viernes, 31 de julio de 2009

El monte Teleno

Hoy nos despedimos hasta la vuelta de las vacaciones estivales con el monte sagrado de los astures, aquellos que tenían por capital la antigua Asturica por la que ya pasamos no hace muchas fechas. Un curioso caso más de sincretismo entre divinidades indígenas y romanas de donde surgió Mars Tilenus, el antiguo Teleno astur, por lo visto es la derivación fonética del dios celta Belenos, del que tomó el nombre el propio monte -aunque también hay quien especula con su atribución al dios Lug, como se cita más abajo-.

¡Qué los dioses de la antigua Iberia os sean propicios! ;-)


















El monte Teleno se eleva hasta los 2.188 msnm en la zona central de los montes de León, conjunto montañoso que forma parte del Macizo Galaico-Leonés
El mítico monte Teleno de los astures adquirió el reconocimiento de dios por los romanos, quienes lo dedicaron a Mars Tilenus.
La comprensión de Roma hacia los cultos indígenas condujo en muchas ocasiones al sincretismo religioso: los dioses locales eran venerados bajo un nombre mixto romano – indígena. Ejemplo de ese sincretismo es este Mars Tilenus: era a la vez el dios romano Marte, bajo su advocación agraria, y el dios indígena Tilenus.
Por Estrabón se conoce la existencia de un dios guerrero asimilado a Marte, a quien se sacrifican machos cabríos, caballos y también prisioneros.Está documentado a través de una inscripción aparecida en una lámina de plata, en Quintana del Marco, con el nombre de "Marti Tileno". En Astorga se han documentado estelas funerarias indígenas y de culto a la Tríada Capitolina, Minerva, Zeus Serapis y Marte Tileno, entre otros.

(Wikipedia)











Representación del dios Belenos

...sobre Teleno (montaña), te diré que, cuando hago el camino de Santiago, veo su inmensa mole ante mí, durante un par de jornadas. Y en días de gran "fatiga" y mucho calor, me ha parecido ver en su cumbre, a los dioses mofándose de los esforzados caminantes que sufrimos los rigores de un clima que ellos manejan. ¿Alucinaciones por cansancio?, ¿espejismo por el calor?, ¿mucha imaginación?..... ¡qué más dá!, lo cierto es que se intuye una "presencia divina" en la zona. Dicen... que el monte Teleno es la morada de Lug, el lobo, el que enseño al hombre... En un principio, el hombre aprendió del lobo a cazar organizadamente, en grupo, aprendió a vivir en sociedad,... cada individuo debe cumplir su misión en el grupo.
(Adivinorum en celtiberia.net)

jueves, 30 de julio de 2009

Santuario celtíbero de Segeda

La que dicen fue capital de la tribu celtíbera de los belos, Segeda, ha sido protagonista este verano por un descubrimiento sin igual en la Península Ibérica y dentro del mundo celtíbero. Por los estudios hechos público el pasado mes de junio, se puede decir que cuando se empezó a excavar en 2003 una plataforma construida con losas de piedra en el yacimiento de Segeda, se estaba descubriendo el primer santuario construido que se haya conocido hasta ahora dentro del mundo céltico en la península. Tenemos ejemplos de santuarios celtíberos conocidos con anterioridad, pero todos son naturales, de ahí la singularidad de este hallazgo. Como no podía ser menos, en cuanto hemos tenido constancia de esta noticia, aunque sea con unas semanas de retraso, era obligación hacerse eco en este sitio web.






















Estudios combinados de arqueología y astronomía revelan que una plataforma de grandes piedras encontrada en el yacimiento de Segeda (Mara, Zaragoza) servía para celebrar ceremonias rituales en el solsticio de verano hace 2.200 años.
Si Panorámix cortaba el múerdago con una hoz de oro en el solsticio de verano no era por casualidad. Todo el mundo celta rendía culto al sol y a los solsticios. También en la Península Ibérica los celtíberos tuvieron ritos en torno a la cosecha, las estaciones y los días más corto y largo del año. Pero hasta ahora apenas se sabía nada de si tuvieron templos o santuarios en los que celebraban algún tipo de ceremonia.El yacimiento de Segeda, entre Mara y Belmonte de Gracián, en la comarca de Calatayud, puede arrojar a partir de ahora una luz importantísima sobre este aspecto de nuestro pasado. El equipo de investigación que trabaja en el enclave, combinando disciplinas aparentemente tan alejadas como la arquelogía y la astronomía, acaba de llegar a la conclusión de que una plataforma monumental de piedra encontrada hace unos años en el yacimiento se trata en realidad de un santuario celtíbero.

















Segeda I o El Poyo de Mara, punto donde se encuentra el santuario

Un santuario en el que se celebraba alguna ceremonia ritual en el solsticio de verano. “Es el primer santuario construido por los celtíberos que se descubre en la Península Ibérica –señala Francisco Burillo, director del equipo de investigación, que presentó ayer los resultados-, porque el único que se conocía hasta ahora, el de Peñalba de Villastar, es natural”.“Los celtíberos contaban el tiempo por noches, y no por días, pero eso no significa que no veneraran al sol –añade Sopeña, que no forma parte del equipo-. Tenían una fiesta muy importante, la de la cosecha, Lugnasadh, consagrada a un dios que se adoraba en todo el ámbito céltico, desde Irlanda a Peñalba de Villastar, el dios Lug. Sabemos que para ellos los solsticios y equinoccios eran muy importantes, y que tenían ritos y celebraciones para esas fechas”.Así pues, Segeda puede pasar a la historia como el primer sitio donde se descubre un santuario construido por los celtíberos. Fue Martín Almagro Gorbea, que había estudiado el aljibe monumental de Bibract (Francia) y su relación con el paisaje y la astronomía, quien alertó de la necesidad de realizar un estudio arqueoastronómico. Así que el equipo de investigación contactó con Manuel Pérez Gutiérrez, profesor de Astronomía, Geodesia y Cartografía de la Universidad de Salamanca, que se desplazó a finales de abril pasado al yacimiento a tomar todo tipo de fotografías y mediciones. Pérez vio que la bisectriz del ángulo de 130 º se alineaba con el cerro de la Atalaya, un hito destacado del paisaje. Y buscó más. Con la ayuda de varios programas informáticos reconstruyó la situación astronómica del cielo en el año 200 antes de Cristo, fecha aproximada de construcción de la plataforma, y vio que la bisectriz no solo apuntaba al cerro de la Atalaya, sino que también marcaba el solsticio de verano, el día más largo del año, que en el 200 a. de C. era el 26 de junio.Visto así, todo parecía muy bonito, pero hacía falta la comprobación. Así que el pasado domingo (21 de junio, solsticio de verano actual) el equipo de investigación de Segeda se fue a última hora de la tarde al yacimiento. “Cuando llegamos se me cayó un poco el alma a los pies –recuerda ahora Francisco Burillo-. El sol estaba bastante alejado de la alineación”. Pero poco a poco fue acercándose hasta que, a las 21,20 el sol se colocó encima de la cumbre del cerro de la Atalaya y, en cuatro o cinco minutos, desapareció. “Fue algo impresionante, un momento mágico”.
Mariano García.(MARIANO GARCÍA. Zaragoza, Heraldo de Aragón)
















