La Huetre enclavada en agrestes montañas - Foto: nuestrasrutasapie.blogspot.com |
*Fuente: APUNTES SOBRE LAS HURDES (Aspectos etnográficos y antropológicos) - Félix Barroso Gutiérrez, Revista de Folklore, nº 106 - año 1989
Otro de los ritos nupciales de Las Jurdes, conservado de modo muy especial en la aldea de La Huetre, pedanía de Los Casares de Las Jurdes, es la costumbre de obligar a los recién casados a que aren un trozo de terreno. El mismo día de la boda, se unce a los novios a un arado, llevándolos a un huerto. Cualquier invitado a la boda puede agarrar la mancera y arar unos surcos, previo pago de una cantidad estipulada. Según el número de surcos que abra, así será la cantidad de dinero que tendrá que entregar a los novios.
La explicación que dan a este rito los propios lugareños es la siguiente: «Apartí de la ayúa pa loh noviuh, lo del arau vieni a sé una comparanza al hombri, y la tierra que se ara es comu si juera la mujé; el yugu quieri dicí la unión que debi reiná pol siempri entri luh dó; y lus surcuh representan loh hijuh u hereeruh que puedi tené esi matrimoniu».
No van muy descaminados en cuanto al significado del rito los jurdanos de La Huetre, pues varios antropólogos han constatado ya que la asimilación del acto generador al trabajo agrícola es una intuición arcaica y muy extendida. Y estas asimilaciones antropotelúricas no han sido posibles más que en civilizaciones que conocían la agricultura y las causas reales de la concepción. Vemos, por ejemplo, cómo a la heroina del Ramayana, Sita, la encontró su padre, Janaka, en el campo mientras labraba, y la llamó Sita, que quiere decir «surco».
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