lunes, 21 de octubre de 2019

El rey Batueco, los jáncanos y los rucones, Las Batuecas-Las Hurdes

En el número 450 de la famosa y longeva publicación de folklore, sabiduría popular y antropología en general, como es la Revista de Folklore, encontramos un interesante artículo (Similitudes entre leyendas y mitos de España, Irlanda y Escitia), del que extraemos las siguientes líneas, el cual, como su título indica, hace una comparativa entre mitos españoles e irlandeses que han llegado hasta nuestros días -o, al menos, hasta periodos cercanos, pues, tristemente, la tradición oral está en claro peligro de extinción, si es que ésta aún no se ha producido del todo-, y que tienen paralelos, igualmente, con mitos o leyendas de la antigua Escitia, en lejanas tierras euroasiáticas.
Nos ha interesado la historia del mítico rey Batueco, que como su nombre indica, reinaba por tierras de lo que es el Valle de las Batuecas y alrededores, donde  tenía como enemigos a los jáncanus, esa especie de "polifemos", conocidos también, en otros lugares peninsulares, como ojáncanos en Cantabria; ojarancos u ojancos en Castilla; olláparos en Galicia o pataricos en Asturias, seres, todos ellos, de un único ojo (el propio Batueco se podía asemejar, pues era tuerto). Este rey también tenía como enemigos a los rucones, un antiguo pueblo del periodo de las invasiones germánicas, al que muchos autores otorgan origen astur, pero que otros estudios los sitúan en el territorio hurdano, como las investigaciones de Jordá Cerdá o, posteriormente, el propio Félix Barroso Gutiérrez, el gran experto, como ya sabemos, en todo lo relacionado a este territorio.
Estas enemistades eran debidas a esa eterna lucha, tan recurrente, entre los agricultores, aquí representados por Batueco y sus vasallos, y los pastores, como los jáncanus, en dialecto asturleonés propio de la zona hurdana, o jáncanos en castellano, y los rucones, también pueblo pastoril.
Evidentemente, no negando ciertos conflictos existentes por el uso de las tierras y los pastos que se hayan podido dar a lo largo de los siglos, son muy pocas las ocasiones en las que se nos habla de la gran vecindad existente en siglos pretéritos, en la sociedad concejil, donde en los bienes comunales, de verdadera gestión pública, y no a lo que hoy llamamos público, se encontraba la satisfacción de todas las necesidades en cuanto a tierras de cultivo, de pasto y de aprovechamiento forestal y cinegético; pero ya sabemos que parece primar más la construcción, malintencionadamente o no -apostaría por lo primero-, de un pasado oscuro y negativo de la humanidad que ensalce el presente y, de tal modo, nos haga aceptar lo que a día de hoy vivimos en la sociedad contemporánea.
Pero dejando estos asuntos al margen y centrándonos en el tema de hoy, hemos de decir, por tanto, que estamos ante un mito que conjuga, de manera fascinante, lo fantástico y lo histórico, dando como resultado una joya más del acervo cultural hurdano.

Valle de las Batuecas - Foto: Gelomadrid15 - Wikipedia (2015)

Fuente: Similitudes entre leyendas y mitos de España, Irlanda y Escitia - Alejandro Herrero Pizarro - Revista de Folklore Nº 450 - agosto 2019

También en la mitología extremeña han permanecido leyendas sobre las luchas que mantuvo el rey Batuecu (que era tuerto) contra unos pastores cíclopes en el pasado. El rey Batueco y sus vasallos serían también pastores guerreros, aunque hacían uso de la agricultura, lo que causaría un conflicto con los jáncanus, como recoge Félix Barroso (Barroso 2015, 139). Uno de los aliados de este rey Batueco es un poderoso señor, familiar del mismo, al que llaman Tautu. Según relatos recogidos por Barroso, los jáncanus andaban en guerra contra el rey Batuecu y otros pueblos como los ruconis. Los rucones eran un pueblo para el que se ha propuesto origen cantábrico, riojano o astur trasmontano. Este pueblo habitaba de forma semiautónoma en tiempos de los godos (Siglos v y vi) para los que se han propuesto varias ubicaciones, desde Asturias a la zona extremeña de las Villuercas. San Isidoro y otros autores ubican la Ruconia entre montañas mientras otros lo sitúan cerca de la costa cantábrica.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Iglesia de Nossa Senhora do Monte, Duas Igrejas-Miranda do Douro

Traemos un nuevo ejemplo de sincretismo entre un elemento natural, de aquellos que solían ser, en algunos casos, objeto de culto, como puede ser un monte, y otro de culto cristiano, como puede ser una virgen, a la que, además, se le construyó un santuario. Hablamos de la Iglesia de Nossa Senhora do Monte, o lo que es lo mismo en castellano: Nuestra Señora o Virgen del Monte, en lo que sería una denominación que une ambos elementos, a través de la construcción gramatical de un genitivo sin declinación, a diferencia de aquellas lenguas clásicas estudiadas en tiempos mozos ya lejanos.
Esta iglesia se encuentra en la freguesía de Duas Igrejas, en el concejo de la famosa y bella población de Miranda do Douro, en el Trás-os-Montes, antigua tierra peninsular de influencia asturleonesa. El nombre de Duas Igrejas, precisamente, se debe a la existencia de lo que sería la iglesia parroquial, propiamente dicha, de esta población, situada, como es normal, en el caso urbano, y la que es nuestra protagonista de hoy, a las afueras, en campo abierto.

Nossa Senhora do Monte -Duas Igrejas- Foto: Google Maps


A priori no son muchos los indicios históricos que nos puedan hacer pensar que estemos ante un antiguo lugar de culto, más allá de esa combinación entre un elemento sagrado dentro del cristianismo, como es el culto a la Virgen, que ya de por sí, muchos autores relacionan con antiguos cultos a la Tierra o a la Madre Tierra, como se la suele denominar por otros muchos, y un monte o montaña, que ya conocemos que constituye uno de los elementos naturales, junto a otros, más sacralizados en la antigüedad; pero decimos que no son muchos los indicios históricos, en un principio, pues si tratamos de extraer información sobre la existencia de la construcción de la iglesia y del propio pueblo al que pertenece, vemos que la Iglesia de Nossa Senhora do Monte es de mediados del siglo XX y el pueblo no va más allá del siglo XVIII; esto, unido a que la ubicación del santuario no es un monte verdaderamente de entidad, de los que suelen tener, en muchos casos, incluso forma piramidal, y que solían ser muchos de ellos sacralizados desde tiempos prehistóricos, nos podrían haber hecho descartar la verdadera existencia de esta simbiosis sacra mencionada al principio de esta entrada. Si finalmente no hemos descartado esto, es porque hemos comprobado que existe una romería, de gran devoción no sólo en Duas Igrejas, sino en todo el entorno, que se celebra a mitad de agosto en este santuario, además de la orografía del lugar, con un espacioso llano, tan común en otros antiguos lugares de culto y de reunión. Los datos históricos no invitan a decantarse claramente por esta posibilidad, pero, por otro lado, creemos que una romería de tal devoción, difícilmente se puede remontar a poco más de dos siglos, aunque, nunca se sabe. Aunque así fuera, estaríamos, evidentemente, ante lo que sería la repetición de un patrón muy habitual en estos sincretismos que tanto nos gusta traer al blog y, ya sólo por eso, merecería, igualmente, ocupar un espacio en esta recopilación de antiguos lugares sacros de la Península Ibérica.
Queda abierta, por tanto, en este sentido, la puerta a la especulación en relación a este lugar.


 
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