21 de junio, 21.20 h., cerro de La Atalaya visto desde Segeda

miércoles, 29 de julio de 2009

Cabo da Roca, onde a terra acaba e o mar começa

Emociona conocer in situ un lugar tan emblemático del que tantas veces uno oyó hablar, el punto más occidental de Europa. No es extraño que fuera un lugar sagrado para la gente del mundo antiguo por lo impactante de la magnitud del acantilado, todo su entorno y sobre todo ese viento que no para de azotar -allí se encontraba un antiguo santuario de culto lunar y solar, ya desaparecido, con aras consagradas en círculo-. Muy recomendable contemplarlo a última hora de la tarde y ver el sol ponerse sobre el oceáno si la nubosidad lo permite. La roca volcánica -de los pocos ejemplos que tenemos en la Península Ibérica, otro sería Cabo de Gata- hace aún más atrayente dicho paraje dándole su tono caracterísco.


















Era conocido por los romanos como Promontorium Magnum y durante la era de la navegación a vela como la Roca de Lisboa. El acantilado emerge del océano Atlántico a aproximadamente 140 metros sobre el nivel del mar.
El poeta Luís de Camões definió el Cabo da Roca como el lugar "donde la tierra acaba y el mar comienza" ("Onde a terra acaba e o mar começa").

(Wikipedia)

martes, 28 de julio de 2009

Los Barruecos

Hoy nos acercamos a Extremadura, a un paraje natural que no deja indiferente y que ya fue elegido como santuario, allá en los tiempos prehistóricos, por nuestros antepasados. Una vez más, la naturaleza nos supera como la gran artista a la que siempre imitamos o deberíamos imitar; operación que, en opinión de Juan G. Atienza, no ha sabido ejecutar Wolf Vostell en aquel lugar.
















"Los Barruecos" de Malpartida de Cáceres es un hermoso paraje natural, típico ejemplo del berrocal extremeño constituido por las granodioritas del denominado batolito de "Cabeza Araya”, situado al oeste de la ciudad de Cáceres y que se extiende hasta Portugal. Se trata de un berrocal bien desarrollado por efecto de los procesos erosivos,que se muestra en superficie formando grandes bloques redondeados,los cuales han contribuido en gran medida al refugio y asentamiento de grupos humanos desde el paleolítico hasta la alta edad media. Son significativos los vestigios de pinturas rupestres esquemáticas, cazoletas, cerámicas e industria lítica del Calcolítico y de la Edad del Bronce.


















También encontramos las ruinas de un amplio "vicus" de época tardorromana, con sepulcros antropomorfos, viviendas, prensas de aceite e inscripciones votivas dedicadas a la diosa prerromana Ataegina. Una antigua presa y su embalse, con molinos y batanes del siglo XVIII, completan el conjunto histórico de este interesante lugar. Por todo ello, ha sido declarado Monumento Natural de Extremadura con un centro de interpretación anejo y un museo dedicado a la antigua industria de la lana.
Las formas de modelado de estas rocas graníticas son muy variadas, todas ellas se han originado fundamentalmente por meteorización química y mecánica, debido a la acción del agua de lluvia, que actúa hidratando, hidrolizando y disgregando los minerales granulares que constituyen el granito.

(Jugimo, celtiberia.net)


















Siguiendo las flechas tan prolijamente repartidas por la municipalidad de Malpartida, se llega a una llanada tachonada de piedras inmensas que constituye uno de los paisajes más alucinantes con que nos podríamos tropezar. En lo más alto de las rocas hay nidos de cigüeñas y un acúmulo de vestigios de tiempos pretéritos tan asombroso que costaría tropezar con otro enclave tan rico.El lugar se llama el Barrueco y, si uno tiene un poco de suerte -mi buen amigo Juan Gil Montes la ha tenido, a fuerza de tesón- puede encontrarse con algunos ejemplares preciosos de hachas pulimentadas del mejor estilo. Pero no se detiene el interés en las hachas. Una de las enormes piedras de la llanada forma una especie de concavidad debajo de otra peña en forma de seta (es el único modo que se me ocurre de dar una pista a quien se encuentre por primera vez en aquel lugar). Esa concavidad está llena de grabados prehistóricos de formas abstractas, muchos de ellos casi enteramente borrados, pero aún reconocibles en la mayor parte de los casos.



















Poco más allá, otra peña superpuesta -esta de ahora tiene una forma oval y para encontrarla (juro solemnemente que es difícil) habría que tomar como punto de referencia los nidos de las cigüeñas, a la izquierda presenta una juntura entre peña y peña de forma horizontal: un grieta de apenas treinta y cinco centímetros que casi parece imposible de pasar.Pero merece la pena intentarlo, porque es posible, aunque sienta uno que la piedra va a aplastarle. Lo que encontrará en el interior compensa ampliamente el esfuerzo, porque allí, el hombre prehistórico hizo un santuario. Dentro de la grieta, la peña forma una bóveda de poco más de un par de metros cúbicos de capacidad y toda la pared está cubierta de pinturas de color ocre, que alternan las figuras humanas estilizadas y un cúmulo de signos abstractos -puntos, rayas, ángulos- de ese lenguaje que se ha venido a llamar esquemático y que yo insistiría siempre en denominar como muy coherente, sólo que..., por desgracia, de significado aún desconocido para nosotros.
No terminan aquí las sorpresas. Si caminamos hacia el Este por el recinto del Barrueco, encontraremos otro de esos enormes peñascos con una profunda oquedad a la que se puede acceder desde los dos lados, porque otra piedra parece sostener el hueco. Allí hay más grabados, profundamente trabajados en la piedra y de mayor tamaño. Entre ellos se adivinan sin esfuerzo la figura estilizada de un ser humano sin brazos y una enerme cabeza y otras dos figuras que están formadas apenas por una raya profunda que representa el cuerpo y un agujero para la cabeza.A pocos metros de esta peña, el campo se convierte en un enorme cementerio de tumbas antropomorfas excavadas en las peñas.



















