miércoles, 16 de diciembre de 2015

La Casa de Las Cabezas, Ledesma

Volviendo de Los Arribes del Duero (Las Arribes en la provincia de Salamanca), camino de la antigua Helmántica, había que realizar obligada parada en la población de Ledesma, de antigua fundación vettona, al igual que Salamanca, y también ribereña del río Tormes. Paseando por las calles de su casco histórico, muy cerca de la Iglesia de Santa María la Mayor, en la calle de los Curas, nos encontramos con la conocida como Casa de Las Cabezas. Rápidamente se da cuenta uno del porqué de dicha denominación, pues a ambos lados del portón, en su parte superior, se pueden apreciar dos cabezas en piedra.
Ante este tipo de manifestaciones siempre le acude a uno a la cabeza -nunca mejor dicho- la ancestral manifestación céltica de las cabezas cortadas y, como tal, comprobamos, con posterioridad, que el cartel explicativo que hay junto a la casa se hace eco de esta interpretación, lo cual nos sorprendió, pues no suele ser habitual encontrar referencias a reminiscencias paganas o precristianas, de este tipo de manifestaciones, en carteles o folletos turísticos. Es posible que las cabezas hayan sido esculpidas en época medieval, aunque también es sabido que muchos elementos de este tipo, prerromanos y romanos, fueron reutilizados en construcciones posteriores, ya sea por motivos funcionales o estéticos, como en este caso. Lo que sí parece, de ser cierta esta interpretación, es que tal y como se describe en el texto del cartel que aportamos, las "cabezas cortadas" se siguieron colocando en la entrada de las casas con fines protectores o mágicos.

Foto: Iberia Mágica - 09/12/2015

*Fuente: cartel explicativo

Esta calle, llamada de los Curas, es una de las de mayor sabor medieval de la villa. En ella y en torno a la iglesia de Santa María habitaban gran parte de los numerosos clérigos que tuvo Ledesma.
Entre sus casas se encuentra ésta, llamada "de las cabezas", que perteneció al arcipreste Antonio Vicente del Águila. D. Antonio, así se le conocía, fue la primera autoridad eclesiástica en su tiempo y la tuvo arrendada a Lorenzo Torrente, que era empleado de rentas reales.
La casa toma su nombre de las cabezas de su fachada, sobre cuyo significado y antigüedad hay diversas interpretaciones. Algunos las emparentan con ritos precristianos, de origen celta y de sacrificio ritual de los vencidos, a quienes se cortaba la cabeza con fines protectores y se colgaba o esculpía a la entrada de la casa. Otros, sin embargo, creen que tienen que ver con el santoral o quizá se trate simplemente de exhibir el orgullo familiar: retratos de antepasados.







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