Hoy nos acercamos a uno de los mitos más conocidos de la mitología clásica, en concreto, de la mitología griega:
Los doce trabajos de Heracles, o
Hércules en su denominación latina, tal y como lo conocemos. El décimo de estos trabajos trajo a este héroe hasta la
Península Ibérica a robar el ganado del gigante
Gerión con el que luchó y al que dio muerte, además de separar los continentes europeo y africano para abrir paso hacia el océano. En conmemoración de este hecho mitológico, cuenta la leyenda, se erigieron las
Columnas de Hércules, una a cada lado del conocido actualmente como
Estrecho de Gibraltar, no siendo otra cosa que la idealización o mitificación de dos montes, uno al sur, en
África, conocido como
Abila, que se dice puede ser el
Monte Hacho en
Ceuta o el
Monte Musa en
Marruecos, y otro al norte, en
Europa, conocido en la antigüedad como
Calpe, que es el
Peñón de Gibraltar.
Este mito, que puso a la
Península Ibérica dentro del acervo cultural heleno a través de su mitología, forma parte de ese conjunto de mitos característicos de distintas civilizaciones de la
Antigüedad que no son otra cosa que la inclusión de unas tierras extrañas dentro de su propio ámbito de influencia. Suponen, por tanto, una invitación a sus propias gentes a aventurarse en la colonización de un determinado territorio al que llegaron con anterioridad sus propios dioses y héroes y, por tanto, pacificaron en cierto modo para ellos. Naturalmente esto únicamente ocurre con aquellas lejanas tierras que esconden algún importante interés, en este caso la gran fama en riquezas minerales que ostentaba la península -el extremo más occidental de la
oikoumene- y su legendario
reino de Tartesos, con lo que a partir de ese momento los griegos comenzaron a llegar a la península y fundar colonias, lo que ya habían comenzado hacer, quizás unos siglos antes, otro pueblo del
Mediterráneo oriental, los fenicios.
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Escultura de "Los Hércules y la Unión del Mundo" de Ginés Serrán en Ceuta. Vista del Peñón de Gibraltar al fondo. Foto de J. Sarrià. |
*Fuente: blog.educastur.es
Las Columnas de Hércules fueron un elemento legendario de origen mitológico, situado en el estrecho de Gibraltar y señalaba el límite del mundo conocido, la última frontera para los antiguos navegantes del Mediterráneo. Los griegos aunque conocían bien el mar Mediterráneo, sus conocimientos sobre el Atlántico ya eran más limitados.El nombre más antiguo es: Estelas de Heracles que luego los romanos cambiaron.
En un arrebato de locura Heracles (Hércules) había matado a sus hijos. Recobrada la razón, el Oráculo de Delfos le había indicado que para purificarse, debería estar al servicio del rey de Tirinto, Euristeo, durante doce años. Habiendo llegado al monarca la fama de los bueyes de Gerión, ser fabuloso que poseía tres cuerpos y que moraba en el Lejano Occidente, y aprovechándose que aún no habían expirado los doce años de servicios, encargó a Heracles que capturase dichos rebaños.
El viaje de ida, antes de llegar a Eriteia (una de las antiguas islas sobre las que actualmente se asienta la ciudad de San Fernando), fue pródigo en aventuras y luchas de todo tipo, hasta el extremo que “para conmemorar sus hazañas fueron elevadas las columnas que llevan su nombre, que separan Europa de África”. Heracles tomó prestada la Copa de Helios para navegar sobre el océano y llegar a la tierra de Gerión. Mató a éste y regresó al reino de Euristeo con el ganado. Fue Hércules quien separó las dos rocas para abrir el camino al océano Atlántico.