Curiosamente, parecen haber sido elegidas algunas piedras en forma de nave y, sobre esa nave, se excavó la tumba, casi siempre de pequeño tamaño, como para albergar a seres de poca estatura. Las hay aisladas y formando parejas y, en ocasiones, se encuentra alguna peña que tiene excavadas tres y hasta cuatro tumbas, todas perfectamente reconocibles. Y, para mayor continuidad en el tiempo, no hace muchos años que comenzaron a excavarse, también por esta zona, los restos de una construcción romana que aún nadie ha sabido determinar si se trataba de una villa o de algún tipo de santuario. (Y eso, por supuesto, sin contar con las abracadabrantes obras del mencionado Vostell, que se mezclan con los restos del pasado y pretenden convertirse en un mesiánico mensaje para el futuro. Juzguen ustedes por el letrero que preside una de ellas:

"EL MUERTO QUE TIENEN SED. Ruego a la ciencia abrir esta escultura transcurridos 5.000 (sic) años. A partir de esta fecha sacar la caja de plomo y analizar el vacío interior para visualizar su forma de energía y pensamientos. Malpartida de Cáceres, 4.1.78. Vostell".

A veces se me ocurre pensar que la magia arcaica influye, sin poderlo evitar, sobre las alucinaciones de los hombres de nuestro tiempo.)

(Juan G. Atienza)

lunes, 27 de julio de 2009

El santuario de la Fuencisla, Segovia.

El sábado visité una de las más bellas ciudades ibéricas. La antigua Segovia. Esta ciudad hunde sus raíces en la época celtibérica, siendo una de las seis ciudades arévacas nombradas por Plinio, aunque también se habla de su origen vacceo.
En concreto, se dice que el castro se hallaba sobre el actual Alcázar justo en el vértice que, a modo de proa, se eleva sobre el barranco entre el Clamores y el Eresma. Éste es un punto desde donde se divisa el santuario de la Fuencisla.

















He aquí donde quiero llegar, en opinión de un humilde aficionado y lego en la materia, considero que si bien el castro estaba en lo alto, el santuario propio celtíbero se encontraba, como de costumbre, fuera del poblamiento en el margen derecho del Eresma, justo donde el actual santuario de la Fuencisla.No he encontrado documentación al respecto, pero una especulación de Juan Ignacio Cuesta y mi visita del otro día me hicieron llegar a esa conclusión. Todos, o casi todos, los ritos precristianos -o más bien diríamos prerromanos en este caso- eran cultos naturalistas que divinizaban montañas, bosques, ríos, cuevas y, como no, manantiales. Aquí nos encontramos uno más, del que toma su nombre el santuario y la virgen, quedando patente en la propia raíz del vocablo.























El telurismo que desprende la orografía con la gran pared de roca, su fuente y el origen milenario de esta ciudad nos hacen sospecharlo. Quiero dejar constancia de que este santuario se encuentra además en lo que se ha venido a llamar como la zona sacra segoviana a las afueras del casco urbano, al otro lado del río Eresma, donde, entre varios templos y conventos, encontramos a muy poca distancia la que dicen iglesia templaria de la Vera Cruz.
















Iglesia de la Vera Cruz con el Alcázar al fondo

viernes, 24 de julio de 2009

El Maestrazgo

De nuevo, en esta entrada, son protagonistas los templarios. No nos gustaría acabar aburriendo al personal con la figura de estos monjes-guerreros, pero sus pasos están tan extendidos entre los lugares que son sagrados desde tiempos inmemoriales, que es obligada su mención. En este sentido, aunque sólo -que no es poco- mueva un interés meramente antropológico, es mucho lo que se les debe, pues rescataron muchos enclaves del olvido y han sido, con toda la dificultad que conlleva seguir las huellas de un grupo proscrito, una fuente de información muy importante.
La comarca de El Maestrazgo fue uno de sus lugares predilectos.
















Toll d'en Drac, El Maestrazgo


El Maestrazgo (El Maestrat o El Maestrat vell en valenciano) es una comarca histórica y natural que se extiende por el norte de la provincia valenciana de Castellón y el sureste de la provincia aragonesa de Teruel.

El nombre de Maestrazgo deriva del término maestre, ya que estos territorios se encontraban bajo la jurisdicción del Gran Maestre de las órdenes militares del Temple, San Juan y Montesa. En 1838, durante las Guerras Carlistas, se creó la Comandancia General del Maestrazgo como distrito militar.
(Wikipedia)
















Ares del Maestre, con su característica formación rocosa en lo alto conocida como La Muela. Sobre la misma se hallaba lo que fue un castillo templario. Curiosa toponimia la de esta población, homónima al menos del dios de la guerra griego. En las cercanías del municipio existe un yacimiento ibero, el de Hostal Nou

El Maestrazgo no es lugar para una ruta, sino una zona absolutamente repleta de síntomas mágicos que ya fueron captados por los templarios cuando, de un modo sistemático, consciente y continuado, fueron apoderándose de lugares, fortalezas y enclaves que, de una u otra manera, formaban parte de este ancestral conjunto de recuerdos insólitos desde las épocas más oscuras de la cultura humana. Sin grandes vías de comunicación, con escasos ríos que la mayor parte del año son simples torrenteras, en un medio seco y árido que le da precisamente su personalidad inalienable, el Maestrazgo es lugar donde caminar pueblo a pueblo, sin dejar uno solo, apuntando en cada uno costumbres, monumentos insólitos, recuerdos demasiado extraños par apoder pasarlos por alto. Por eso, la ruta que voy a proponer en este itinerario no es la única, ni mucho menos, sino apenas un ejemplo -y estoy seguro que ni siquiera el más acertado- de todo el componente insólito de la comarca, señalada por los maestros de la prehistoria, por los monjes medievales, por los caballeros del Temple, por los peregrinos, por los locos y por los carlistas, que convirtieron aquellos lugares en un lugar de violencia y de luto.

