miércoles, 30 de septiembre de 2015

El rito nupcial del arado, La Huetre-Casares de las Hurdes

Finalizamos el mes extrayendo un par de fichas más del jugoso artículo publicado por Félix Barroso, en 1989, en la Revista de Folklore, el cual ya citamos ayer en relación a los cultos lunares celebrados en Las Hurdes. Hemos encontrado esta interesante referencia a un rito nupcial, el del arado, celebrado principalmente en la alquería de La Huetre, perteneciente al concejo hurdano de Casares de las Hurdes. En este rito se da un precioso paralelismo de fertilidad entre el hombre y la mujer y el arado y la tierra. Esto nos ha recordado, guardando las distancias, a la costumbre existente en la fundación de ciudades romanas, donde, al modo de la mítica fundación romana y siempre que los auspicios sobre la ubicación fueran positivos, se delimitaba con un arado el perímetro de la ciudad, todo ello tras haber abierto, en la parte central del espacio, una fosa circular conocida como mundus, en la que se introducían ofrendas traídas de los lugares de procedencia de los fundadores, buscando, al igual que en el rito nupcial de La Huetre, una vida fecunda para sus futuros moradores y buena fortuna. Se asombra uno de la riqueza antropológica y simbólica que encierra la comarca de Las Hurdes, de la que tanto se habló y no, en la mayoría de los casos, para bien, ignorándose la mayor parte de este gran acervo cultural.

La Huetre enclavada en agrestes montañas - Foto: nuestrasrutasapie.blogspot.com

*Fuente: APUNTES SOBRE LAS HURDES (Aspectos etnográficos y antropológicos) - Félix Barroso Gutiérrez, Revista de Folklore, nº 106 - año 1989

Otro de los ritos nupciales de Las Jurdes, conservado de modo muy especial en la aldea de La Huetre, pedanía de Los Casares de Las Jurdes, es la costumbre de obligar a los recién casados a que aren un trozo de terreno. El mismo día de la boda, se unce a los novios a un arado, llevándolos a un huerto. Cualquier invitado a la boda puede agarrar la mancera y arar unos surcos, previo pago de una cantidad estipulada. Según el número de surcos que abra, así será la cantidad de dinero que tendrá que entregar a los novios.

La explicación que dan a este rito los propios lugareños es la siguiente: «Apartí de la ayúa pa loh noviuh, lo del arau vieni a sé una comparanza al hombri, y la tierra que se ara es comu si juera la mujé; el yugu quieri dicí la unión que debi reiná pol siempri entri luh dó; y lus surcuh representan loh hijuh u hereeruh que puedi tené esi matrimoniu».

No van muy descaminados en cuanto al significado del rito los jurdanos de La Huetre, pues varios antropólogos han constatado ya que la asimilación del acto generador al trabajo agrícola es una intuición arcaica y muy extendida. Y estas asimilaciones antropotelúricas no han sido posibles más que en civilizaciones que conocían la agricultura y las causas reales de la concepción. Vemos, por ejemplo, cómo a la heroina del Ramayana, Sita, la encontró su padre, Janaka, en el campo mientras labraba, y la llamó Sita, que quiere decir «surco».


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