No hemos encontrado ninguna foto de estos grabados rupestres, únicamente aportamos la descripción que nuestro amigo Félix Barroso Gutiérrez hizo en la Revista Las Hurdes en 2007, con lo que ilustramos la ficha con una fotografía del Lagar de Cambrón, donde no lejos se encuentran estas muestras de la lejana Prehistoria.
Lagar de Cambrón - Foto: Vicente Martín |
Fuente: Félix Barroso Gutiérrez - Revista Las Hurdes, Época II Nº 17, julio 2007 - "Nuestros prehistóricos hurdanos (XVI)".
Entre fragosas montañas, muy cerca de dos profundos valles, conocidos como "El Infierno" y "La Gloria", inmediata al antiguo camino de "La Verea del Correo", se encuentra la estación prehistórica de "El Bonal de la Sartenejilla", casi en el arranque de una caudalosa garganta que se descuelga por el viejo concejo de Caminomorisco (y decimos "concejo" y no "pueblo", ya que, como es sabido, desde hace varios siglos, existe el concejo de Caminomorisco, que agrupa varias alquerías. Pero el nombre del pueblo de Caminomorisco es relativamente reciente, ya que siempre se llamó "Las Calabazas". O sea, que no hubo pueblo alguno con ese topónimo (Caminomorisco), aunque sí hubo un concejo con tal denominación).
Pues en este lugar, sobre una plataforma pizarrosa, las manos prehistóricas de los antiguos jurdanos trazaron círculos, herraduras, cruciformes, geometrismos abstractos y una figura antropomorfa que el arqueólogo y apreciable amigo nuestro, Antonio González Cordero, la define con "cabeza redondeada, tronco contorneado, brazos extendidos en cruz y unos miembros inferiores muy cortos en relación con unos pies desproporcionados" (A.González Codero: "Congreso internacional de Arte Rupestre Europeo, Vigo, 1999).
No le podía faltar a este grabador rupestre su correspondiente leyenda. Nos contaban los paisanos de esta parte de Las Hurdes que allí estaban grabadas las "jerraúrah" (herraduras) de la borrica en que la Sagrada Familia huyó de los soldados de Herodes. Refieren que, al llegar a ese punto huidos, la burra hincó sus pezuñas en todas direcciones, a fin de despistar a los perseguidores, y, en recuerdo de ello, Dios hizo que quedaran las huellas signadas para siempre sobre la roca, acompañadas por muchas cruces, como símbolos de los cristianos. Posiblemente, dado el antiguo contexto religioso de la comarca hurdana, esta leyenda sea toda una cristianización, realizada por párrocos o frailes, sobre otra leyenda más antigua, de corte pagano, y que interesaba a los clérigos eliminarla.
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