El Maestrazgo es tierra donde el elemento mágico se mantiene aún extrañamente vivo. Allí se da la presencia de curanderos y, sobre todo, de ermitas cuyas imágenes están especialmente destinadas a curar todos los males. En el Maestrazgo hay milagros recientes, cruceros góticos escondidos por las aldeas más apartadas y viejos monasterios donde se buscó el conocimiento en profundidad.

Los templarios tomaron una parte muy activa en las campañas por la conquista de Valencia llevadas a cabo por Jaime I el Conquistador. Al cabo de ellas, se vieron dueños de una importante zona, parcialmente compartida por los caballeros de la orden de San Juan. Es curioso advertir que el interés de la orden del Temple por territorios de esta comarca desmiente la suposición -por otro lado bastante extendida- de que los llamados "pobres comilitones del Templo de Salomón" tenían ansia de riquezas y de territorios estratégicamente importantes. El interés de los templarios por determinados núcleos geográficos como estos del Maestrazgo sólo puede explicarse por su búsqueda constante de enclaves en los que, de un modo u otro, surgían las pruebas de haber servido ancestralmente como centros cultuales de gran importancia en las formas religiosas imperantes antes de la implantación del cristianismo. Si repasamos los modos que emplearon los monjes blancos para apoderarse de los lugares que les interesaban veremos cómo, en unas ocasiones, los solicitaron de los reyes de la Corona de Aragón como pago por su ayuda en las campañas de conquista; cómo, en otras ocasiones, los permutaron por enclaves que les habían sido donados y que, a pesar de su riqueza evidentemente superior, carecían del atractivo mágico que estos otros podían tener para ellos; cómo, finalmente, los compraban o los exigían por diversos medios, incluso provocando donaciones de nobles terratenientes que legaban sus dominios al ingresar en la orden, en un momento o en otro de su vida.
(Juan G. Atienza)

jueves, 23 de julio de 2009

Los megalitos del Alentejo

Sobre todos estos temas es mucho lo que se escribe y se dice, por lo que los que somos simples aficionados, en muchas ocasiones quedamos en un estado de confusión entre tantas informaciones contradictorias vertidas. En esta entrada, al final, traemos a colación unas palabras de Juan Ignacio Cuesta, donde se dice que los alineamientos de Carnac son posteriores al movimiento megalítico que se dió en el neolítico, pero en otras fuentes, más enciclopédicas, se dice que forman parte del propio movimiento megalítico y que están fechados entre los años 4500 y 2500 a. C. Con esto sólo queremos advertir de este tipo de contradicciones y que el posible lector que por estos sitios asome, si tiene por conveniente, contraste con otro tipo de fuentes. Aquí lo único que queremos remarcar es el gran movimiento megalítico que se dio en el Alentejo portugués y darlo a conocer a quién no hubiera oido hablar de ello. Estos megalitos son un gran atractivo para visitar aquel territorio ibérico. Como dato a añadir, decir que algunos de ellos han sido reutilizados como ermitas cristianas, incluso como parte de viviendas, aunque esto no es exclusivo del Alentejo, en más lugares, sin destruirlos ni cambiarlos de lugar, se han reutilizado de igual forma.












Cromlech de los Almendres (Évora, Portugal)


El mayor conjunto de dólmenes y menhires de la Península Ibérica se encuentra en las tierras portuguesas de la región del Alentejo ("Allende el Tajo"), y especialmente en los distritos de Portalegre y Évora, limítrofes con la Extremadura española, con la que comparten, entre otras muchas cosas (pues en pocos lugares la frontera es más política que por aquí), la abundancia de monumentos megalíticos.La profusión de monumentos megalíticos en estas tierras portuguesas así como en Galicia y en la Extremadura española ha llevado a algunos a hablar de un circuito megalítico atlántico.
La dispersión de megalitos en estas tierras es tal que, por poner un ejemplo, sólo en los alrededores de la capital alentejana de Évora (destacable por tantos otros motivos patrimoniales y no patrimoniales) se han contabilizado más de 150 monumentos megalíticos. Y su singularidad es tal que entre ellos tenemos el dolmen más grande de Portugal (Anta Grande do Zambujeiro, en Évora), el menhir más alto de la Península Ibérica (Menhir da Meada, en Castelo de Vide) y el ejemplo más claro y sobresaliente de cromlech de toda la Península (Cromlech de Almendres, también en Évora).Las antas y parte la cultura megalítica gallega eran túmulos de los que las piedras son el esqueleto de una estructura que estaba cubierta de arena.

(celtiberia.net)

Es una región de monumentos megalíticos muy interesantes, todos bastante bien conservados en lugares donde hay frecuente agua, colinas y pequeñas rutas circulares donde se puede visitar varios de estos monumentos y todos ellos están caracterizados fundamentalmente porque ocupan un lugar de fuerte corriente telúrica. Ya sabemos que la cultura megalítica elevaba este tipo de monumentos en lugares muy especiales, sobre todo para sus animales. Todos suelen tener una factura típica que es continuidad de lo que es el megalitismo de la costa gallega o el megalitismo del sur, incluso del existente en el centro y resto peninsular. Exceptuando en pequeñas zonas de la Comunidad valenciana y Castilla La Mancha, donde no se dio o no hay constancia de la cultura megalitca, esta sí se dió en el resto de España, siendo el megalitismo más desarrollado el de la isla de Menorca. El movimiento megalítico, aunque es un movimiento paleolítico, que surge, no está muy claro , entre ocho o siete mil años antes de Cristo, llega hasta la época de los celtas y, de alguna manera, los celtas heredan algunos de los monumentos megalíticos y construyen algunos muy parecidos (ej: Carnac en la Bretaña francesa). Es una cultura que se da en toda Europa y norte de África, estableciéndose dos teorías: una dice que posiblemente fue un movimiento místico o un movimiento religioso dirigido por unos señores que se dedicaron a difundir por Europa la idea de que había que construir estos monumentos y otra, con Daryel Forde a la cabeza, que piensa que este movimiento nació en la Península Ibérica y que luego fue exportado al resto de los sitios, no ya como una manifestación religiosa o funeraria, sino como, en definitiva, el centro de terrenos sobre los que habría de dejar una marca que permitiera reconocer o identificar la tribu que poseía ese tipo de lugares. En este sentido, serían por tanto santuarios identificativos de tipo político.
(Juan Ignacio Cuesta)





