lunes, 24 de septiembre de 2018

Cueva de Coímbre, Alles-Peñamellera Alta

En el concejo del oriente asturiano de Peñamellera Alta -en asturiano El Valle Altu de Peñamellera- encontramos una muestra más del arte rupestre prehistórico cantábrico. En este caso no son pinturas, sino grabados los que representan las típicas muestras de zoomorfos tan habituales del magdaleniense cantábrico, destacando el grabado de un bisonte que tanto nos recuerda a los de las Cueva de Altamira, que hoy, por cierto, andan de aniversario, por el 139 aniversario de su descubrimiento. Estos grabados se hallan en la Cueva de Coímbre, también conocida como Cueva de las Brujas, lo que supone, quizás, una prueba de que desde antes de su descubrimiento para la ciencia, los paisanos de la zona conocían de sobra la existencia de distintas muestras y grabados rupestres que identificaban, a buen seguro, con lo enigmático y desconocido que puede presentar, por ejemplo, el mundo brujeril, de ahí el nombre, aunque dicho sea de paso, esto no supone más que una especulación del que suscribe. Los grabados se encuentran dispersos en lo que es la sala principal de la Cueva.
En los últimos años se han realizado excavaciones arqueológicas que han servido para proporcionar objetos de adorno y arte mueble de hace unos 14.000 años.

Representación de un bisonte en la Cueva de Coímbre - Foto: artepaleoliticoenasturias.com

Fuente: artepaleoliticoenasturias.com

LA CUEVA DE COÍMBRE, también llamada “de las Brujas”, es valorada arqueológicamente en el año 1971, tras la identificación de los grabados que decoran sus paredes, notificada por el entonces médico del pueblo D. Gregorio Gil. A pesar de la valoración inicial que se hace de la cueva, donde además del arte rupestre se alude a la presencia de abundantes restos arqueológicos que se recogen en superficie y que apuntarían a la enorme potencialidad del yacimiento, no se hace estudio alguno sobre su depósito arqueológico, permaneciendo este en el olvido y desprotegido frente a actuaciones antrópicas de carácter agropecuario y a frecuentes saqueos, que alteraron los niveles arqueológicos en distintas áreas de la cueva.
No obstante, desde el año 2008 se vienen repitiendo campañas de investigación arqueológica, dirigidas por el arqueólogo y profesor de la UNED, David Álvarez Alonso, quien coordina un numeroso equipo de investigadores. Dichos trabajos se han venido financiando por el Grupo de Investigación de Alto Rendimiento de Prehistoria de la Universidad del País Vasco y por el Ministerio de Educación y Cultura, aunque las últimas campañas han sido financiadas en su integridad por la fundación María Cristina Masaveu Peterson. 
Aunque todavía se encuentran en curso de desarrollo los estudios líticos y faunísticos, así como el estudio sedimentológico, palinológico, antracológico, microfaunístico, de materias primas líticas y del conjunto artístico, ya se han publicado algunas conclusiones respecto a los trabajos llevados a cabo en estas últimas campañas. El análisis y procesado de los restos hallados se realiza en el laboratorio de arqueología de la UNED, en Gijón.
Las excavaciones arqueológicas realizadas han puesto de manifiesto la existencia de un rico nivel de ocupación correspondiente al magdaleniense superior y final, donde además de industria lítica y ósea, y restos de fauna, ha proporcionado objetos de adorno y arte mueble, con dataciones en torno a 12.000 BP. Los restos de adornos consisten en tres conchas perforadas y dos caninos atróficos de ciervo perforados. El yacimiento también ha proporcionado varios fragmentos de azagayas, varillas y un arpón con una hilera de dientes.


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