La cueva de la Graja, casi inaccesible por la dificultad del camino que conduce hasta ella, ha revelado la existencia en su interior de pinturas prehistóricas muy curiosas, de las que se ha dado en llamar esquemáticas.A mi modo de ver, la clasificación es simplista, porque cada caverna-santuario posee su propia personalidad y tuvo, en su momento, su específico culto o su particular dedicación.
En el caso de la cueva de la Graja, merecen especial antención las figuras humanas, compuestas en su mayor parte por unos brazos que constituyen una especie de forma circular en torno al cuerpo estilizado y lineal, conviertiendo la figura humana en un símbolo del que eventualmente se distinguen cabelleras radiantes (¿auras?) y hasta formas insólitas de cabezas triangulares, lineales y de extrañas perspectivas.
No creo que sea inútil recordar, además, que la cueva -lo mismo que otra que se encuentra en Miranda del Rey- recibe el nombre de la Graja. Aparte de ser un animal corriente en estas latitudes, no estará demás que tengamos en cuenta que la graja o el cuervo son aves que, en su momento, representaron a los maestros portadores del conocimiento, y que hay innumerables historias de eremitas solitarios a los que un cuervo o una graja les llevaban el pan espiritual con el que se alimentaron.
(Juan G. Atienza)
(Juan G. Atienza)
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