lunes, 2 de noviembre de 2009

La primera noche de noviembre

No podíamos dejar de mencionar, en un sitio web como éste, una de las más importantes festividades paganas de la antigüedad, de tal importancia, que ahí tenemos su testimonio en gran cantidad de costumbres y rituales que se vienen repitiendo en casi todo occidente, incluida la Península Ibérica. Tanto es así, y tan arraigada estaba esta festividad entre la gente, que la Iglesia acabó cristianizando esta fiesta -el año nuevo celta- y así el papa Gregorio IV, a mediados del S. IX, ordenó sustituir -como tantas otras- esta festividad por la cristiana de Todos los Santos. Así que, no debemos creer que todo esto de las calabazas iluminadas sea un invento estadounidense, porque en realidad hunde sus raíces mucho más atrás, en la cultura de las cabezas cortadas celtas, que posteriormente fueron sustituidas por "cabezas" vegetales. Eso sí, esta serie de rituales, cuya extinción estaba muy próxima -al menos por estas tierras- ha vuelto a resurgir bajo la reinterpretación norteamericana, que seguramente esté bastante alejada de su verdadero significado, pero que al menos ha hecho que muchos nos preguntemos que hay detrás de todo ello.
Como testimonio ibérico de esta festividad, hoy nos acercamos a tierras asturianas, pero hay que decir que, muchas de las costumbres mencionadas líneas más abajo, son extrapolables a otros muchos lugares de la antigua Iberia.
¡Que el nuevo año celta os sea propicio!

















El Samain (Samhuin) era la gran fiesta de los Celtas del Primero de Noviembre, la mas importante de su calendario, que daba lugar a grandes reuniones de gente y a rituales complejos. La fiesta de Samain es, etimológicamente , el “final del verano”, el momento en que se vuelve a encerrar a los rebaños en los establos. Simbólicamente la fiesta de Samain –en realidad, la noche de Samain- es la eternidad: el tiempo queda abolido y el mundo del sidh (dominio de los dioses, héroes y difuntos) se abre al mundo de los vivos.
Bajo la “brillante capa imaginaria” que Halloween ha creado, al gusto y comprensible diversión de los más pequeños, y rompiendo un poco esa pátina, existen en la memoria de los mayores algunas tradiciones ancestrales en la noche de difuntos que ahora algunos de los más jóvenes pretenden recuperar. En el norte de España, Galicia y Asturias se llevan la palma en cuanto a conxuros; el desfile de la Güestia (Asturias) o la Santa Compaña (Galicia); las bruxas galelas o les bruxes asturianes; o la celebración gastronómica de las castañas asadas. El caso es que, según algunos estudiosos en la materia, hace muchos años (desgraciadamente ya desapareció esta tradición) se tenía por costumbre, en víspera de Todos los Santos, colocar calabazas iluminadas en los huertos, en los cruces de caminos y hasta en las laderas de los montes cercanos a las aldeas.








De ello se tiene constancia en localidades como Salas, Villaviciosa o el valle de Turón, en Mieres. Por ejemplo, se cuenta que el monte Tandión, en Villaviciosa, nadie se atrevía a cruzarlo esa noche porque creían ver allí el rostro del diablo. Se trataba de una calavera con una vela encendida en su interior que alguien colocaba allí para gastar la típica broma a los vecinos.Otras costumbres que fueron desapareciendo fue, por ejemplo, dejar pocillos de agua a la entrada de las casas, para que las ánimas saciaran su sed en caso de detenerse ante ellas, o bien se dejaba el fuego encendido en el llar y comida sobre la mesa, sin acostarse esa noche en la cama del difunto familiar, en el caso de que esa noche el ánima los visitase, no fuera que quisiera tumbarse a descansar en su propio lecho, antes de proseguir su viaje con el resto de los espíritus. Incluso hay quien recuerda que, hasta hace unos 90 años, incluso se llevaban platos (generalmente con la comida favorita del fallecido o fallecida, tipo fabada, pote o arroz con leche, por poner algunos ejemplos) para depositarla sobre la losa del difunto.Tampoco es exclusivo de EEUU el que los niños pidan dulces por las casas cercanas la noche de difuntos.
Otro de los grandes estudiosos actuales de la cultura y tradiciones de Asturias, Alberto Alvarez Peña, ha señalado en más de una ocasión que “en Asturias, y en esa noche, también los niños iban pidiendo comida, especialmente dulces, por las casas. Sin embargo esta costumbre desapareció al ser prohibida fulminantemente por la Iglesia. Ni pedir por las casas ni tampoco comer, como se hacía igualmente en tal fecha, en el cabildo de la Iglesia, en días festivos, el pan sobrante de caridad, también conocido como pan de ánimas”.
(http://reinaastur.spaces.live.com)

4 comentarios:

  1. En parte es una pena que toda esa tradición esté desapareciendo, pero aún así, creo que el interés que se está tomando hoy en día con Halloween debería ser usado para recordar y enseñar a todos cómo era esa celebración en Iberia. Tal vez el maldito Halloween pueda ser la única esperanza de mantener esta tradición.

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  2. Eso mismo creo yo, aunque sea una festividad bastante distorsionada, en el fondo, de lo que realmente fue, puede ayudar, por lo menos, a que la gente se pregunte de dónde viene todo eso, con lo que se acabará sorprendido al ver que no es tan distinto de lo que hacían en su pueblo unas cuantas generaciones atrás.
    Un saludo

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  3. Hola Toni.
    ¿Podrías explicar algo más sobre las cabezas cortadas?

    Gracias. Un saludo.

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  4. Por lo que yo sé, es una tradición atribuida a los celtas -aunque no sólo los celtas cortaban cabezas en aquellos tiempos, claro está jaja- según la cual cortaban las cabezas a sus enemigos, pero no como muestra de soberbia hacia ellos, sino de respeto, aunque parezca contradictorio. Por lo que se cuenta, no eran trofeos de guerra -como pudiera parecer- sino que era algo así como una forma de reconciliarse con el espíritu del guerrero enemigo al que se daba muerte en una batalla y estas cabezas eran llevadas a sus poblados, colocándose en las puertas de las casas. Todo esto de la cultura de las cabezas cortadas ha quedado manifestado incluso en el arte medieval, pues se cuenta que muchas cabezas que aparecen en los pórticos de templos románicos, e incluso también en el arte gótico, son una herencia de la cultura céltica de las cabezas cortadas.
    Relacionando lo de las cabezas cortadas con Samain, se dice, que lo de los tubérculos y calabazas con velas dentro imitando cabezas son una sustitución de las cabezas cortadas, pues anteriormente no eran los tuberculos los que se iluminaban, sino las propias calaveras de las cabezas que fueron cortadas.
    Espero haberte servido de ayuda, aunque yo soy un simple aficionado a esto, seguramente por ahí podrás encontrar más y mejor información.
    ¡Salve, amigo!

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