miércoles, 22 de julio de 2009

El castro de Ulaca, oppidum y santuario

Si se quiere practicar eso que se ha venido en llamar arqueoturismo, un lugar idóneo para visitar es el castro de Ulaca, pues desde donde se deja el automóvil se ha de hacer una pequeña ruta de senderismo para acceder al mismo. Éste se encuentra en la provincia de Ávila, no lejos de la capital, con una panorámica inmejorable sobre el valle de Amblés, aquél por donde el río Adaja busca su encuentro con la antigua Avula de los vettones. En concreto se ubica en el territorio perteneciente a Villaviciosa, una pedanía de Solosancho.

















Altar de sacrificios de Ulaca


Este castro tiene, no sólo la singularidad de ser el castro celta más extenso, según dicen, de toda Europa -80 hectáreas-, sino de poseer dentro del poblamiento un altar rupestre de sacrificios de los más impactantes que se pueda contemplar, cosa nada común, pues estos altares, auténticos lugares sagrados de rituales solían situarse fuera de los poblados y en muchas ocasiones a grandes distancias en localizaciones, normalmente bosques y montes, considerados como sagrados ancestralmente. Otro elemento mágico -así lo dicen las nuevas interpretaciones- lo encontramos en los restos de una sauna iniciática para guerreros.

La soledad del lugar te hace complicado el creer que allí hubo una población que pudo alcanzar hasta el millar de habitantes. Estos eran vettones, ese antiguo pueblo que gustaba de moldear, en figuras zoomorfas, la roca granítica que tanto abundaba y abunda en los territorio de lo que fue la antigua Vettonia.
















Fragua o sauna iniciática de Ulaca


A unos 3 kilómetros al suroeste de Solosancho, en Ávila, se encuentra Ulaca, un poblado fortificado de la Edad de Hierro, más conocido como El Castillo, o “Ciudad de Ulaca”. Se asoma estratégicamente al valle Amblés desde un cerro de 1500 m de altitud, en la sierra de la Paramera, ya en las primeras estribaciones septentrionales de Gredos. Le separa del macizo un barranco que se esparce hacia oriente y occidente formando las cañadas de Sotalbo y del Fresno, abiertas al valle y al río Adaja, de esta manera, el poblado queda aislado en lo alto del formidable cerro de peñascales de granito. La cumbre esta amesetada con marcado declive ascendente hacia el Oeste, hasta las inmediaciones de Villaviciosa.
Por sus características puede considerarse como un auténtico oppidum, rodeado por una gruesa muralla que recorre las más de 70 ha. que tiene como superficie.

En su interior se encuentran las cimentaciones en piedra de casas de planta cuadrada y rectangular, y otras estructuras de compartimentación compleja.
Varios manantiales brotan en lugares próximos a la cumbre y al pie del cerro. De uno de ellos, conocido como “Fuente del Oso”, procede un toro de granito de más de dos metros de longitud, actualmente en la plaza de Solosancho. Existen referencias de una necrópolis de incineración destruida por el arado.
















Toro en la plaza de Solosancho, hallado en el castro de Ulaca


Tres construcciones labradas en piedra destacan por su interés. Se ubican en el sector centro-occidental, algo apartadas de las concentraciones de viviendas, no muy alejadas las unas de las otras.

La primera y más importante, llamada “Santuario” o “Altar de Sacrificios”. Se trata de una estancia rectangular tallada en la roca (16 x 8 m), asociada a una peña, en la que una doble escalera conduce a una plataforma con dos concavidades que se comunican entre sí, una de ellas vertía en una tercera, la cual comunicaba a su vez con la parte inferior de la roca por medio de un canal. La sacralidad de la estructura se establece a partir de los testimonios literarios y epigráficos hallados en el santuario de Panioas, en Potugal, donde se ofrece información de los sacrificios realizados allí.

A 140 m de distancia se encuentra la estructura conocida como “la Fragua” o “Sauna”. Se trata de una construcción semihipogea de planta rectangular y 6,4 m de longitud, tiene tres habitaciones, antecámara, cámara y horno. Tradicionalmente se interpretaba como un horno metalúrgico, aunque Martín Almagro-Gorbea y Jesús Álvarez-Sanchís proponen un uso termal, relacionado con los baños iniciáticos documentados en las saunas de “pedras formosas” de la cultura castreña del NO, además de otras semejantes en la Europa atlántica, nórdica, céltica y el mundo grecorromano. Se ha documentado un recinto murado que la rodeaba de 32 x 24 m.

El conjunto de estas dos estructuras parece ser una zona religiosa, ubicada en el sector más alto del asentamiento.

Las ruinas de otro edificio, llamado “La Iglesia” o “El Torreón” más hacia el Sur. Es un edificio de gran aparejo y planta subrectangular (14 x 10 m), delimitado por un recinto amurallado (70 x 48 m) con doble paramento de grandes piedras. Podría haber servido de atalaya defensiva, ya que desde su posición, controlaba gran parte de la superficie poblada, aunque la ausencia de excavación impide una interpretación más precisa, habiéndose sugerido un uso público. En las proximidades se localizan otras construcciones ciclópeas, y a escasos metros, una gran fuente. De importancia en relación con la organización del espacio, la ubicación del poblado y el uso del agua en los ritos de tradición céltica.
(Beatriz Alonso, celtiberia.net)
















