lunes, 4 de junio de 2012

La Laguna de Peñalara y algunas de sus leyendas, Rascafría

Después de una nueva visita, el día de ayer, a la montaña de Peñalara y a su Laguna del circo glaciar, en pleno corazón de la Sierra de Guadarrama perteneciente al Sistema Central, recordé que, alrededor de esta Laguna escondida entre las altas paredes rocosas del maravilloso circo glaciar del que nació, la cultura popular creó una serie de leyendas muy en consonancia con otras muchas sobre lagunas, simas o pozos diseminados por todo el occidente europeo. Es más, la historia de la laguna que engulle vorazmente a los animales y a las personas que a sus aguas vienen a parar, recuerda mucho a esos "pozoairones" que tanta huella han dejado en la toponimia, además de en el propio acervo cultural que pudo traer esas tradiciones a lagunas alejadas, en lugares de inhóspitos inviernos como éste de alta montaña que nos ocupa.

La Laguna de Peñalara vista desde la cuerda que une Peñalara con Dos Hermanas. Al fondo, la Cuerda Larga


*Fuente: José Carlos Rodríguez Lafuente, Caminos del Guadarrama, 10 rutas con historia y leyenda

 En lo más alto de la Sierra del Guadarrama había una vez una Laguna que devoraba todas las reses de ganado que hasta allí se atrevieran a beber. Era tal el apetito que demostraba, que al instante de sumergirse la res, “subían a la superficie sus entrañas, como si las arrojara el ser devorador que habita en el fondo y no deja criar peces a las aguas”. Sin embargo, el paso del tiempo es implacable. Hoy, esta voraz Laguna duerme rodeada por una cerca para no ser tragada por sus numerosos visitantes. […] Como toda laguna que se precie de serlo, la de Peñalara ha visto como sobre ella se tejían misteriosas leyendas. Unas con nota bucólica, similares a otras que corren por Europa, aunque con ligeras variaciones. Por ejemplo, la que nos habla de una bonita pastora, un cordero enriscado, un tierno balido, una piedra suelta, un resbalón, un salto, un grito, y el ruido del cuerpo que se sumerge en las profundas aguas. Se dice que todas las noches de difuntos se aparece la pastora, a las doce, sentada sobre la roca que se alza en el centro de la Laguna, para revivir lo sucedido. Otra leyenda nos cuenta cómo la voracidad de la Laguna atrae al ganado para dar cumplida cuenta de su tremendo apetito. Bramando con lamentos que no se pueden atribuir a ningún mortal, la Laguna traga a las reses que osan acercarse hasta sus aguas. El origen de tales bramidos y lamentos tiene, sin embargo, explicación científica: “Cuando se está fraguando una tempestad. Son ruidos secos y profundos –como los mecanismos de un viejo reloj- con algo de conmoción en el aire, que constan de un solo golpe y no de un redoble como los del trueno. Dichos ruidos se deben a lo que los geólogos llaman brandiseísmos, es decir, a unas lentas ondulaciones tectónicas que originan distensiones en la corteza terrestre”. Desde luego, no quitamos veracidad a las explicaciones del geólogo, aunque nos guste más la verdad poética de la leyenda.

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