene del céltico “Nemeton” que provendría a su vez de lugar sagrado y morada de los dioses, que más tarde también daría en latín “Nemus” (bosque sagrado) que también encontraremos en Nemedus Augustus en la Cueva de la Griega, en Pedraza (Segovia) dentro del área celtibérica.
Uxo
*Fuente: Alberto Álvarez Peña, fusionasturias.com
En Asturies tenemos la lápida descubierta en Uxo (Mieres), hallada tras la casa rectoral y dedicada a Ninmedo Assediago. Dicha lápida, datable en el siglo II de nuestra era dice así:
Ninmedo Assediago
G. Sulpicius
Africanus V.S.L.M.
...puede traducirse como “A Ninmedo Assediago, Gayo Sulpicio Africano ofreció libremente su voto por el favor recibido”. Assediago presenta el radical indoeuropeo “SED” que podría indicar “sedente”. En cuanto a “Ninmedo” ya dijimos que proviene del céltico “Nemeton” que provendría a su vez de lugar sagrado y morada de los dioses, que más tarde también daría en latín “Nemus” (bosque sagrado) que también encontraremos en Nemedus Augustus en la Cueva de la Griega, en Pedraza (Segovia) dentro del área celtibérica.
Uxo
lunes, 27 de febrero de 2012
El Santuario de Diana de Segóbriga, Saelices
Hoy retomamos el blog para hablar de nuestras pesquisas realizadas ayer mismo ante la joya, tristemente muy deteriorada, del Santuario de Diana, en las cercanías de las ruinas de la antigua Segóbriga. El templo se encuentra en un monte, principalmente de encinas y otras especies del género quercus, no lejano a lo que fue la antigua ciudad celtíbera, romana y visigoda, en la otra orilla del río Cigüela, en una finca conocida como Cortijo Pilar. No daremos más pistas, aunque sí diremos que pasear hasta este relive esculpido en la roca caliza propia de aquellos parajes, adentrándose en un monte con el que se especula bien pudo ser sagrado para los propios celtíberos, a través de lo que fue la calzada que unía Segóbriga con Carthago Nova, fue una experiencia inolvidable. En este monte se pueden contemplar las antiguas canteras -conocidas como de Los Rostros, cuyo motivo de su denominación pudimos comprobar con una cabeza de pequeño tamaño esculpida en la pared de una de ellas- de donde, según te cuentan en las visitas guiadas de Segóbriga, se sacó gran parte de la piedra con la que fue construida la ciudad romana.
Monte donde se halla el santuario visto desde Segóbriga
El relieve nos recordó en gran medida, aunque peor conservado y de menor tamaño, al templo de Diana de Cenicientos, también tallado en una piedra al aire libre. Tanto uno como otro, por su sutileza y recogimiento, dan la impresión de ser más un voto particular a la diosa que no un lugar de culto colectivo, por lo que resulta complicado deducir qué dimensiones cultuales pudieron tener durante su periodo de vigencia como elemento religioso. Centrándonos únicamente ya en nuestro templo a Diana protagonista de hoy, diremos que se compone de cuatro escenas, aunque parece adivinarse hacia la izquierda una quinta. Sólo en una de ellas -salvo la figura de un can en otra- se conserva, aunque de manera bastante deteriorada, la escena más o menos completa. Se trata de una figura humana rodeada de perros que parece estar sacando de su carcaj una flecha. Rápidamente, y así se refleja en el texto explicativo de la réplica de este relieve existente en el Museo de Segóbriga, identificamos dicha figura con de la diosa Diana, como diosa de la caza, a la que estaba consagrado dicho santuario. Pero gracias a una brillante conclusión de nuestro buen amigo Pedro, y debido a que esta escena parecía ocupar un papel menor ante la huella de la escena de su derecha -izquierda para el observador- llegamos a la conclusión de que la figura de la propia Diana bien pudo estar en dicho espacio en el que a día de hoy ya no queda nada, pasando a divagar los allí presentes con la posibilidad de que la figura, aún conservada, bien podría corresponderse con un desafortunado personaje mitológico, el cazador Acteón, el cual se encontraba con sus perros mientras trataba de cazar, esos mismos que posteriormente serían sus verdugos. También pudiera ser que fuera la representación de un supuesto oferente, un cazador que rindiera honores a la diosa de la caza.
En la parte superior, el relieve del Santuario de Diana. En la parte inferior, la réplica del Museo de Segóbriga
Queda abierto, por tanto, el debate, en cuanto a determinar si dicha figura se corresponde con una figura femenina o, sin embargo, fuera masculina. Un debate que gracias a una interesantísima fuente aportada por Eugenio, otro buen amigo también protagonisma en nuestra aventura de ayer, puede hacer difícil que la conclusión de Pedro pueda ser rebatida, pues esta fuente aporta una prueba muy sólida. En un trabajo de 1999 de Jorge Maier, con la colaboración de Luz Cardito, para la Comisión de Antigüedades de la Academia de la Historia, se encuentra un dibujo, del Templo de Diana de Segóbriga, de 1790 de un tal Juan Antonio Fernández donde se representan cuatro escenas: dos de ellas femeninas y dos masculinas. Pues bien, únicamente las masculinas son representadas con perros y las dos femeninas, que ocuparían la primera escena de la derecha y la segunda de la izquierda, aparecen sin estar rodeadas de canes. La existente en la actualidad parece corresponderse con la segunda de la derecha, y ésta es una figura masculina, por lo que sería quizás conveniente que los propios gestores del Museo trataran de cuestionar la propia postura tomada al respecto, la cual queda patente en el siguiente texto que os traemos como fuente. Terminaré diciendo que destacan también una serie de inscripciones latinas sobre la roca, donde una de ellas se encuentra en bastante buen estado de conservación.
