jueves, 10 de abril de 2014

Sacralidad rupestre en el despoblado de Malamoneda, Hontanar

Esta semana, amigos del que suscribe, estuvieron visitando el despoblado de Malamoneda, una antigua población cuyo origen se remonta a época romana y que fue habitado, seguramente, hasta el siglo XIV, cuando se fundó Hontanar -en 1376 según las Relaciones topográficas de Felipe II- probablemente como fruto de la despoblación de Malamoneda, además de ser actualmente Hontanar el municipio en el que se encuentra el despoblado. Destacan en ella una necrópolis rupestre de origen romano, con uso también en época medieval, dos epígrafes funerarios, según se dice romanos, una gran cazoleta en una roca y la presencia de un torreón seccionado cuya cronología le ubica entre los siglos XII y XIV.
Además de estas evidencias, tenemos que destacar la existencia de algunos elementos que indican que seguramente el lugar ya fuera objeto de culto desde tiempos prerromanos; así tenemos la existencia de una especie de altar rupestre que, Alejandro Vega, autor al que conocemos personalmente y del que extraemos unas líneas, denomina como pila de los sacrificios y una especie de verraco, no obstante nos encontramos en un territorio perteneciente a la comarca de Montes de Toledo, fronterizo entre lo que fue tierra de vettones y carpetanos. Alejandro Vega describe la forma de embudo de este verraco, calificándolo como piedra de la transmigración de las almas. Que sea él quién nos explique.

Verraco de Malamoneda. Foto: Ana Olivera Poll

*Fuente: Alejandro Vega, eltoledoescondido.wordpress.com

Este lugar no deja de sorprendernos, con muchas más huellas ancestrales, que le dan una importancia sin igual dentro del contexto tanto histórico como simbólico. Me refiero a un hito que se encuentra en lo alto del cementerio y que según los entendidos dicen ser un tótem o “verraco” de la cultura ibérica. Pero también por la forma de embudo en sus bajos y estando orientado dicho hueco de este a oeste, pudo servir en tiempos para que las almas pasaran de un lado a otro, es decir, la “piedra de la trasmigración de las almas”. 

[...] Allí se encuentran varias curiosidades bastantes importantes, como por ejemplo los paredones de un viejo castillo, que dicen haber pertenecido a la orden del Temple, pues desde aquí se controlaba un paso trascendente por los Montes de Toledo, entre los cerros del “Puerco” y el “Aceral” y también el río Cedena.
También se encuentra allí una gran torre vigía, que está partida en dos y sus restos han servido para construir las casas y corrales de alrededor. En una de sus esquinas se encontraba una reliquia romana. Piedra donde se daba un nombre romano de la antigua Lusitania. Lo más importante del lugar es el gran cementerio de tumbas excavadas en el duro granito. Unas se encuentran en línea, otras en familia y otras individuales, dejando un gran enigma por resolver, por su gran extensión. Están repartidas por todo el valle hacia el río, quedando algunas de sus tapas a los lados. En el centro del mismo, se encuentra un díptico tallado en piedra, aunque la talla de sus letras se encuentran casi desaparecidas e ilegibles, siendo por tanto otro enigma por resolver, aunque algunas gentes mayores, dicen que son las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos. Allí se encuentra también la “pila de los sacrificios”, dentro de un círculo de piedras al que le falta la techumbre o la gran losa de piedra alisada y con asientos, donde se hacían las asambleas.

Este era un gran cazadero desde la prehistoria, por eso en alguna de las grandes piedras que se encuentran en lo alto del paraje, vemos que contienen cazoletas talladas, dispuestas para recoger en ellas la sangre del animal cazado y bañarse en la misma para recoger su fuerza y su espíritu. En la parte baja hay una lobera, que debió de servir de refugio a los cazadores y pastores de estos territorios.


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