sábado, 21 de septiembre de 2013

La Ermita de San Miguel de Espinalbar, Valderrobres

Bien es sabido que, en muchas ocasiones, la existencia de una ermita aislada en un bosque, en un monte, junto a una cueva, manantial o fuente, o, simplemente, en mitad del campo, puede constituir una importante pista para rastrear sobre antiguos cultos celebrados en aquel lugar antes -o mucho antes- de que los muros de la misma fueran levantados. Pero no sólo su ubicación, sino incluso el santo y el apelativo atribuido al mismo, también pueden constituir una prueba más, cual es el caso que hoy traemos. Nos acercamos a la comarca de Matarraña, a Valderrobres -Vall de Roures en catalán, lengua también hablada en este territorio aragonés-. donde se encuentra la Ermita de San Miguel de Espinalbar, de la que el autor que traemos como fuente, Enrique Puch Foncuberta, deduce un claro origen cultual precristiano.

comarquesnord.cat


*Fuente: Enrique Puch Foncuberta

...tenemos que a nuestro San Miguel se le llama "de Espinalbar" que es claramente una atribución de carácter locativo o atributivo. Espinalbar debía llamarse la montaña donde se hallan situadas las ruinas de la ermita de San Miguel y su nombre debía hacer referencia a que había muchos espinos albares, o mejor, a uno que por sus dimensiones destacaría de entre todos los del contorno y del resto de la vegetación.
Un espino albar es un arbusto de ramas espinosas y hojas anchas que crece en los torrentes, laderas de montañas, ribazos y lindes de tierras cultivadas, que produce unos ramilletes de florecillas blancas que preparadas en infusión están consideradas un tónico excelente del corazón y del aparato circulatorio de modo que se recomienda para la arteriosclerosis y la angina de pecho y es un buen sedante para casos de insomnio y muy adecuada para remediar las enfermedades nerviosas. Su floración se produce entre los meses de abril y junio.
Nos encontramos, pues, con una planta medicinal de excelentes cualidades y es bien conocida la atribución salutífera de algunos santos, que en muchas ocasiones pasó directamente de dioses precristianos, de época ibérica y romana, a santos cristianos, lo que no es descabellado pensarqu pudiera ocurrir con el San Miguel de Espinalbar, si tenemos en cuenta su relación directa con la planta.
Tenemos además que la ermita se halla en un lugar muy elevado que destaca de los valles circundantes y el lugar ha sido hasta mediados de este siglo como el centro de aquella partida de tierras. Es sabido que en lugares elevados se situaron en época ibérica y romana santuarios donde los fieles acudían a realizar sus oraciones y sacrificios. En ocasiones podían tener alguna construcción pero generalmente no. Una montaña, una fuente, un río, podían ser sagrados. A la llegada del cristianismo estos lugares fueron consagrados, levantando en ellos iglesias, ermitas y otros lugares de culto, de la misma forma que se hacían consagraciones cuando aparecían restos arqueológicos que se consideraban paganos.

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