Traemos las palabras del historiador y escritor Mariano Fernández Urresti, quien se adhiere a esta última interpretación de las pinturas de Altamira.
Sala de Polícromos de la cueva de Altamira - Foto: museodealtamira.mcu.es |
*Fuente: intervención radiofónica de Mariano Fernández Urresti en el programa El Secreto de la Caverna, 13/04/2016
Cuando visitas la Cueva de Altamira te sientes en un lugar que tiene una energía poderosísima. Las pinturas, probablemente, no se realizaron en ese escenario, en esa zona, teniendo en cuenta que la cueva tiene 270 metros, por pura casualidad; no es baladí la elección del lugar, de manera que ahí pasa algo, lo mismo que sucede en Puente Viesgo, en la Cueva del Castillo, que es otro de los lugares emblemáticos del arte paleolítico del norte de España, lugar que está a unos 12 kilómetros de Santillana del Mar en línea recta, siendo igualmente un sitio extraordinario. Son lugares elegidos por algo, por una razón, con lo que el chamán que pintaba en ese lugar en concreto, no lo hizo por pura casualidad, desechó otras zonas para centrarse, precisamente, en este lugar que era tremendamente incómodo de trabajar, especialmente en esa zona norte -de la cueva-, donde se vio obligado a trabajar tumbado en el suelo sin tener prácticamente perspectiva para poder realizar las pinturas. [...] Según algunos prehistoriadores es muy probable que el chamán que realizó las pinturas de Altamira estuviera trabajando en un estado alterado de conciencia, viendo las imágenes que él conocía, que le resultaban familiares, pero en un estado que no era el natural, de tal manera que no hay humanos, no hay Naturaleza alrededor de los animales y es más probable que respondiera a un tipo de ceremonial o trabajo que realizaba el chamán en favor de la comunidad, para permitir el acceso de ésta al mundo de los espíritus. Pareciera que ellos intuyeran que en una zona de la cueva, la membrana que separa los mundos ordinarios y extraordinarios fuera más sutil, más débil, y por ahí pudiera penetrar el hombre hacia el mundo de los espíritus y los espíritus -el mundo de los tótems-, en este caso los bisontes, en el de los humanos. Me inclino más por esta interpretación del arte rupestre del punto de vista chamánico, que por el astrológico.
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