Foto: Iberia Mágica - 06/09/2015 |
La Ora Marítima de Avieno, obra del siglo IV d. C. basada en el famoso y desaparecido Periplo massaliota, fechado en el siglo VI a. C., una obra, esta última, que describía las rutas marítimas utilizadas por los comerciantes fenicios y tartésicos, afirma: "allá donde declina la luz sideral, emerge altanero el Cabo Cinético, punto extremo de la rica Europa, y entra por las saladas aguas del Océano poblado de monstruos. Se sigue un promontorio, que asusta por sus roquedos, consagrado a Saturno. Hierve el mar encrespado y el litoral rocoso se prolonga extensamente". Parece claro que se está refiriendo al cabo que se creía más occidental del continente, donde la costa doblaba hacia el norte en ese "litoral rocoso" que "se prolonga extensamente". Comprobamos, también, si damos por cierto el dato aportado por la fuente, su consagración al dios Saturno o Kronos. También se dice que en tiempo prerromano estuvo consagrado al dios púnico Baal Hamoon, pero fue Artemidoro quien visitó el lugar y nos contó que éste era un santuario natural donde estaba vedado permanecer en las horas nocturnas, pues se consideraba un lugar frecuentando por dioses y espíritus, además de ser la morada de la propia noche, por ser el extremo occidental del mundo conocido -la oikumene de los griegos- donde el Sol se ponía; allí se hacían libaciones y los devotos volvían a pernoctar a una aldea cercana (¿la actual Sagres?). Ephoros incluso atribuye este santuario a Herakles y Estrabón consideraba todo este tipo de rituales y creencias como costumbres indígenas muy remotas, opinión, a mi criterio, mucho más coherente, pues es muy posible que este enclave fuera un lugar de culto muy antiguo de cynetes e incluso de pueblos más antiguos, a pesar de que posteriormente pudiera ser suplantando por púnicos, helenos y romanos, aunque, hay que decir, que estos últimos solían construir templos en sus lugares de culto y allí nada se ha encontrado por el momento.
Sea como fuere y aunque no sean movidos por las mismas creencias de nuestros antepasados, cientos de personas acuden día tras días, sobre todo en las fechas estivales, a contemplar más de dos mil años después la puesta del Sol en el mismo promontorio en el que los antiguos fieles acudían a rendir pleitesía a los dioses y, seguramente, al propio Sol. Como estos últimos, los actuales visitantes abandonan el promontorio tras la caída de la noche, quedando otra vez para dioses, en forma de soledad, y el farero que, en dicha "esquina" ibérica, cumple su función de dar luz a los navegantes, de la noche oceánica, que por el antiguo Promontorio Sacrum asoman. Tuvimos el privilegio de poder estar hace escasas fechas y grabar un vídeo de dicha puesta de Sol, que a continuación proporcionamos.
Como anécdota, y en conexión con lo apuntado, hemos de decir que Algarve es el nombre actual de la región portuguesa donde se encuentra el Cabo de San Vicente, nombre proveniente de la expresión árabe Al Gharb y que se puede traducir como "tierra por donde se pone el Sol".
Para los antiguos griegos, este debía ser un lugar fantástico, donde la tierra acaba y comienza el mar. Resulta extraño que estuviera consagrado a Saturno en vez de a Neptuno, pues a partir de este promontorio comenzaba su dominio, el océano. Es posible que aquí surgiera ese concepto tan ibérico de Plus Ultra, ¿qué había más allá? ¿qué tenía que ver este lugar con las míticas columnas de Hércules? ¿fue un lugar de culto en el mundo tartésico? ¿imaginaban en Tartesos que su mundo era el fin del mundo? Observando la puesta de sol en este mágico lugar a uno se le vienen infinidad de preguntas.
ResponderEliminarMuy buenas preguntas, Placentino, cuando pisas un lugar como éste, sabes que no estás en un sitio cualquiera, con todo el respeto para cualquier otro lugar de la Tierra, pues ya se sabe que hasta lo que parece feo siempre guarda algún lugar especial o alguna leyenda a través de la cual rastrear algún vestigio; pero el Cabo de San Vicente, ya lo has dicho tú, es un lugar muy inspirador, no es un sitio, sin más, con un bonito promontorio.
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