En su momento ya visitamos la morada "principal" de la diosa Mari, que no es otra que el Anboto. Pero a esta diosa de la mitología vasca son más los montes que se le asocian, como la propia Sierra Aloña. Durante un tiempo, debido a su nombre, se consideró que bien pudiera ser la cristianización de una antigua diosa de otro nombre, por el culto cristiano a María, pero en la actualidad se piensa que este teónimo pudiera tener relación con Maire o Maide, los seres sobrenaturales constructores de los dólmenes y demás megalitos, o con Maidi, el alma de los antepasados que visitan cada noche su antiguo hogar. Es la diosa que influye en la climatología trayendo lluvias o épocas de sequía y de su manto se administra la justicia premiando a la bondad y castigando a la maldad. Aunque también se puede metamorfosear en seres algo malévolos.
La sierra de Aloña está habitada por un genio maligno denominado Gaiztoa, que es una representación siniestra de la Diosa Mari. Los corderos robados por aquel se llevaban a una cueva sita en las estribaciones de la sierra y que tiene el nombre de Gaiztozulo. En Oñati, una leyenda cuenta que Mari se materializa en forma de árbol cuya parte delantera asemeja una mujer. En otra se dice que la figura de árbol despedía llamas por todos sus lados. No es raro, también, que aparezca en forma de globo de fuego. Cuando Mari se halla en su guarida del monte Anboto, llueve copiosamente; cuando está en Aloña hay sequía pertinaz.
(Javi Urrutia, mendikat.net)
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