martes, 5 de noviembre de 2019

Las Luminarias de calaveras - Coo de Buelna-Los Corrales de Buelna

Pasados unos días de la fiesta de ánimas o de difuntos, retomamos el blog, este mes, para traer una muestra más de los múltiples festejos de difuntos o de ánimas existentes en la Península Ibérica. Hoy nos acercamos a Cantabria, al municipio de Los Corrales de Buelna, en concreto a la población, perteneciente a este municipio, de Coo. Allí, una vecina relata al programa de radio Cantabria Oculta, la costumbre de poner calabazas iluminadas -las Luminarias de Ánimas- de camino al cementerio de esta localidad en la fecha de difuntos. Las calabazas sustituyen a otro tipo de soportes, como nabos u otros tubérculos, que se utilizaban con anterioridad a la llegada de este vegetal americano y son estas luminarias las que ayudan a las ánimas de los difuntos para que puedan seguir la luz y alcancen el más allá plenamente; ésta sería una de las funciones de las luminarias, la otra cumple una función protectora por temor a los difuntos, que es la versión que nos contará la vecina de esta población cántabra, a la que los integrantes del programa radiofónico Cantabria Oculta entrevistaron. Con ello se pretendía impedir que las ánimas pudieran entrar en las casas o que vinieran a hacer una visita o pedir cuentas de algo.
Lo que queda claro, una vez más, que las calabazas y demás simbología no son un producto del actual Halloween, sino que ya formaban parte, mucho antes, de nuestras culturas ibéricas.

Entorno de Coo - Foto: cantabriarural.com

Fuente: María, vecina de Coo

El camino hacia el cementerio se decoraba con calabazas que se iluminaban. Empezábamos en las casas a vaciar las calabazas, a ponerles dientes; por las noches les poníamos velas y se colocaban hasta el cementerio. Le hacíamos los dientes largos y los ojos, -de un tamaño suficiente- para que saliera la luz. Recuerdo que había mucha juventud, aquel entonces, en mi barrio. Las Luminarias se colocaban desde el "barrio último" hasta allí -hasta el cementerio-. Se ponían por encima de las paredes. Era una tradición que hacían ya los antiguos, por temor a los difuntos. Creíamos que a lo mejor se podrían levantar de la tumba.



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