sábado, 9 de septiembre de 2017

Cueva de la Cascada del Chorro y Ermita de San Cornelio, Yebra de Basa

Volvemos a Yebra de Basa, municipio de la comarca aragonesa de Alto Gállego, lugar cargado de símbolos y sincretismos muy curiosos. Hoy traemos una de esas simbiosis que tanto nos gustan: un soberbio paraje sacralizado a través de la construcción de un templo; aunque sin el templo, al natural, como se practicaban los cultos con anterioridad a la llegada de los romanos, nos gustaría aún más. En concreto se conjugan, para ser exactos, tres elementos: una cueva, una bella cascada -la Cascada del Chorro- y una ermita -la Ermita de San Cornelio-. Como ocurre con tantos de estos lugares -esta semana con algunas de las entradas ha quedado más que evidente- es poca la información que se puede conseguir a distancia, sin una observación sobre el lugar -esperamos poder visitar algún día este interesante municipio-, pero queremos tratar de enlazar ciertos indicios concurrentes en este enclave.
En primer lugar, la construcción de un templo cristiano, en este caso, una ermita, en tan espectacular paraje, ya nos hace de por sí sospechar que pudiéramos estar ante un antiguo lugar de culto. La magnificencia del cortado donde se encuentra, con una bella cascada, la ermita y una cueva, nos recuerda a otros tantos lugares en los que se conjugan similares elementos. En segundo lugar, hemos de analizar la consagración de la ermita, por si nos pudiera dar alguna pista: San Cornelio. Lo primero que observamos es que nos encontramos ante un santo mártir, es decir, de los primigenios dentro del santoral católico, que son los que suelen sustituir a antiguas divinidades. En este caso no hemos encontrado nada en relación a dioses documentados en la Península Ibérica que pudieran haber sido suplantados por San Cornelio, pero sí la sustitución que este santo hizo de un tal Corneno en la Bretaña francesa. Así lo relató un clérigo francés, del pasado siglo XX, llamado Jean Mathieu-Rosay, de quien traemos sus palabras, pues bien pudieran servir de pista, haciendo un paralelismo, para seguir las huellas de alguna divinidad similar que hubiera podido ser adorada en el paraje al que, desde el blog, nos hemos acercado.
Una vez más, estaríamos ante un numerus apertus, y no clausus, que dirían los juristas. Son más incógnitas que respuestas las que vuelven a surgir.

Foto: excursionesporhuesca.es

Fuente: Jean Mathieu-Rosay

En Bretaña, los ganaderos paganos adoraban a un tal Corneno, que era un horrible ídolo con cuernos. Los misioneros de la región de Carnac no lograban alejarlos de esa superchería y que se convirtieran al cristianismo y basándose en el sabio principio de que nunca se termina de suprimir lo que no se reemplaza, eligieron de entre la relación de santos cristianos el nombre que tenía más posibilidades de sustituir a Corneno. Y el escogido fue Cornelio. No eran tiempos para que los bravos bretones se fijaran en cuestiones de ortografía...aunque quedaba el problema de los cuernos, que como es natural, no cabían en la figura de un Papa. La solución consistió en que, en lugar de ponerlos en su cabeza, se los pusieron en las manos y de este modo, los bretones aceptaron a San Cornelio y le confiaron sus ganados.


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