Estaba previsto que se celebrara el pasado Sábado de carnaval, 1 de marzo, pero ante las no buenas previsiones meteorológicas, que finalmente se cumplieron, se trasladó a este próximo sábado día 8, donde, por el contrario, presumiblemente, según los pronósticos, hará un día totalmente primaveral, a pesar de encontrarnos aún en la estación invernal. La semana que viene os contaremos nuestra experiencia. Enlazamos un documental muy bien hecho del Carnaval Jurdano de 2012, celebrado en Ladrillar.
Salud
Foto: David Pinero |
*Fuente: Félix Barroso Gutiérrez
Una vez que apitarraron bien la andorga el domingo, 16 de febrero, efemérides de San Pánfilo, en las bodegas ahigaleñas de Crispín García Paule y de la “Corrobla Pitarrera, ha habido que retrasar la celebración del Carnaval Jurdano al próximo sábado, día 8 de marzo, debido a las lluvias que se desplomaron el día 1º de tal mes, “Sábadu Gordu del Antrueju”, cuando estaba proyectado. El programa se mantiene igual. Sobre las 10,30 horas, irrumpirá en la población de Martilandrán la descarriada algazara carnavalesca. Los sonidos de los tamboriles y el repicar de los cencerros espantarán con sus sones los males y fríos del invierno, esperando la llegada de la radiante primavera. Las Comadres de la aldea darán la bienvenida a los visitantes, repartiendo a cazos el aguardiente y los dulces tradicionales, mientras desgranan antiguos cánticos que se pierden en la noche de los tiempos.
Calentados los estómagos, la comitiva marchará a buscar al Rey del Carnaval Jurdano, que será sacado a la fuerza de la vivienda donde se refugia, montado a lomos de un burro y llevado, entre aclamaciones y algarabías, hasta la cercana alquería de La Fragosa. Al revolver una esquina, aparecerá la “Vaca Pinta”, que embestirá al cortejo, intentando levantar con sus cuernos las sayas de las mujeres. En Fragosa se rendirá un homenaje póstumo al tamborilero Jesús Crespo Crespo, bailarán en su honor una serie de antiguas danzas las “Mózah del Guinardu” y se repartirá el ponche que han preparado los mozos. Al poco, se subirá al Cottolengo, para alegrar los ánimos de los asistidos en tal centro benéfico, de lo que se encargará especialmente el “Doctor Arañón”. Se bajará, luego, a Martilandrán, donde todos los congregados tendrán derecho a un cuenco de “pípuh con bérzah” (guiso de cierta clase de alubias, acompañadas por berzas y presas del “gurrinu”) y buenos potes de “la polienta” (vino del año).
A eso de la media tarde, en la plaza de Martilandrán, los aires libertinos y libertarios del Carnaval Jurdano se desmandarán por completo y darán paso a las pantomimas y mojigangas de “La Osa del Cabezo”, “El Burru-Antrueju de Martilandrán”, “El Partu de la Tía Rechonchona”, “La Tarara de El Cerezal”, “La Mona de Nuñomoral”. “Loh Araórih del Rozu”, “La Vaca y el Toreaó”, “La Chancalaera”, “La Menga de Cabaloria”, “La Jáncana”, “Pachu el Judíu” y otro sinfín de figurantes que dan vida a estos antruejos, que pasan por ser toda una reliquia arcaica y antropológica del mundo hispánico. Al caer el día, se entronizará al nuevo Rey del Carnaval Jurdano, colocándosele sus atavíos y el collar de cabezas de ajos, para que toda la comunidad quede libre de brujas y otros seres maléficos a lo largo del año. Se leerá el Pregón del Antrueju, se apaleará, ahorcará y quemará al “Morcillu”, a causa de su glotonería y por traer al retortero a todas las mujeres de la alquería, las cuales llorarán a grito pelado por el “asesinato” que cometen los hombres. Finalmente, el “Zajuril” conjurará los males, dará sus consejos el “Tío Sultán de Martilandrán” y el “Obíhpu Jurdanu” echará la bendición a toda la plebe arremolinada en torno al festejo. Bajo las sombras de la noche, volverá a llenarse la andorga con la “borrajá de patátah” y otros productos matanceros.
Nada de ordenados desfiles y concurso de disfraces, que alteran por completo el espíritu del auténtico carnaval, sino espontaneidad, verdadera autogestión ruralizada y ritos de antruejos que nos evocan ecos de viejas mitologías que fueron y siguen siendo parte del pueblo hurdano. Se espera que los representantes municipales y comarcales, “encarantoñáuh” y “enzamarráuh”, estén al lado de sus vecinos en esta fiesta que, al decir de muchos investigadores de la cultura tradicional, debería ser protegida y declarada de interés por la Administración regional. Una fiesta cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos y que no tienen sus raíces en tal o cual alquería, como han publicado ciertos medios o se han colgado en ciertas entradas de Internet, desbarrando por completo a la hora de historiar las entrañas de estas heterodoxas y cuasi heréticas mascaradas, máxime, como ocurre hogaño, cuando se celebrarán en la Cuaresma, lo que ya ha suscitado el que se desgarren los vestidos ciertos puritanos.
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