El Taraballo en la actualidad ya no se viste con las pieles que antaño - Foto: flickr.com |
Gracias al artículo de José María Domínguez Moreno titulado "La fiesta del lobo en Extremadura", hemos conocido la descripción de El Taraballo de Navaconcejo, que en cierto modo nos recuerda al Jarramplas de Piornal, también en el Valle del Jerte, pues, como a éste, también se le lanzan nabos, además de nueces, en el caso que nos ocupa, e igualmente se celebra coincidiendo con la festividad de San Sebastián, el 20 de febrero. Hay que decir que Las Lupercalias se celebraban en la antigua Roma el 15 de febrero, por lo que existe, prácticamente, una coincidencia de fechas entre ambas. De este modo, podríamos encuadrarlas, más o menos, entre las festividades de mitad de invierno, no muy lejanas, por tanto, a las antiguas celebraciones célticas del Imbolc. En cierto modo, se está tratando de acabar con las fuerzas oscuras del invierno, simbolizadas en El Taraballo con la figura del lobo, y de despertar, por otro lado, la vida y la prosperidad identificadas con la primavera que se avecina.
El Taraballo es un hombre vestido con pieles de animales (aunque en la actualidad se ha prescindido de este ropaje), que antiguamente se sacrificaban para tal fin, el cual, tras asistir a los oficios religiosos en honor de San Sebastián, sincretismo que se produce en otras tantas celebraciones de este tipo, persigue a aquellos que previamente le "apedrean" con nabos y con nueces, como se ha dicho, en un claro rito de fecundidad, pues, por una parte se está tratando de espantar o rechazar a las fuerzas oscuras representadas por esta botarga, pero por otro, las propias nueces y nabos se puede decir que son petición de fecundidad a la Madre Tierra para que ésta despierte y traiga todo su florecimiento con la Primavera en forma de abundantes frutos, entre los que estarían esas nueces y nabos.
El Taraballo es acompañado de un tamborilero, cuyo tambor, debido a los ataques que no sólo sufre el personaje principal, en muchas ocasiones acababa destruido, siendo necesaria la fabricación de uno nuevo que se hacía con piel de perro. Y es aquí donde entra en juego la figura de este otro animal, el perro, el cual, pariente del propio lobo, era el animal doméstico del que se valía el propio ser humano para hacerles frente, por tanto, constituía un elemento protector. Si en Navaconcejo el tambor se hacía con piel de perro, el cual sonaría para espantar a los males, en Las Lupercalias se sacrificaba a un can, encontrandose, por tanto, un paralelismo más entre uno y otro festejo.
Buenas tardes.
ResponderEliminarSoy de Navaconcejo. Me gustaría contactar contigo.
Un saludo