Hoy le tocaba rendir honores a la Virgen de la Candelaria, cuyo festejo, junto al de San Blas, que toca mañana, se dice puede ser la cristianización del antiguo Imbolc céltico, que a buen seguro, no sabemos si con este nombre, ya celebraban los moradores celtibéricos segobricenses. Lo que es cierto, es que cualquier persona, por muy poco iniciada que esté en estos asuntos, puede comprobar el curioso sincretismo existente en La Endiablada, pues los cencerros, esos coloridos trajes de los diablos, y el propio papel protagonista de los propios diablos, poco tienen que ver con el cristianismo.
Por tanto, es una gran suerte y, seguramente, pura casualidad, que estos antiguos rituales hayan podido sobrevivir, como también han sobrevivido en otros muchos lugares donde celebran sus mascaradas, pero, es bastante seguro, que en muchos más lugares, de en los que perviven estas tradiciones, hayan desparecido por el influjo de la nueva religión que vino después, y, también, por los tiempos contemporáneos, tan alejados de los ritos y celebraciones relacionados con los ciclos de la Naturaleza; así, La Endiablada no es otra cosa, como en el resto de festejos y mascaradas invernales, que el ritual con el que se trata de sacar a la Naturaleza de su letargo invernal.
Ruido se ha hecho bastante hoy en Almonacid del Marquesado para que ésta despierte, podemos dar fe de ello. Pero dejemos que los documentos gráficos hablen por nosotros.
"Las Danzantas" |
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