miércoles, 16 de diciembre de 2009

Hércules y la montaña de fuego.

Hoy nos acercamos a la cordillera que une o separa -según se mire- la Península Ibérica con o de Europa. De por medio tenemos al héroe mitológico heleno que los romanos llamaron Hércules y una princesa llamada Pirene, una de las danaides, es decir, hija de Dánao. Como se puede ver, aquí en esta leyenda se le otorgan otras paternidades -la del rey celta Bébryx y la del nieto de Noé, Túbal- por lo que todo se entremezcla y desconocemos el verdadero origen de esta leyenda. Si alguien puede apuntar algo al respecto, le estaríamos agradecidos. En un principio, puede parecer sencillo creer que pudieron ser los propios helenos en sus viajes a la antigua Iberia, donde fundaron colonias como la famosa Ampurias, muy cerca de esta cordillera, los creadores de esta leyenda y que luego los demás pueblos y los años fueron distorsionando algunos de los elementos, derivando en distintas versiones de la misma. Lo que sí está claro, es que tenemos como protagonistas, en cada una de las versiones, al propio Hércules, a la princesa Pirene y a la cordillera pirenaica. Para finalizar, damos cuenta de una teoría más racional sobre el origen etimológico de esta montaña que va desde el Mediterráneo hasta el Cantábrico.

















Dicen las mitologías clásicas que Hércules se dirigía hacia la Península Ibérica, decidido a acabar con el gigante Gerión. Parte de su misión era arrebatarle su ganado, las vacas, los toros, todo…Sin embargo, un acontecimiento le dejaría marcado para siempre. Al pasar por las tierras del rey céltico Bébryx (sitas entre Iberia y la Galia), el héroe quedó prendado de la belleza de la princesa Pirene, hija del citado rey. Una noche que estaba ebrio, Hércules se las ingenió para seducir a la joven. Después siguió su camino abandonándola a su suerte. Aquel trance tuvo sus consecuencias, pues Pirene quedó preñada y al dar a luz nació de sus entrañas una espantosa serpiente. La princesa quedó horrorizada. No sabía qué hacer, así que –según el mito- se dirigió al bosque, llorando desconsolada por su dramática mala fortuna. Cuentan que sus gritos lastimeros atrajeron a los lobos de la zona, que la mataron y devoraron.
Una vez finalizada su misión, en el mar, Hércules regresó al enclave y tuvo conocimiento de todo lo que había ocurrido con Pirene. Buscó lo que quedaba de ella, que no era mucho, y lo enterró bajo piedras para evitar que las alimañas devoraran enteramente los restos de la desgraciada princesa. El relato mitológico afirma que Hércules puso tantas piedras que acumuló una cadena de montañas. Con posterioridad, prendió fuego a todo el entorno, que permaneció ardiendo durante varias semanas. Los griegos que navegaban por la costa contemplaron el ardiente escenario, al que dieron el nombre de Pirineo; es decir, montaña de fuego.
(Guía de la España Encantada)


















Hércules entre las llamas amasando el túmulo de Pirene, obra del artista canario Néstor Martín (1887-1938). Las Palmas de Gran Canaria, Museo Néstor.

La tradición clásica atribuye el nombre a la ninfa Pyrene y al incendio (en griego, pyros es "fuego") de los montes. Según la leyenda Pyrene, hija de Túbal (nieto de Noé), fue pretendida por el gigante Gerión, al que rechazó. Enfurecido por ello Gerión dio muerte a Túbal y persiguió a Pyrene que se escondió en unos montes. Al no encontrarla, el gigante les prendió fuego. Hércules divisó el enorme incendio y acudió a socorrer a Pyrene que ya estaba agonizando y murió en sus brazos. Hércules le construyó este mausoleo que serían los Montes Pirineos. La leyenda puede relacionarse también con la riqueza argentífera de los Pirineos y el término griego para el fuego, puesto que en la Antigüedad se creía que la plata se formaba al fundirse los metales.

Puede tratarse de un topónimo ancestral, traducible echando mano de las raíces lingüísticas iberoeuskéricas.

Pirineos - Pirene os - Irene os - Ilene os.

Viene a significar Montes de la Luna. Ilene viene a ser Luna. En este punto, y a modo de sugerencia, no debe dejarnos de llamar la atención la conexión existente entre el término íbero-vasco ilene y el nombre de elena o irene; quizás no sea descabellado apuntar que en la mitología griega el personaje de Helena represente a la Luna y los aspectos que suele llevar asociados este planeta en todas las creencias humanas.
(Enciclopedia Libre Universal en Español)

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