El valle de Amblés visto desde Ulaca


La fecha del poblado puede datarse del S.VI al II a. C., cuando una de las incursiones de Aníbal en los pueblos del centro peninsular supuso el incendio de la ciudad (aunque este hecho no está confirmado). Se calcula que en la época de mayor esplendor pudo estar habitada hasta por mil personas (distribuidos jerárquicamente en unas 250 - 300 viviendas), ocupando una superficie de 80 hectáreas.
Sus restos son numerosos, desde objetos cerámicos hasta áperos de labranza, instrumental ganadero, alfarero, etc., muchos de los cuales fueron expoliados en épocas pasadas; incluso hay restos de molinos de piedra y de varias canteras.
(Wikipedia)

martes, 21 de julio de 2009

El templo de Melkart en la antigua Gádir

Nuestra visita de hoy será a la que dicen ciudad más antigua de las habitadas desde su origen, no sólo de la Península Ibérica sino de todo el occidente europeo y mediterráneo. Una fundación del 1000 a. C., aproximadamente, de los fenicios de Tiro, aunque en concreto, nuestro protagonista de hoy es el antiguo templo dedicado al dios fenicio Melqart, posteriormente identificado con la figura de Hercules, con la llegada de los romanos. Algunos situaban la existencia de este templo en los propios tiempos donde griegos y troyanos, allá por el S. XII a. C., luchaban en una guerra inmortalizada, siglos más tarde, en las que dicen son las dos primeras obras literarias occidentales conocidas atribuidas a un tal Homero. Si esto fuera cierto, y también lo fuera la fecha de fundación de Gádir -Gádeira para griegos, Gades para latinos y Cádiz en la actualidad-, podría haberse dado el caso de que el propio templo fuera anterior a la propia ciudad. Sea como fuere, por desgracia, el templo ya no existe, pero estaría situado en el lugar que ocupa el castillo de Sancti Petri en la isla del mismo nombre. Eso parece atestiguar el hallazgo de distintos restos arqueológicos en dicha isla y bajo dicho castillo, incluida una figura del propio dios fenicio.






















El templo de Melqart-Hércules de Cádiz fue uno de los grandes hitos del mundo antiguo en la Península Ibérica. Su fama se extendió por todas partes, y las referencias que se encuentran en los escritores clásicos son numerosas y continuas.
Su localización en la actual isla de Sancti Petri es aceptada por todos los investigadores. Sucesivos hallazgos arqueológicos confirman lo que ya Estrabón en el siglo I describía claramente: "Los tirios fundaron Gadeira y alcanzaron el santuario en la parte oriental de la isla y la ciudad en la parte occidental...".


Las figurillas de bronce halladas en Sancti Petri representan un guerrero en actitud de ataque, o bien la representación clara de un dios, en actitud hierática. Se han asociado a Reshef, el Melqart egipcio.

La importancia del templo es fundamental. En una concepción de la vida tan mercantilista como fue la fenicia, el Templo, el dios Melqart, era el regulador de las actividades comerciales bajo cuya protección se realizaban, considerándose como el garante del trato comercial pactado.

(www.cadiznet.com)
















Isla de Sancti Petri en el horizonte y su castillo, lugar en el que dicen que estuvo el antiguo templo fenicio

El templo de Hércules Gaditano o Herakleión Gaditano es el santuario que se levantaba en la Antigüedad en el actual islote de Sancti Petri, situado en San Fernando (Cádiz).
Se decía que el templo había sido fundado en tiempos de la guerra de Troya a comienzos del siglo XII a. C.
El santuario probablemente sería un conjunto de edificaciones donde habría un edificio principal y un patio al que se accedía por una puerta flanqueada por dos grandes columnas. Según narra Silio Itálico en el si I a. C.: En el frontispicio aparecían los doce trabajos de Hércules labrados en bronce. No existía ninguna imagen del dios en el interior del recinto. Asimismo hace referencia al hecho de que los sacrificios humanos estaban prohibidos y a que en su altar ardía un fuego perpetuo, cuidado por la incesante vigilancia de sus sacerdotes. Según Estrabón, en las columnas de la entrada los navegantes hacían sus sacrificios.

Además eran famosos los dos pozos de agua dulce que tenían un régimen de crecidas inverso al de las mareas.Según el historiador latino Pomponio Mela, bajo el templo estaban enterrados los restos de Hércules, de ahí su gran fama. Además, contenía reliquias tan famosas como el cinturón de Teucro, héroe griego hijo de Telamón, y el árbol de Pigmalión cuyos frutos se decía que eran esmeraldas. Las fuentes histográficas clásicas relatan que muchos personajes célebres, ilustres por sus hazañas o su nobleza, visitaron este templo. Tito Livio narra que Aníbal arribó a la isla para ofrecer al dios sus votos antes de emprender la conquista de Italia. En este santuario, Julio César tuvo un sueño que le predecía el dominio del mundo después de haber llorado ante el busto de Alejandro Magno, por haber cumplido su edad sin haber alcanzado un éxito importante.






















Estatuilla atribuida al dios Melkart encontrada en Sancti Petri, Museo de Cádiz

Comenzó su decadencia en el siglo IV hasta perder su pasada grandeza por completo durante el dominio visigodo. El santuario sufrió ataques y destrucciones, la acción del mar, su explotación como cantera de piedra ostionera y las sucesivas ocupaciones que sobre él se han ido desarrollando, por lo que ha desaparecido. Según algunos, el Apóstol Santiago desembarcó en la Isla de Sancti Petri para erradicar el culto pagano en el templo y consagrarlo al culto cristiano, consagrándolo a San Pedro, de ahí el nombre actual de Sancti Petri.
Hoy en día, sobre el islote se levanta un castillo-fortaleza de traza irregular construido en el siglo XVIII, cuya torre ya había sido edificada en el siglo XVI. Por su condición insular, sólo puede accederse a él en barco. Antiguamente estaba unido a la isla de Cádiz por una vía que hoy no existe debido a la acción del mar existiendo todavía vestigios de dicha unión.
(Wikipedia)

lunes, 20 de julio de 2009

Castilla, la desmembrada

Hoy vamos a hablar de lo castellano y su trascendencia, una nacionalidad ibérica nacida en el medievo como las actuales del resto peninsular –exceptuando la nacionalidad vasca- y que con la llegada del estado moderno se ha ido difuminando más que otras –sin contar las que han sido absorbidas, entre otras por la propia Castilla, y que también merecen su reconocimiento-, a pesar de que por avatares políticos de la historia, de los que el pueblo castellano no tiene culpa ninguna, su lengua sea usada en la mayor parte peninsular e incluso haya traspasado el océano para ser ser usada por millones de personas en el continente americano. Sin entrar en cuestiones no exentas de polémica, aquí sólo se tratará de rescatar del pozo del olvido ciertas esencias culturales que corren peligro de extinción y que el hombre, en su faceta antropológica, trata de evitar, todo ello dentro del prisma temático de este sitio y siguiendo, una vez más, las palabras de Juan G. Atienza.
















