miércoles, 17 de septiembre de 2014

Estatua-estela de Turbil, Beire

Nos acercamos a Beire, en la comarca navarra de Tafalla. En su término municipal se encuentra el castro vascón de Turbil, donde, muy cerca de él, se halló no hace mucho la Estatua-estela de Turbil, un ejemplo de estela íbera desconocido al norte del río Ebro, lo que la hace muy singular. Se piensa pudo sacralizar un espacio, externo al castro, pero cercano, pues preside los restos de una especie de anfiteatro cavado en el cerro, que bien pudo ser un lugar de reunión y de celebración de rituales de la población del castro de Turbil. El autor que hoy traemos, Julio Asunción, al que ya citamos en relación a la necrópolis íbera de Cabezo Lucero, entrando a analizar la estatua-estela, la más grande hallada hasta el momento en la Península Ibérica, y su naturaleza íbera, especula sobre la posibilidad de incluir a los vascones entre los pueblos celtíberos, imbuidos estos últimos de la cultura íbera, si bien, en mi opinión, y no negando de ninguna manera el interés sobre esta hipótesis, se pueda deber más a la cercanía física -esta zona limita con la Celtiberia, con los berones-, que a la propia pertenencia al grupo céltico, pues la propia diferenciación linguística, aunque sea esta aún una materia por aclarar, puede negar esta conclusión. Para concluir, hay que decir que la Estatua-estela de Turbil fue destruida por los conquistadores del poblamiento, seguramente por los romanos, como muestra de dominación, pues, a buen seguro, esta estatua-estela sería un tótem para dicha comunidad.
Tanto el castro, como la estatua-estela, fue estudiado por el arqueólogo Javier Armendáriz Martija, quien conoció la estela gracias al vecino de Olite, Julián Algarra, quien la descubrió en 2010. En el lugar donde apareció la estatua-estela se creó una especie de hito, o amontonamiento de piedras, para que quede el recuerdo del lugar que ocupó dicha Estatua-estela.
Desde aquí nuestro agradecimiento, de nuevo, a Daniel Salmador, quien nos habló de este hallazgo.

redhistoria.com

*Fuente: Julio Asunción - arqueologianavarra.blogspot.com

La estatua-estela de Turbil representa a un guerrero que viste un disco-coraza en su pecho a modo de protección. Su tipología es de influencia ibérica, ya que estos discos corazas los encontramos en otras esculturas ibéricas. No sólo es importante la estatua-estela de Turbil por su rareza, ya que no se ha encontrado nada parecido al norte del Ebro, también podemos considerarla la estatua humana de tipología ibérica más grande de la Península, ya que los restos recuperados alcanzan los 2,55 m. de longitud y los 870 kilos de peso. Falta otro trozo, la parte de debajo de la estela que todavía no se ha encontrado. La longitud total de la estatua-estela con la parte que falta llegaría a los tres metros de longitud.
Otro dato de gran importancia es que la estatua-estela de Turbil es una clara manifestación de la influencia del mundo ibérico sobre la mitad sur de Navarra. Esto nos puede llevar a uan hipótesis poco tratada. El territorio vascón, al menos en su parte más meridional, era una parte más de la Celtiberia, es decir, los vascones fueron otro pueblo más de los celtíberos como lo fueron los berones, los arévacos, los pelendones, los lusones y otros. ¿Era los vascones celtíberos?. Por lo que conozco de los yacimientos, enterramientos, ajuares y cerámica del territorio vascón, yo me atrevería a decir que sí. la estatua-estela de Turbil, que tuvo una gran importancia para los que habitaron este castro, es otra prueba más que lleva a esta conclusión. En este mismo castro se encontraron muestras de cerámica celtibérica. 

[...] El hecho de que la gran estatua-estela estuviera partida no se debe al paso del tiempo ni a los agentes atmosféricos. Un detalle inquietante del descubrimiento fue la constatación de que la estatua-estlea de Turbil había sido intencionadamente destruida. Probablemente esta destrucción fue obra de los atacantes qeu acabaron con el pobado. La estatua-estela debió ser una especie de tótem, de símbolo identificativo y protector de los habitantes del castro de Turbil. Con su destrucción, con la "muerte espiritual" de la estatua, también se destruía espiritualmente el alma del poblado. Es un ejemplo más de la importancia de los símbolos para el ser humano a lo largo de la Historia. Es posible, por tanto, que la cara del guerrero hubiera sido literalmente machada en el momomento en que se destruyó la estatua, y que los daños no se deban sólo a los agentes atmosféricos. La manera de destruir a un pueblo pasa por la destrucción de sus símbolos. En el Museo Arqueológico de Jaén podemos ver una importante colección de estatuas ibéricas que también fueron destrozadas ritualmente. La estatua-estela de Turbil fue realizada entre los siglos V-III a.C., el periodo de mayor desarrollo del castro de Turbil. Su destrucción pudo ser consecuencia de la llegada de los romanos a principios del siglo II a. C. con la primera romanización de la zona. El lugar donde se encontró la estatua pudo ser un lugar sagrado, un santuario o un lugar de reunión importante para los habitantes del castro de Turbil. Cerca del lugar de aparición de la estatua-estela se pueden ver varios túmulos de piedra que pudieron tener que ver con este posible santuario. Pero lo que más lleva a pensar en la existencia de un santuario es que 18 metros al Este del lugar de aparición de la estatua-estela de Turbil podemos ver una exedra excavada artificialmente de 30 metros de diámetro y entre 3 y 5 metros de profundidad. Está orientada hacia el Este, hacia la salida del sol. Forma una especie de anfiteatro colgado sobre el borde del cerro.


Lugar que ocupó la Estatua-estela - Julio Asunción


2 comentarios:

  1. Más que considerar que los vascones eran celtíberos, lo más lógico es aceptar de una vez que la mitad norte de Navarra estaba ocupada por los vascones, en tanto que la mitad sur por los celtíberos.
    No se ha encontrado ni un sólo resto vascón en la mitad sur de Navarra, y sin embargo los restos celtíberos aparecen de Beire a Cortes y de Peralta a Tudela.

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  2. Por otro lado, Tito Livio que es la fuente principal en relación a la situación del Valle Medio del Ebro al momento de la conquista romana es muy claro al decir que remontando el Ebro no se entraba en territorio vascón hasta pasar Calahorra.

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