Foto: cuatrocantones.com |
Fuente: Los peregrinos del Camino de Santiago - Juan García Atienza.
Había dos motivos fundamentales e íntimos para encomendarse a los santos y, de manera muy especial, al señor Santiago: los mismos que hay en la actualidad entre los creyentes sinceros. El primero de ellos era reverenciar al santo en cuestión, en tanto que especialísimo intermediario con la Gloria, para obtener determinados favores que beneficiarían a sus devotos con carácter sobrehumano: curaciones, liberaciones, ayudas pecuniarias, cambio radical de las circunstancias existenciales. Del mismo modo, dicen que santa María Magdalena es especialista en preservar de las viruelas; que san Antonio de Padua ayuda a encontrar lo que se ha extraviado; y que san Pancracio, según sus numerosos fieles, que incluso compran sus imágenes en los baratillos callejeros, sigue asegurando en nuestros días da salud y el trabajo". No constituyen más que algunos ejemplos puntuales de una Leyenda Dorada millonaria en santos protectores de los creyentes, aptos para conceder todo tipo de favores y capaces de tender su mano a todas las actividades y profesiones, como hacían en su día los dioses lares y penates de la Antigüedad clásica grecorromana.
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