Pero volviendo a nuestro rito protagonista, dejemos que sea el etnógrafo Ramon Violant i Simorra quien nos cuente en qué consiste.
Lobera de Onsella |
*Fuente: Ramon Violant i Simorra
En dicho pueblo hay un antiguo bosque sagrado cercado por una vieja tapia de piedra y lleno de robles frondosos. Cerca de él se halla una ermita dedicada al Bautista. La víspera de San Juan se abren a hachazos tantos robles jóvenes como sean los enfermos que calculan que han de acudir, y por la noche encienden una gran hoguera ante el pórtico de la ermita. Ya desde el atardecer se han reunido en ésta los enfermos, y puede verse el presbiterio lleno de niños enfermos que duermen sobre el suelo, en espera de la medianoche, hora mágica en que desciende al bosque la virtud sobrenatural. A las doce en punto, el párroco, revestido de sobrepelliz, entona una salve a San Juan, la cual es cantada por todo el pueblo, que llena la reducida ermita. Acto seguido, los concurrentes se trasladan en romería al bosque, y a la luz de faroles, comienzan las operaciones de curación. Los niños enfermos se desnudan completamente, para que el rito logre mayor virtud. Dos hombres mantienen bien abierta la hendidura del árbol. A un lado se coloca el "Pedro", que lleva el niño en brazos, quien después de santiguarse en nombre de la Santísima Trinidad, lo entrega a "Juan", que lo devuelve, repitiéndose la operación tres veces, recitando cada una de ellas la fórmula mágica tradicional: - Tómalo, Juan. - Dámelo Pedro. - Herniado te lo doy. - Sano te lo entrego. El poder milagroso del bosque se extingue con los primeros rayos del sol. El "Juan" y el "Pedro" que ofician en la ceremonia ejercen este oficio por tradición y gratuitamente.
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