A continuación aportamos una descripción sobre el tratamiento que tuvo esta escultura desde su descubrimiento.
Foto: Foto: pagina66.com |
Fuente: Isabel Collado Beneyto
Cuando en 1895 fue donada a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, la escultura estaba bastante deteriorada y se encontraba adherida por la base a un pedestal de cemento y ladrillo. Se hallaba fracturada en tres trozos y le faltaban las patas delanteras. En una primera intervención, estos fragmentos se unieron con anclajes de hierro y morteros de cal y cemento.
Años más tarde, fue sometida a una última intervención. El proceso de restauración, realizado en el Centro de Restauración del Museo de Bellas Artes de Valencia, consistió en la eliminación del pedestal de cemento y ladrillo; también se quitaron los elementos metálicos de hierro y los restos de mortero de anteriores actuaciones. Se le practicó un tratamiento biocida (sustancia química que se emplea para matar organismos vivos y detener su desarrollo), así como un proceso de limpieza y desalación.
La consolidación se hizo mediante la impregnación de una resina y el anclaje de las tres partes, con pernos de titanio y resina bicomponente, ya que los adhesivos de tipo bicomponente proporcionan uniones de alta resistencia y juntas estructurales. La parte interna de las fracturas se selló, primero, con mortero hidráulico y, posteriormente, con mortero de cal aérea, polvo de mármol y arena silícea. A su vez, la sujeción de la escultura por las patas delanteras se hizo de piedra caliza.
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