Hoy, para los que el hemisferio norte habitamos, El Sol llega a su punto más bajo, en el trópico más lejano, el de Capricornio, para volver a remontar de nuevo -si él así lo estima oportuno- su rumbo hacia el trópico más cercano, el de Cáncer, aunque para eso quedan aún seis meses exactos. Por medio discurrirá aún el invierno, que justo ahora comienza, pero ese "nuevo Sol", el "Sol invictus" que decían los romanos, ya anuncia de nuevo la regeneración de la vida a través de la primavera, así que los festejos de estos días no eran otra cosa que el agradecimiento al viejo Sol, que vencía a las tinieblas, para dar paso a uno nuevo que nacía y que traería de nuevo el esplendor a los campos.
Vaya desde aquí nuestro humilde homenaje a esta gran festividad que hunde sus raíces casi en los propios orígenes del ser humano y que, aunque muchas de las manifestaciones actuales nos puedan alejar de su verdadero significado, ahí está latente aún si se tiene la mínima voluntad suficiente como para descubrirlo.
En nuestra veneración al Solsticio de Invierno repetimos visita a la Cova del Parpalló donde un estudio de arqueoastronomía demostró que El Sol, el día del solsticio de invierno llega a iluminar, por unos instantes, lo más profundo de esta antigua cueva-santuario.
Como siempre, ante los estudios de arqueoastronomía, nos hacemos eco de la precesión de los equinoccios, pues ya se sabe, que debido a este fenómeno, cambia nuestra perspectiva con respecto al resto de los astros tras el transcurso de milenios. Suponemos que los estudiosos que hoy traemos han tenido en cuenta este detalle. Aprovechemos, de todos modos, la circunstancia para acercarnos a una cueva y a un paraje tan sugerentes.
LA CUEVA DEL PARPALLÓ ¿ASTRONOMÍA EN EL PALEOLÍTICO?: La Cueva del Parpalló, cerca de Gandía (Valencia), es uno de los yacimientos más emblemáticos y singulares de la prehistoria peninsular pues en ella se encontraron más de 5.000 placas de piedra con representaciones de animales y cuerpos geométricos. Se la ha identificado como una cueva-santuario que comenzó a usarse hace 21.000 años. Junto con arqueólogos de la Universidad de Valencia, se realizó un estudio arqueoastronómico del yacimiento, encontrando que al amanecer del solsticio de invierno y unos pocos días antes y después de éste, el sol iluminaba la zona más interna de la cueva por unos instantes. Hasta la fecha, esta es la indicación más temprana de una posible relación astronómica en la orientación de un yacimiento arqueológico
(Esteban y Aura Tortosa 2001).
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qué interesante la arqueoastronomía... hoy en día ni miramos al cielo...... muy buen inicio de esta entrada Argantonios.... aunque no sé qué pensaría Chesterton...
ResponderEliminarChesterton, si era verdad que sólo se quitaba el sombrero y no la cabeza al entrar en la iglesia, no podría objetar nada a los verdaderos orígenes de estas celebraciones jaja.
ResponderEliminarAnónimo, creo que te conozco jaja.
Un abrazo, amigo
P.D. En cuanto a la arqueastronomía me fio, pero no de todos los estudios que he leído hasta ahora, sin ser un experto en nada de esto, por supuesto, he visto algunos estudios de arqueoastronomía que toman las posiciones actuales del Sol, y el resto de astros, sin tener en cuenta los cálculos pertinentes en relación con lo que comenté de la precesión de los equinoccios. Con lo que no me cuadra.
Por ejemplo, en este estudio de la Cueva del Parpalló, ha visto que en estas fechas la luz del sol llega hasta lo más profundo de la cueva, pero ¿ocurría lo mismo hace 15 o 20 mil años?, esa es mi duda.
Aún así he querido citarlo, como excusa para el solsticio de invierno, porque es un lugar que conozco "in situ" y que me encanta, aparte de que mira, no sabemos si cuando aquella cueva fue usada como santuario llegaba la luz del sol en el solsticio de invierno hasta el fondo de la misma o no, pero sí actualmente, así que a los que vivimos actualmente sí nos vale jaja.
Mucha razón en lo de que hoy en día ya apenas miramos el cielo
Otro abrazo