Pretender hablar de Castilla y definirla y encasillarla en unos moldes estrictos de tradición unívoca, es como intentar aunar la mentalidad budista con el estricto ritualismo hebreo, por ejemplo. Quiero decir que, aun siendo perfectamente posible localizar ese nudo en el que se hacen una sola todas las creencias y todas las teogonías que en el mundo han sido, hay siempre una gama de matices que terminan por enquistarse, fabricando su propio caparazón amurallado que transforma en compartimientos estancos una serie de factores que, en su origen, partieron de una sola e infinita realidad universal.

Castilla es así, desde la misma insegura demarcación de sus límites políticos -¿son Castilla Valladolid y Palencia, o Cantabria, o la Rioja?- hasta el aislamiento y la confusión estricta de sus centros mágicos y de sus zonas propicias al tiento de la realidad trascendente. Supone, muy a menudo, una serie de islas diseminadas por un territorio incierto, centros aislados entre zonas de asentamientos políticos y mercantiles en las que el comportamiento mágico se deterioró secularmente bajo la presión de unas realidades inmediatas superficiales y condenadas al progreso en su peor faceta. Tal vez por eso, muy a menudo, el componente mágico de Castilla surge en puntos muy concretos y, a menudo, insólitos, sin que su entorno, al contrario de muchas otras comarcas, acuse la influencia de esta presencia. A mí me ha sucedido –y me sigue sucediendo- que he llegado a lugares con una muestra increíblemente significativa de la tradición ocultista y que esa muestra no iba acompañada de ningún complemento que pudiera dar razón clara y definitiva a otras huellas insólitas. Como si aquella reliquia de las creencias ancestrales hubiera sido deliberadamente adulterado por poderes deseosos de borrar las huellas del sincretismo ideológico universal que surgen en cualquier instante y en cualquier lugar.
















En este sentido, creo que Castilla posse unos cuantos centros mágicos de importancia primordial –la Sierra de la Demanda, la zona oriental de la Alcarria, el norte casi cantábrico de las Bardulias medievales- y un buen montón de indicios aislados, muchos de ellos enormemente significativos de un pasado en parte desaparecido e irrecuperable. Esta circunstancia no es ajena al centralismo político que convirtió artificialmente a Castilla en el eje de la Península. Aquellos intentos de centralismo pseudounificador hicieron de la tierra castellana un monstruo inidentificable y presuntamente aglomerador de entidades y etnias que nada tenían que ver con su personalidad originaria. Para ese afán castellanizarse, el interior de la Península tenía que ser ejemplo y guía y modelo de una periferia sometida a la voluntad exclusiva –y excluyente- de un poder que no pretendía ser sólo material, sino espiritual. Y en esa tesitura, Castilla perdía su propia identidad trascendente, al tiempo que, sirviendo de aparente modelo –siempre impuesto- la hacía perder también a las demás etnias peninsulares. En ese afán surgido de las altas esferas y nunca del pueblo, la esencia castellana era la gran perdedora, la que sacrificaba su entidad trascendente para despersonalizarse aglutinando de modo artificial los otros núcleos tradicionales.

Si la Meseta merece amor e interés por parte de quienes deseamos conocer realmente las raíces de España, es porque debe restituírsele su auténtica personalidad perdida. Creo que merece la pena destronar para siempre tabúes que se presentan como imperiales y conceptos artificiosos de la entidad total de una España que tiene precisamente sus valores asentados en su propia diversidad. La diversidad castellana con respecto a los otros pueblos peninsulares ha estado – y sigue estando, a pesar de todo- en su serenidad a la hora del enfrentamiento con la circunstancia mágica y en su capacidad de asimilar conscientemente las influencias venidas de fuera o despertadas por fuerzas ajenas. Así, la tierra castellana vive con serenidad la mística musulmana y la judía en sus místicos del XVI y, en cualquier instante o circunstancia en que surge el fenómeno insólito, lo acepta, porque forma parte de la realidad intuida por el pueblo. Las herejías castellanas son conscientes y meditadas, coherentes y desapasionadas y hasta los milagros, cuando surgen tienen los pies apoyados en el suelo.

jueves, 16 de julio de 2009

La ermita de San Bartolomé de Ucero, el río Lobos y los templarios

Hoy traemos a Iberia Mágica un lugar que merece un sitio muy especial en cualquier página, libro o documento que sobre estas temáticas trate. Hace poco visité por segunda vez el lugar y me produjo tanta o más admiración que la primera. La impactante aparición de esa hoz y la ermita ubicada en mitad del cañón dejan a uno sobrecogido y rápidamente tienes la impresión de que ese no es un lugar más. No es sólo el paisaje tan soberbio que se ha producido allí a través de la sucesión de las eras geológicas y el trabajo del río lo que te impacta, sino que es bastante más.
La sacralidad de un lugar tan perdido te impacta, lugar donde el templo ancestral –la espectacular cueva (la Cueva Grande) frente a la ermita- se mira cara a cara con el templo medieval, del que dicen perteneció al temple, y así consta en un documento, como es la resolución, a cargo del obispo de Burgo de Osma, de un pleito sobre Ucero entre Frey Fernando Escaça, maestre de Calatrava, y Frey Hermindo, maestre del temple.























