Volvemos a territorio contestano, en su zona de ocupación más occidental, ya alejados del mar, en la Meseta -donde estuvimos hace tres días en el
Llano de la Consolación-, para hablar de una necrópolis íbera bastante importante, la
Necrópolis de los Villares. El yacimiento se encuentra no lejos de los
Altos de Chichilla de Monte Aragón, población donde se halló el monumento funerario de
Pozo Moro, por lo tanto, nos hallamos en una zona bastante rica en yacimientos arqueológicos, sobre todo dentro del mundo íbero, lo cual no resulta tan extraño si se sabe que por este territorio cruzaba la antigua
vía Heráclea. En esta necrópolis destaca la aparición de importantes piezas escultóricas, que se cree formaban parte de pilares-estela, como la del guerrero a caballo y restos de cerámica de importación procedente de
Grecia, lo cual indica un importante flujo de contacto comercial con el
Mediterráneo, no resultado extraño cuando se sabe que éste, como se ha dicho, era un lugar de paso de la
Vía Heráclea que unía colonias griegas, como
Hemeroscopio -
Denia-, con la
Turdetania. Este flujo comercial, tan elogiado desde siempre por la casi generalidad de los autores, trajo el lamentable hecho de la estratificación social, desigualdad que queda patente en esas tumbas tumulares o "principescas", como son conocidas por el gran tamaño de algunas de ellas.
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Captura del Documental Los Villares: un prototipo de necrópolis ibérica en el sureste peninsular |
*Fuente: Documental Los Villares: un prototipo de necrópolis ibérica en el sureste peninsular. 1987. Universidad Autónoma de Madrid
La necrópolis ibérica de Los Villares de Hoya-Gonzalo ocupa una escasa extensión de terreno, de no más de 100 metros de diámetro. Intencionadamente las gentes ibéricas concentraron en esta pequeña área los enterramientos de sus gentes. Son varios los tipos documentados pero los más frecuentes corresponden a tumbas con estructuras tumulares, asociables a personajes de gran importancia y tumbas de simple hoyo excavado en el suelo, pertenecientes a personas de un estatus inferior, aunque siempre significativo. Estos dos tipos, en unión a enterramientos con pilares-estela, propios también del yacimiento, están reflejando una clara estratificación social típica de la sociedad ibérica.
[...] Cronológicamente -la necrópolis- se utilizó desde finales del siglo VI hasta los inicios del siglo IV a. C. Podemos afirmar que nos encontramos antes la existencia de un prototipo de necrópolis asociable a los pueblos ibéricos del sureste peninsular, las necrópolis con enterramientos tumulares.
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