Ilustración y texto de Juan Antonio Fernández. 1790.
*Fuente: cartel explicativo del Museo de Segóbriga sobre el relieve del Santuario de Diana de Segóbriga:
A unos 500 metros, al suroeste del cerro sobre el que se asienta la ciudad de Segóbriga y al otro lado del río Gigüela, se sitúa el Templo de Diana, uno de los monumentos más interesantes y famosos de esta ciudad, descubierto en el siglo XVI. Este lugar fue en la antigüedad un lucus o bosque sagrado, conservado todavía en el entorno boscoso de Segóbriga, del que formaría parte el monumento rupestre, denominado Santuario de Diana. Conserva un conjunto de cinco paneles, cada uno de ellos con tres espacios. El central y mejor conservado ofrece una representación en bajorrelieve de la diosa cazadora rodeada de sus perros, debajo una inscripción dedicada a ella centro de un recuadro y en su parte superior un tímpano en forma de templo.
Monte donde se halla el santuario visto desde Segóbriga
El relieve nos recordó en gran medida, aunque peor conservado y de menor tamaño, al templo de Diana de Cenicientos, también tallado en una piedra al aire libre. Tanto uno como otro, por su sutileza y recogimiento, dan la impresión de ser más un voto particular a la diosa que no un lugar de culto colectivo, por lo que resulta complicado deducir qué dimensiones cultuales pudieron tener durante su periodo de vigencia como elemento religioso. Centrándonos únicamente ya en nuestro templo a Diana protagonista de hoy, diremos que se compone de cuatro escenas, aunque parece adivinarse hacia la izquierda una quinta. Sólo en una de ellas -salvo la figura de un can en otra- se conserva, aunque de manera bastante deteriorada, la escena más o menos completa. Se trata de una figura humana rodeada de perros que parece estar sacando de su carcaj una flecha. Rápidamente, y así se refleja en el texto explicativo de la réplica de este relieve existente en el Museo de Segóbriga, identificamos dicha figura con de la diosa Diana, como diosa de la caza, a la que estaba consagrado dicho santuario. Pero gracias a una brillante conclusión de nuestro buen amigo Pedro, y debido a que esta escena parecía ocupar un papel menor ante la huella de la escena de su derecha -izquierda para el observador- llegamos a la conclusión de que la figura de la propia Diana bien pudo estar en dicho espacio en el que a día de hoy ya no queda nada, pasando a divagar los allí presentes con la posibilidad de que la figura, aún conservada, bien podría corresponderse con un desafortunado personaje mitológico, el cazador Acteón, el cual se encontraba con sus perros mientras trataba de cazar, esos mismos que posteriormente serían sus verdugos. También pudiera ser que fuera la representación de un supuesto oferente, un cazador que rindiera honores a la diosa de la caza.
En la parte superior, el relieve del Santuario de Diana. En la parte inferior, la réplica del Museo de Segóbriga
Queda abierto, por tanto, el debate, en cuanto a determinar si dicha figura se corresponde con una figura femenina o, sin embargo, fuera masculina. Un debate que gracias a una interesantísima fuente aportada por Eugenio, otro buen amigo también protagonisma en nuestra aventura de ayer, puede hacer difícil que la conclusión de Pedro pueda ser rebatida, pues esta fuente aporta una prueba muy sólida. En un trabajo de 1999 de Jorge Maier, con la colaboración de Luz Cardito, para la Comisión de Antigüedades de la Academia de la Historia, se encuentra un dibujo, del Templo de Diana de Segóbriga, de 1790 de un tal Juan Antonio Fernández donde se representan cuatro escenas: dos de ellas femeninas y dos masculinas. Pues bien, únicamente las masculinas son representadas con perros y las dos femeninas, que ocuparían la primera escena de la derecha y la segunda de la izquierda, aparecen sin estar rodeadas de canes. La existente en la actualidad parece corresponderse con la segunda de la derecha, y ésta es una figura masculina, por lo que sería quizás conveniente que los propios gestores del Museo trataran de cuestionar la propia postura tomada al respecto, la cual queda patente en el siguiente texto que os traemos como fuente. Terminaré diciendo que destacan también una serie de inscripciones latinas sobre la roca, donde una de ellas se encuentra en bastante buen estado de conservación.
Ilustración y texto de Juan Antonio Fernández. 1790.
*Fuente: cartel explicativo del Museo de Segóbriga sobre el relieve del Santuario de Diana de Segóbriga:
A unos 500 metros, al suroeste del cerro sobre el que se asienta la ciudad de Segóbriga y al otro lado del río Gigüela, se sitúa el Templo de Diana, uno de los monumentos más interesantes y famosos de esta ciudad, descubierto en el siglo XVI. Este lugar fue en la antigüedad un lucus o bosque sagrado, conservado todavía en el entorno boscoso de Segóbriga, del que formaría parte el monumento rupestre, denominado Santuario de Diana. Conserva un conjunto de cinco paneles, cada uno de ellos con tres espacios. El central y mejor conservado ofrece una representación en bajorrelieve de la diosa cazadora rodeada de sus perros, debajo una inscripción dedicada a ella centro de un recuadro y en su parte superior un tímpano en forma de templo.
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