Pues bien, sin más preámbulos, hoy precisamente traemos uno de estos descubrimientos; además, muy reciente, pues fue publicado en el blog, Caminos de Cultura, de Samuel Rodríguez Carrero, el descubridor junto a otras personas, si atendemos a la primera persona del plural que emplea en su relato, el pasado mes de marzo. Hablamos del "bautizado" por ellos mismos como el Dolmen de la Luz, pues se encuentra en la dehesa boyal conocida como La Luz, del municipio de Arroyo de la Luz, en la comarca extremeña de Tajo-Salor. Esta dehesa comunal es rica en otros vestigios arqueológicos, como distintas tumbas rupestres de época visigoda, restos de lo que pudo ser una villa tardorromana e, incluso, remontándonos más atrás, restos de un poblado neolítico. En el paraje existe igualmente una ermita -la Ermita de Nuestra Señora de la Luz-, patrón que, como vemos, se repite en muchos de los lugares que esconden huellas del pasado más lejanas.
Pero es el dolmen lo que nos ha traído hoy a realizar esta entrada, así que, dejemos a Samuel que sea quien nos cuente.
Foto: caminosdecultura.blogspot.com |
Fuente: caminosdecultura.blogspot.com - 09/03/2019
Sería la tarde del pasado 26 de febrero cuando, en pro de tomar nuevas imágenes de las tumbas excavadas en la roca que pueblan la dehesa con el fin de cumplimentar la entrada que sobre la necrópolis visigoda arroyana sería publicada en este blog el pasado 1 de marzo, nos dirigimos nuevamente a la dehesa de la Luz cámara en mano. Volviendo del conocido como Pozo de las Matanzas, donde aguardan dos tumbas rupestres exentas, y tras percatarnos de la presencia de nuevas sepulturas roqueñas junto al camino que, desde la ermita patronal, se dirige a la zona occidental de la finca pública, deambulamos por la zona examinando los abundantes berruecos que aparecen junto al bohío del que nos permitimos tomar la nomenclatura para poder designar esta sección de la supranecrópolis. Fue entonces cuando decidimos subir a lo alto de una suave loma coronada por lo que parecían ser unas afloraciones graníticas que surgían del terreno. Al llegar pudimos observar, sorpresivamente, que la disposición de las piedras no parecía aleatoria. Se presentaban en círculo, ligeramente inclinadas las piezas pétreas hacia el centro de la circunferencia que dibujaban éstas. Todo hacía pensar en la posible colocación premeditada de las mismas. Orientada hacia el levante la que parecía ser la entrada al recinto que dibujaban las piezas, podíamos estar presentes ante los restos de un dolmen.
Sin habernos encontrado en ningún momento con información que anunciase la presencia de un dolmen en la dehesa de la Luz, y tras volver a revisar publicaciones sobre el tema, no dimos con datos al respecto. Podríamos estar, por tanto, ante un dolmen completamente desconocido por investigadores y autoridades. Era nuestro deber ponerlo en conocimiento de las instituciones competentes. Tras consultar a Alejandro González Pizarro, colega bloguero y gran apasionado del arte rupestre, nos pusimos en contacto con Hipólito Collado, jefe de la Sección de Arqueología de la Junta de Extremadura. Igualmente, decidimos escribir a otros departamentos de la Consejería de Cultura de Igualdad. La primera respuesta la tuvimos por parte de José Javier Cano, desde el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales: era un dolmen. Le seguiría Hipólito Collado: se trataba seguramente de una estructura megalítica inédita. La visita de los arqueólogos se hacía necesaria para poder confirmarlo definitivamente. El día 7 el equipo de José Ramón Bello, dependiente de la Dirección General de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural, se dirigía a la dehesa boyal arroyana. El hallazgo de un nuevo dolmen quedaba confirmado.
[...] Desaparecido completamente el túmulo que cubriese el monumento, así como la tapa de la cámara funeraria que sellase superiormente la misma, se conservan algunos de los ortostatos que conformaban el panteón, desafortunadamente recortados posiblemente en pro de ser utilizada su materia prima en algún cercado cercano. A falta de intervención arqueológica más profunda, se desconoce la presencia o no de corredor a modo de pasillo de acceso al mausoleo que acogiese, seguramente entre los milenios IV y III a.C., los cuerpos de los miembros fallecidos del clan que habitase los contornos donde se halla el bien, emparentados culturamente con las poblaciones neolíticas o calcolíticas que ocupaban las comarcas extremeñas enclavadas entre los ríos Tajo y Guadiana en la mitad occidental de la región, a juzgar por el gran parecido dimensional y estructural del dolmen arroyano con aquéllos conservados en términos municipales de localidades como Valencia de Alcántara o San Vicente de Alcántara, sumándose el Dolmen de la Luz al vasto número de monumentos megalíticos con que cuenta nuestra región, que amplía además de esta manera el rico patrimonio histórico y cultural de Extremadura, comunidad repleta de arte de todas las edades, muchos de cuyos ejemplos están aún por descubrir. El Dolmen de la Luz, sin embargo, es ya una realidad.
Estimado Argantonios:
ResponderEliminarMuchísimas gracias por hacerte eco de la noticia y del descubrimiento. Fue toda una sorpresa dar con él, y un inmenso honor recibir la confirmación que verificaba estar ante un monumento inédito. Toda una gratificación a tu trabajo de divulgación como aficionado, que no desea más que conocer y compartir conocimientos en cuanto al arte e historia de tu región, y con ello país y cultura general. De nuevo, muchas gracias. ¡Un saludo!
Hola, Samuel.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, por tu trabajo y por tu divulgación, igualmente. Toda una alegría y honor encontrarme con tu comentario. Que sigáis con vuestro gran trabajo, pues todos los aficionados a esto, os lo agradecemos con creces.
Otro saludo para ti.