Ancoriforme en Cueva Chiquita - Foto: Enrique Beato Martínez - 15/04/2017 |
El mismísimo abate Henri Breuil las estudió en 1916, quien las mencionó en su libro "Pintura esquemática hispánica", registrando más de cien signos y figuras en la cueva. Entre las representaciones antropomórficas de Cueva Chiquita, normalmente una destaca sobre los demás, lo que nos hace creer que quizás fueran figuras de chamanes o de personajes dignificados, respetados o divinizados por la comunidad humana a la que pertenecían; pero, claro, eso es mucho aventurar, cuando se trata de creaciones tan lejanas en el tiempo.
Como ocurre en otros muchos casos y dentro de distintos estilos y contextos temporales, se suelen aprovechar las rayas y formas naturales de la roca a la hora de realizar sus representaciones. El estado de las pinturas no es muy homogéneo, con lo que algunas de estas figuras cuesta identificarlas, pero otras sí que son rápidamente apreciables.
Por último finalizaremos diciendo que, tras el nombre de la Chiquita, existe una leyenda que, seguramente, no hunda sus raíces muchos siglos atrás, según la cual un pastor crió a una cría de serpiente, a la que puso por nombre Chiquita. Ésta creció, siendo inseparable del pastor, al que adoraba y siempre se alegraba cuando lo veía volver, pues le daba a tomar leche de sus cabras. Un día el pastor tuvo que ir a luchar a la guerra, pues fue reclutado por las tropas del gerifalte de turno y cuando volvió, tras varios años, la gente del pueblo le dijo que su serpiente se había convertido en un monstruoso dragón que iba devorando todas las personas y animales que se iba encontrando a su paso, siendo finalmente él igualmente devorado por la misma, pues la serpiente convertida en dragón no le reconoció a su llegada.
Detrás de estas fábulas siempre se esconden curiosas interpretaciones y enseñanzas, pero no nos aventuraremos por esos caminos en esta breve ficha.
Antropomorfos - Foto: Enrique Beato Martínez - 15/04/2017 |
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