Hoy vuelve a ser protagonista esta diosa celta identificada con el caballo, además de con la fertilidad y la propia naturaleza. Se la relaciona además con la curación, por un lado, como con la muerte, por otro. En concreto, en una cueva artificial de Marquínez, una pedanía del municipio de Bernedo de Álava en la comarca de Montaña Alavesa, existe un grabado que ha sido identificado por algunos especialistas con la Diosa Epona. El relieve representa a dos figuras: una masculina y otra femenina montada a caballo, con lo que la última se ha interpretado como una representación de la propia diosa Epona y la primera como un oferente o devoto de la misma. Esta es una de las conclusiones, pero hay que citar otras opiniones como la del estudio, ya citado por aquí, "La iconografía divina en Celtiberia: una revisión crítica" de Silvia Alfayé donde se dice que estamos ante una cueva artificial construida en la Alta Edad Media por lo que, dicho relieve ecuestre, no podría ser una representación de la diosa Epona. Ahí dejamos constacia de dicho debate y, sobre todo, de la existencia de este relieve, ya sea de época romana -entre el Alto y el Bajo Imperio, como afirman algunos- o de la Alta Edad Media.
Mención especial merece el relieve descubierto en una roca de una cueva artificial de Marquínez, con dos figuras tosquísimas, una a pie (de 1,30 m. de altura) y otra ecuestre, grupo que ha sido interpretado por Elorza como representación de un devoto implorante (quizá palafrenero) de la diosa Epona, deidad de origen galo, cuyo culto como diosa popular de la caballería se difundió por el Imperio entre los siglos II y IV.
(Juan Plazaola)
Marquínez
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