Desde aquí, una vez más, queremos gritar a los cuatro vientos que la democracia no viene de la Revolución francesa, ni de las revoluciones liberales o constitucionales que la siguieron, ni de esa sociedad griega con la mayor parte de su población ostentando la condición esclava, ni mucho menos de la antigua república romana, sino que la hemos de encontrar y la hemos tenido hasta no hace mucho tiempo a través de estas asambleas vecinales totalmente horizontales, quedando alguna huella de ello todavía en algunos municipios de menos de cien habitantes, aunque de una forma ya muy desnaturalizada y bajo el control y la vigilancia de la ley estatal. El Tejo de Bermiego es uno de los testigos aún vivos de ello. Desde aquí nuestro humilde homenaje.
Tejo de Bermiego - Autor: Elfo del bosque - Wikipedia |
*Fuente: Regulación, gestión y repoblaciones del monte. Ignacio Abella
En la tradición de la Bretaña francesa sólo debía plantarse un tejo en cada cementerio, pues se decía "este árbol planta una raíz en la boca de cada cadáver" y como una continuación de esta creencia en Gran Bretaña la tradición aseguraba que los tejos de los cementerios susurran y revelan al viento los secretos no dichos en vida por todos aquellos que reposan a sus pies. Es fácil comprender la importancia de un árbol que en un pueblo determinado ha reunido en sí a todos los parientes, vecinos y ancestros durante generaciones, para resumirlos en un solo ser perenne y lleno de savia y vida, casi perpetuo a los ojos de los hombres, de ahí la veneración y los tabúes que a veces prohibían bajo severas penas o maldiciones implícitas, arrancar si quiera una ramita del árbol sagrado.
Se entiende también que se buscara su sombra e inspiración y se establecieran verdaderas dinastías de árboles regentes, a cuyos pies se decidían y se organizaban la vida y los paisajes. Así, las asambleas de vecinos adoptaban en este núcleo sagrado, verdadero cerebro de la comarca circundante, todas las decisiones concernientes al uso de los pastos, la limpieza de los caminos y los montes y la plantación de los bosques que se regulaban mediante leyes y ordenanzas aprobadas al pie de los mismos árboles. Y las ordenanzas obligaban a acudir en días determinados con tres, seis o doce plantones de árboles para repoblar los montes. Esta obligación atañía a todos los vecinos, incluso los señores curas, rezan textualmente algunas de estas viejas ordenanzas.
Se entendía que la creación de los bosques es responsabilidad de todos. No insistiremos mucho más, pese a su importancia, sobre estos santuarios del árbol, tan sólo añadiremos que esta cultura fue tan importante y estuvo tan extendida hasta hace unos pocos años, que resulta asombroso comprobar la ignorancia y el olvido en el que han caído hoy estos centros y sus funciones.
Concejo de Quirós en Asturias |
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