Formaría parte de los conocidos como montes de Mercurio, aquéllos donde los pueblos prerromanos amontonarían guijarros por motivos rituales, siendo posteriormente cristianizado, éste en concreto, con la Cruz de Fierro. La tradición actual consiste en que el peregrino lleve consigo una piedra de su lugar de origen, que ha de lanzar de espaldas a la cruz, como símbolo de haber dejado atrás el puerto y, seguramente, de un modo más vital, todo lo que dejó atrás en su vida y como muestra de un paso adelante en su evolución personal.
La Cruz de Fierro y la Ermita de Santiago al fondo - es.geoview.info |
*Fuente: José Ramón López de los Mozos - Revista Folklore, Nº9 - 1981
Todo esto no es más que la expresión humana de un miedo hacia lo desconocido, hacia los dioses manes -el espíritu de los difuntos- que de forma nada casual pueblan los caminos, especialmente las encrucijadas y las alturas, allí donde puedan reclamar otros espíritus -almas-, según el sentido de las palabras de Macrobio "Las cabezas se salvan con cabezas".
Constantino Cabal nos habla de la siguiente manera, explicando los orígenes de este hecho: "El alma reclamada por los manes era tan alma en el hombre como en el corderillo y en la piedra. El espíritu era uno donde quiera que estuviese, y el mismo en todas las cosas bajo una forma distinta. Si el muerto lo reclamaba, o para remediar su soledad o para calmar su hambre, ¿a qué darle el espíritu de un hombre, si con sacrificar un animal se le daba un espíritu también, de naturaleza idéntica?"
Es decir, encontramos en esta breve explicación, algo importante para nuestro estudio: que según un sistema animista el "alma" de una piedra -en algunos pueblos trae mala suerte dar patadas alas piedras- puede servir de sustituta a cambio de otra humana. Por lo tanto, encontramos -quizá- la solución al porqué los cristianos, peregrinos, depositaban y aún depositan piedras a los pies de la Cruz de Ferro.
Se trata, pues, de un sustitutivo de los primeros sacrificios humanos y, más todavía, del miedo que el propio ser humano tenía hacia ellos, pensando que en alguna ocasión tal vez fuese él la víctima propiciatoria, el ser ofrecido.Vemos así que la piedra es la ofrenda.
Se agradece leer el topónimo atendiendo a la lengua tradicional propia. Escribí un articulín sobre esta y otras dos cruces compañeras: http://asturiense.blogspot.com.es/2013/12/stonehenge-y-las-cruces-del-monte-irago.html
ResponderEliminarMuchas gracias, Taliesin, por facilitarnos tu artículo. Lo guardo para leerlo. Un abrazo y me alegro de charlar de nuevo contigo, amigo.
ResponderEliminar