Extraigo un fragmento de un interesante artículo de la magnífica revista Folklore, en concreto de su número 293, en el que se describen las características de esta festividad en León y pueblos de alrededor.
Torre mudéjar de Fresno de la Vega donde se toca la campana Santa Bárbara - Cavallobos, panoramio.com |
*Fuente: La fiesta de Santa Brígida en León: una celebración invernal preludio de la primavera. Nicolás Bartolomé Pérez. Revista de Folklore, nº 293 - año: 2005
La fiesta del día de Santa Brígida daba comienzo la víspera, es decir el 31 de enero al oscurecer. Durante toda la noche los mozos tocaban las campanas con la función de conjurar a los renuberos. El procedimiento de tocar las campanas con el fin de alejar las tormentas está bien documentado en León y en buena parte de España. La creencia en el poder mágico de las campanas se documenta en muchas comarcas leonesas pero relacionándose en muchos lugares más bien con Santa Bárbara. Por otra parte, la creencia en genios mitológicos de las nubes que provocan las tormentas y dirigen las tempestades, y que en León se denominan renuberos, reñubeiros y renubeiros, ha tenido vigencia en nuestra tierra hasta el siglo XX. Hay quien ha postulado que el renubero leonés, el nubeiro gallego y el nuberu asturiano pueden ser pervivencias folklóricas y degradadas de una antigua deidad de la tormenta y reguladora del tiempo atmosférico. En la fiesta de Santa Brígida leonesa se llevaba a cabo este singular rito de protección de las cosechas frente a la principal calamidad que las amenaza, y por ende la subsistencia de los campesinos, personificado en la figura del renubero. La funcionalidad de este aspecto de la celebración se manifiesta en este punto de manera clara.
Resulta pertinente detenerse en la fecha de celebración de la fiesta, el día 1 de febrero, situada a mitad del invierno y a medio camino entre el solsticio de invierno (21 de diciembre) y el equinoccio de primavera (el 21 de marzo). Como ya vimos, la fiesta de Santa Brígida es la primera celebración del pequeño ciclo festivo de principios de febrero donde se encuentra la Candelaria, San Blas, y las Águedas, y por esas fechas ya se percibe que los días son más largos y que los rigores del invierno se atenúan. Pero el interés de esta fecha va más allá de su significación estacional por el hecho de coincidir esta festividad con la del antiguo festival celta de Imbolc que se cristianizó colocando tal fecha bajo el patronazgo de Santa Brígida.
[...] José Luis Alonso Ponga señala que Santa Brígida es la fiesta de los mozos y corría a cargo de las organizaciones de éstos. A este respecto se hace preciso señalar la importancia que en León han tenido las organizaciones, asociaciones o cofradías de mozos como apuntó Caro Baroja.
El estudio en profundidad de las sociedades de mozos en León y sus posibles precedentes prerromanos está por hacer, a pesar de que el insigne antropólogo Julio Caro Baroja apuntó reiteradamente el interés de dichas organizaciones. Eduardo Peralta ha destacado en diversos trabajos que el origen de este tipo de asociaciones de jóvenes que se mantuvieron con especial fuerza y protagonismo en tierra leonesa hasta el siglo XX, se halla en los männerbünde, cofradías de hombres solteros propias del ámbito indoeuropeo con funciones iniciáticas, guerreras y rituales cuya presencia se mantuvo en la mitología y en el folklore. Durante las fiestas propias del solsticio de invierno estas fratrías de jóvenes se disfrazaban de animales y tras nombrar un «rey» causaban el terror en sus aldeas invadiendo las casas, persiguiendo a las jóvenes y cometiendo pequeños hurtos de alimentos y grandes ruidos. Asociaciones de este tipo existieron en toda Europa como los calusari rumanos, los perchten centroeuropeos, los kallikantzari griegos, los gody eslavos, así como en la mitad norte de España donde tenemos las organizaciones de zamarrones, guirrios, campaneiros, cigarrons, etc. que tienen en común el estar constituidas por jóvenes que se enmascaran y disfrazan durante determinadas fechas vinculadas a las celebraciones invernales con el fin de promover la fertilidad de la tierra mediante la expulsión de los espíritus malignos, ahuyentándolos con el sonidos de los campanos y con los tumultos, depredaciones y luchas que libran. De entre estas cofradías de solteros Peralta destaca especialmente las asociaciones leonesas, como también hizo en otros trabajos Caro Baroja, en las que para ingresar en la sociedad los neófitos al llegar a cierta edad (generalmente los 15 años) debían de someterse a cierta celebración ritual con vino.
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