martes, 19 de septiembre de 2017

Cueva de Las Güixas, Villanúa

Seguimos por el Pirineo oscense y continuamos rastreando las huellas de las brujas. Así, en aragonés, güixas significa brujas y a la Cueva de Las Güixas, en el municipio de Villanúa, nos acercamos. Como siempre, un topónimo de este tipo nos pone sobre la pista de antiguos cultos, a pesar de que la leyendas que han llegado hasta nuestros días, hayan demonizado casi siempre este tipo de lugares, como ocurre con el que hoy nos ocupa. Más allá del contenido antropológico e histórico -existe incluso un dolmen en la parte superior de la cueva, lo que supone una pista más sobre su vinculación cultual- es una auténtica joya de la Naturaleza, con un buen conjunto de bellas estalactitas y estalagmitas. Además de morada de brujas, como apunta la leyenda, también lo fue de peregrinos y de carlistas. Por último decir que el texto que acompañamos con la entrada, del cual desconocemos el nombre de su autor, lo hemos hallado en una página de reserva de hoteles. Esto nos enseña la lección de que hasta en el lugar más insospechado, a veces se puede encontrar alguna que otra interesante información.

Hueco de la cueva conocido como La Chimenea. Éste se provocó por el colapso del techo de la cueva hace miles de años - Foto: christianpau.blogspot.com

Fuente: centraldereservas.com

En los alrededores de Villanúa abundan las grutas dejadas allí por el paso de la última era glaciar (hace la friolera de 25.000-30.000 millones de años). Desde entonces, el trabajo del agua, en paciente labor de gota a gota, ha ido excavando oquedades, de diferentes profundidades y dimensiones, en la roca. Una de ellas, localizada en el macizo de Collarada, a las afueras de la población oscense de Villanúa recibe el nombre de Cueva de las Güixas –o, si se prefiere, Brujas-. Con unos ochocientos metros de recorrido, y punteada de estalactitas y estalagmitas –en algunos casos, ambos tipos de formaciones se unen formando columnas- esta cueva debe su nombre a un agujero que ilumina una de las salas que la componen. Cuenta la leyenda que aquí, bajo esta chimenea, las brujas gustaban de hacer aquelarres e implorar al demonio. Se supone que éste era un espacio donde las malignas hallaban las condiciones perfectas para realizar sus ritos y ver a través de la chimenea, la luna y las estrellas, elementos ambos imprescindibles en sus ceremonias. Impresionante en su estructura, con techos que llegan a alcanzar los dieciséis metros de altura, y situada junto a un dolmen, lo que lleva a pensar que aquí se han venido realizando rituales mágicos desde tiempos del neolítico, la combinación de murciélagos, ecos nacidos a partir de las condiciones acústicas de la cavidad y, aquí y allá, figuras pétreas de curiosas formas despertarán, sin remedio, la curiosidad de los visitantes.


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