Foto: elmundo.es |
Sorprende que en muchas ocasiones nuestros antepasados buscaran lugares tan recónditos para realizar sus pinturas, que no eran los que utilizaban como habitación, mucho más cercanos a la entrada de la cueva, donde entraba la luz solar. Sobre esto se ha venido especulando sobre el carácter sagrado de estas representaciones, buscando, por este motivo, espacios bien diferenciados y, quizás, de difícil acceso. De entre todas las figuras, compuestas principalmente por caballos y bisontes, destaca la de un bisonte con una veintena de lanzas clavadas en su panza. La visión de estas representaciones no es sencilla, pues han desaparecido los pigmentos, apreciándose únicamente los grabados hechos con herramientas de sílex, para señalar la figura de estos animales recreados. La investigación continuará durante unos tres años, obligando a instalar andamios para el estudio de estas pinturas, analizando el tercio final de la cueva, por si de este modo pudieran aparecer más pinturas, como se prevé.
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