Foto: diariodeburgos.es |
*Fuente: B. Antón, diariodeburgos.es
De niña, María Victoria Palacios había jugado y merendado sobre ella con otros niños de Gete. Ahora, sabe que esa roca donde ha pasado parte de su infancia es un santuario celta y que pertenece a finales de la época de la Edad de Bronce o a principios de la Edad del Hierro, lo que le sitúa entre el 1000 y el 750 antes de Cristo. Su curiosidad por este mágico lugar se ha despertado hace poco, mientras estudia Historia en la Uned. «Por una coincidencia pensé que podía ser algo importante y se lo comenté a un profesor», recuerda Palacios. Fue cuando el arqueólogo y miembro de la Academia Fernán González, Ignacio Ruiz Vélez, le acompañó a ver el lugar y observaron en él una serie de elementos típicos que presentan este tipo de altares y que son estar sobre una roca, tener unas escaleras y acoger un lóculo o laciculo, o lo que es lo mismo, una cubeta donde se hacían los ritos sagrados por los celtas. Otra característica más es su orientación, hacia la salida y la puesta de sol en los equinoccios. Todo ello ha conducido a afirmar que se trata de un altar rupestre, con más de dos mil setecientos años, aunque como otros ejemplares hallados en la península, ha podido tener un uso posterior, incluso hasta la época romana.
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