Volvemos a la capital de la comarca de
Tierra de Barros,
Almendralejo. En su momento visitamos por dos veces este municipio extremeño, en el blog, para hablar de su espectacular
Dolmen de Huerta Montero y de su conexión con el
Solsticio invernal, además de sobre la conocida como
Cueva del Moro. Son más elementos los que continuaremos rastreando de
Almendralejo, gracias a un excelente artículo de
Israel J. Espino, persona encantadora a la que tuve el gusto de conocer el pasado verano en
Las Hurdes, perteneciente a su conocido blog
Extremadura Secreta. Gracias a la mención que hace de unos grabados, similares a las
cazoletas, que según explica, se denominan
Pulideras, las cuales podrían haber sido utilizadas para el pulimento de distintas piedras, hemos comprado que esta apreciación podría generar dudas a la hora de identificar a distintos grabados, ya fuera, al modo de las cazoletas, como elementos cultuales, o como elementos meramente funcionales, como podrían ser '
las pulideras'. En la foto que aportamos de
Ángel Briz, extraída igualmente de
Extremadura Secreta, comprobamos que existen círculos más pequeños y profundos concéntricos a lo que podrían parecer, a primera vista, cazoletas. Ésta es la característica que podría diferenciar lo que son pulideras de lo que serían cazoletas propiamente dichas. Cierto es, según dice
Israel J. Espino, que la roca se encuentra justo debajo de la conocida como
Fuente Santa, y que de esta fuente se bebía agua en las romerías celebradas a la cercana
Ermita de San Marcos, con lo que quién sabe si las calificadas como pulideras no podrían haber cumplido un fin que fuera más allá del meramente funcional, entrando en el propiamente ritualístico desde tiempos anteriores al propio culto cristiano celebrado en este enclave.
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Foto: Ángel Briz, Extremadura Secreta. |
*Fuente: Israel J. Espino - Extremadura Secreta
En algunas rocas cercanas a la Ermita de San Marcos todavía pueden reconocerse perfectamente Las Pulideras, un tipo de grabados en la roca muy parecidos a las cazoletas. Son una serie de oquedades utilitarias, que se han localizado en superficies horizontales y que generalmente se han interpretado como talleres para el pulimento de instrumentos líticos.
Justo por encima de estas piedras grabadas se encontraba la Fuente Santa, ya perdida, un manantial de orígenes de remotos del que todo el mundo bebía en las romerías. El agua caía en un receptáculo “muy antiguo” que una vez colmado corría entre los riscos, cuesta abajo, y en cascada caía a la pradera formando una gran charca.
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