Pero no es analizar esta cuestión la que nos ocupa hoy, sino que siempre tratamos de rastrear o encontrar, en todo tipo de construcciones, festejos y demás manifestaciones culturales de todas las épocas, reminiscencias de antiguos cultos del pasado lejano. Así, en la Catedral de Cuenca se da un curioso fenómeno que es el que vamos a mencionar aquí, siendo un curioso caso de 'simbiosis' entre la luz solar y un elemento de esta catedral, al modo de las combinaciones que se podían y pueden apreciar, igualmente, entre la luz solar en momentos determinados del año, que no suelen ser casuales, y algunos de los antiguos megalitos peninsulares y de tantos otros lugares del mundo.
En este caso, el momento tampoco es casual, pero se vio desplazado por una reforma acaecida en el templo; así, actualmente, entre todos los 19 y 22 de mayo, al despuntar el día, si amanece despejado, el Sol iluminará el centro de la conocida como Capilla del Transparente, en pleno centro de la girola, pero, anteriormente, el fenómeno se daba durante la fecha del Solsticio de Verano, lo que añadía un elemento simbólico más de claro tinte ancestral, pues ya sabemos que los solsticios son momentos clave en el transcurso de los años, de inicio de nuevas estaciones y periodos, con todo el simbolismo que ello encierra.
Únicamente puntualizar, con respecto a la fuente que aportamos a continuación, que estamos en desacuerdo con la conclusión final que hace el investigador que traemos, pues entendemos que, pese a que sea cierto que tras el Concilio de Trento los templos pasaran a construirse con esa orientación, no creemos que fuera únicamente en relación a las menciones recogidas en la Biblia sobre la luz a las que hace referencia el autor, sino que estamos, claramente, a nuestro modo de ver, ante una herencia de los antiguos cultos astrales, que continuaron, con nuevos tintes o manifestaciones, a través de la religión del cristianismo y que, como hemos apuntado, se venían dando desde la propia Prehistoria.
Foto: José María Rodríguez González - 19/05/2007 - 9:50 h. |
Fuente: José María Rodríguez - vocesdecuenca.com
El que se dé este efecto en el mes de mayo y no el 21 de junio, solsticio de verano, es por la obra llevada a cabo en el siglo XV. Con la ampliación de la girola se movió el óculo por donde penetraba el sol variando el momento del acontecimiento lumínico.
Estos efectos luminosos están unidos a la orientación de los templos, estableciéndose una unión entre el templo y el cosmos. En los templos antiguos, como puede ser el de Ransés II los rayos del sol penetraban por la puerta llegando a los pies de la deidad creando un camino sagrado que conducía a la ciudad divina.
Con la llegada del cristianismo se modificó la entrada en los templos, siendo el Concilio de Trento quien lo modifico en el año 325. ¿Por qué esta modificación? Si consultamos la Biblia nos daremos cuenta que está llena de citas aludiendo a la luz y al sol. Comenzando por el Génesis: ¡Hágase la luz! (Gn.1,3) y continua diciendo: "Dios vió que la luz era buena" (Gn.1,4) y terminando por el Nuevo Testamento que se idéntica la luz con Dios y Jesús afirma: "Yo soy la Luz del mundo, aquel que me siga no andará en las tinieblas, pues tendrá la Luz de la vida" (Jn. 8,12).
Todo ello está contemplado en la teología de la luz. Os invito a ser testigos de este momento importante en un templo construido en el siglo XII-XIII como es el nuestro.
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