*Fuente: Leyendas del Valle de Soba, Sáinz de Santomil
[...] Cansada la hermana de la cabellera de oro de tal sembradero de inquietudes, aunque siempre inocentes, tras mucho meditar decidió llevar la tranquilidad a los apacibles habitantes de la cañada. Y una noche, mientras dormía su alegre hermana, mediante signos y palabras cabalísticas, la trasladó invisible hacia la naciente del río y allí la sumergió confundida con la roca. Pero como era de noche sin luna, no observó que la larga cabellera argentada quedaba flotando al aire.
Así fue que antes se deslizaba el agua desde la altura plácidamente por la pared del cantil. Y desde aquella noche es la cabellera de plata de la anjana la que llega hasta el fondo, vehículo de las gotas invisibles... Porque no hay que dudar que es de plata pura; pero acontece que para quien va a llenar de ella odres y marmitas, presto se le trueca en agua fresca y transparente. Y ante esta última humorada suena el rumor de la cascada mágica, que no es otra cosa que la anjana, que siempre ríe y ríe.
¡Ya nadie va a por plata a la cascada! ¡ Tesoros encantados, flores de ilusión!
¡ Y ahora estamos en plena tragedia!… Cuando la anjana de áureo cabello pretendió salvar a su hermana de la prisión, acaeció que había olvidado completamente el ritual preciso para ello… Y muy triste, muy triste, marchó por Hornedo hacia Bernavinto, bajo cuyo lago es cierto que existe un palacio maravilloso, donde se guarda monumental biblioteca de libros perdidos o aun no conocidos. Y entre sus sabias páginas va por siglos y siglos la pobre anjana buscando el arcano que torne a su hermana al eterno despertar. Mientras tanto, la cabellera de plata sigue y seguirá con su risa musical, que semeja canción, flotando en la brisa aromada y luciendo con el sol las joyas de sus irisadas policromías.
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