El hombre habitaba estas tierras, atravesadas por la Ruta de la Plata, ya en periodos muy remotos. Lo atestigua el dolmen de Lácara, un enterramiento majestuoso escondido entre los restos de su túmulo, que apenas desvela el empeño de seres muy primitivos por la inmortalidad. La entrada orientada al Este, quizás buscando la protección del dios solar, franquea el paso por un simbólico corredor de 15 metros a la gran cámara mortuoria. Lamentablemente faltan algunas de las losas de piedra de la galería y las de la cámara que a juzgar por la altura de estos megalitos debió superar los 5 metros. El enterramiento, saqueado y arruinado durante siglos, mantiene el misterio de todo lo relacionado con el rito de la muerte. Confiere al lugar un carácter sagrado, aumentado por la cercanía de una enigmática roca que pudo ser un altar rupestre. (Ruta Vía de la Plata, capítulo 11. TVE)
Dolmen de Lácara tras la rehabilitación. Foto tomada el 2 de mayo de 2012 |
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