Tras esto, se comió y bebió a "jinchapelleju", como es preceptivo en estos festejos, pues se ha de comer por los vivos y por los muertos. Destacar los antiquísimos romances cantados por "Las comadres" de Nuñomoral y la participación, en el mismo menester, del ilustre tamborilero Pablo Sánchez Sánchez, de Las Erías, un auténtico transmisor del ancestral romancero hurdano.
La fiesta terminó con el tradicional asado de la castaña, lo que en otros sitios se conoce como Calbote y en Las Jurdis como Carvochá. Pudimos grabar unos cuantos vídeos, con importantes momentos de estas celebraciones, que os facilitamos a continuación. Fue una jornada inolvidable, que ha quedado ya grabada en nuestros corazones para siempre, donde pudimos vivir, en primera persona, la famosa -merecidamente- hospitalidad hurdana.
Pasacalles de Ánimas - Mesegal 01/11/2014 - Foto: Iberia Mágica |
Tamborileros en la era de Mesegal, 01/11/2014 - Foto: Iberia Mágica |
El conjuro del zajuril, el cortejo de El Chicharrón a La Chicharrona y romance de ánimas hurdano:
Copla de La Chicharrona cantada en el lugar de encuentro con La Chicharrona, en una de las calles de Mesegal:
Las Comadres de Nuñomoral cantando un romance que, algunos estudiosos, fechan en el siglo XI o XII:
El tamborilero Pablo Sánchez Sánchez cantando un antiguo romance, también fechado en los siglos XI y XII:
Bella danza hurdana magníficamente interpretada en presencia de La Chicharrona:
*Fuente: Félix Barroso Gutiérrez
Si para la cultura céltica el nuevo año se iniciaba cuando se alargaban las sombras de la noche y la nieve asomaba por los picos de las montañas, que venía a coincidir con el actual mes de noviembre, no andarían muy lejos los antiguos pastores jurdanos con un calendario semejante. Porque son muchas las coincidencias de aquel mundo de los “celtois” con las tradiciones que los jurdanos heredaron de sus mayores.
En salud se curaron todos los asistentes a los rituales de “La Carvochá” y “La Chicharrona” el pasado sábado, en la aldea jurdana de El Mesegal. El mucho comer, beber, saltar y danzar dieron lugar a toda una conjunción fraternal, que favoreció la inmersión en un singular trance y produjo la necesaria catarsis para encarar con buena cara y mejores energías el nuevo año. El “zajuril” que conjuró sobre la “Jogará de lah Ánimah” los males del venidero año, arrojando sobre las llamas unas migas de pan, un puñado de castañas, un rebujón de pelos de una “igüea” (cabra joven) y un chorro de vino, advirtió que se acercaban tiempos de grandes cambios que repercutirían positivamente en las vidas y haciendas del pueblo llano.
Bajo el continuo son de las gaitas y los tamboriles, se entremezclaron los cantos de ánimas con las voces del “animeru de lah cahtáñah”; el compadreo en la “cata de lah poliéntah” con el movimiento de las carrilleras a la hora de meter la cuchara en el pote de las alubias; los taconeos de “El Chicharrón” a la hora de galantear a “La Chicharrona” con los fúnebres recordatorios del “corru de lah ánimah”…
Nuñomoral bajaron, ataviadas de campesinas jurdanas, un grupo de guapas mujeres, que interpretaron antañones cantos, que algunos estudiosos remontan al siglo XII. Pablo Sánchez llegó desde la alquería de Las Erías, para entonar con su recia, varonil y antigua voz otros petitorios para redimir a las ánimas en pena. Los vecinos de Mesegal se volcaron en cuerpo y alma para que la intendencia estuviera a todas horas perfectamente engrasada. Ellos adecentaron la antigua era de la trilla del centeno, colocando el ara de las ánimas en su mismo centro, con sus granadas, membrillos, manzanas, castañas y otras frutas del tiempo. Prepararon los ricos “matajámbrih”: tradicionales dulces bien regados por la famosa miel de la comarca. Y atentos siempre, voluntariosos en todo momento para atender cualquier requisitoria de los presentes. Hasta una hija de dicho pueblo, Paula Martín Sánchez, rubia y bien parecida, como mandan los cánones de la tradición, se prestó para hacer de “Chicharrona”.
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