Algunos autores se plantean los siguientes interrogantes sobre las reconstrucciones posteriores a la posesión templaria de la ermita: "¿Por qué decidieron ocultar los suelos del ábside y la Capilla de la Salud? La labor fue realizada utilizando pesados sillares. ¿Qué necesidad había de una obra tan costosa cuando para el resto del suelo utilizaron simples baldosas de barro cocido? ¿Y por qué derribar y sellar con un coro la surgencia rocosa que dicen se encontraba en el muro oeste del templo? Sólo unas prospecciones arqueológicas podrían dar respuesta a preguntas como ésta, y el caso es que, por muy raro que parezca, jamás se haya hecho ninguna en el templo de San Bartolomé, cuando son tantos los indicios que apuntan a que se encuentra cuidadosamente ubicado sobre lo que fue un importante lugar de culto desde tiempos remotos. Algún tipo de acción en este sentido aportaría la luz que se hace necesaria para aclarar muchos de los misterios que se dicen sobre esta ermita y su entorno." (iberica-documental.es)
















Aquí os dejamos con las palabras de Juan G. Atienza. Él, por entonces, afortunadamente pudo disfrutar de la soledad de dicho paraje, circunstancia bastante complicada en la actualidad, sobre todo si no puedes acudir un día entre diario en épocas invernales bastante adversas. Aunque claro está, a una maravilla como ésta, todos estamos invitados, por supuesto. Vaya esta entrada, de nuevo, en homenaje a la verdad oculta de los grupos humanos proscritos por la historia oficialista, como también lo fueron los templarios.

Allí tomaremos, siempre hacia el Sur, la carretera del Burgo de Osma, pasaremos por Casarejos y descenderemos la cuesta que llaman la Degollada, hasta el puente que cruza el río Lobos. Es aquí donde debemos tomar el camino de tierra que nace a la derecha, para internarnos en el valle. Si lo hacemos en un día cualquiera que no sea el de la romería de san Bartolomé, este lugar nos parecerá el más solitario y abandonado del mundo. En lo alto planean las águilas y no será raro ver un zorro mirándonos a cierta distancia. Las paredes del valle son escarpadas y en las rocas cimeras se distinguen covachas que nunca han sido exploradas. Unos dos kilómetros valle adentro, el lecho del río se ensancha y, al fondo, distinguiremos una ermita de tipo cisterciense. La construyeron los caballeros templarios, que tuvieron precisamente aquí uno de los enclaves más importantes de la Península. Y al decir importante no me refiero precisamente a su importancia política o estratégica, sino al profundo significado que el lugar tiene dentro del elemento mistérico propio de la orden del Temple. El lugar lo he estudiado a fondo en mi libro La meta secreta de los templarios y me parece inútil reproducir lo que allí cuento, pero, en síntesis, planteo la sospecha –muy fundada- de que los cabelleros templarios conocían a la perfección el lugar en el que construían su capilla, como probablemente lo conocieron también los sacerdotes de religiones muy anteriores que utilizaron el altar megalítico que se encuentra al lado mismo de la capilla y la enorme cueva que hay a sus espaldas. Porque este preciso lugar de Ucero en el río Lobos forma con la cumbre del San Lorenzo un eje vertical equidistante de los dos extremos clásicos peninsulares, los cabos de Creus y Finisterre. Y, aún más, este lugar constituye, en el conjunto de las posesiones templarias peninsulares, un auténtico centro desde el que se pueden situar los enclaves ocultistas más importantes que la orden poseyó en los reinos medievales. Desde la capilla del Lobos están perfectamente localizados Ponferrada y Monzón, Toledo, Tomar y Jerez de los Caballeros, Culla y Castelló d’Empúries, Caravaca y Villaba del Alcor. Desde allí se puede trazar la franja mágica de tierra por donde discurre la ruta jacobea y pueden localizarse los principales santuarios protohistóricos de las culturas cantábricas paleolíticas. Es tal la exactitud del enclave, que incluso justifica la misma estructura de la cruz templaria, anuncia en clave sus fines y delata muchos misterios nunca descifrados que aclaran los porqués de los principales emplazamientos de la orden.






















Esta geografía mágica de los templarios, que trato de apuntar en el libro mío que cito, nos lleva a la conclusión de que el conocimiento cosmológico que poseyó la orden sobrepasaba con creces la idea que se sigue teniendo en la actualidad de los saberes que pudieron estar en manos de determinadas sectas y grupos ocultistas medievales. Abona esta idea el hecho de que no fueron sólo los templarios los que fomentaron unos profundos estudios sobre la estructura de la tierra, sino que los ocultistas sufíes, a través de sus caballeros monjes, practicaron también estos saberes. Aquí tenemos una razón por la cual los templarios aparecen muy a menudo como sustitutores y ocupantes de antiguos conventos fortalezas islámicos que fueron obra de sufíes, auténticos ribbatts iniciáticos donde se practicaban los mismos estudios que en los conventos del Temple.

miércoles, 15 de julio de 2009

Nájera, enclave heterodoxo

Nájera fue ya protagonista de este sitio cuando hablamos de la leyenda que unía esta localidad con Santo Domingo de la Calzada. Pero hoy ahondaremos más en ella a través de otras citas del propio Juan G. Atienza, el gurú de esta página.























Nájera está asentada en la ruta jacobea. Ha sido a lo largo de la historia enclave de litigio constante entre fuerzas políticas y religiosas encontradas. Se la disputaron Castilla y Navarra, Pedro I y Enrique II, cristianos y judíos, godos y musulmanes. La habitaron frailes benitos, que ocuparon el santuario en el que un rey navarro -don García, precisamente llamado el de Nájera- se había tropezado, como por azar, con una imagen capaz de hermanar a una paloma y a un gavilán. Ese milagro -o lo que fuera, que es mejor no entrar en definiciones- provocó la institución de una orden, llamada de la Terraza, que era en realidad una secta graálica, porque su signo distintivo lo constituía la jarra con azucenas que el rey navarro encontró a los pies de la Virgen negra. Allí puede verse todavía, en el altar mayor de Nuestra Señora la Real, debajo mismo de la imagen prodigiosamente hallada.

Pero Nájera es -fue- mucho más. Hombres de credo e ideología desconocidos, en instantes igualmente desconocidos de la historia, cavaron la montaña rojiza que defiende la población y construyeron por todas partes cuevas a menudo inaccesibles en las que dejaron la huella de su paso, de su búsqueda, de su concepción del mundo. Y frailes constructores, ayudados por judíos cabalistas, esculpieron un claustro y un coro -de mármoles y maderas, respectivamente- en los que surgen a cada paso los símbolos de una idea trascedente, común a todas las creencias y punto de encuentro de todas las formas religiosas.
(Juan G. Atienza)
























Los estudios arqueológicos señalan una densa ocupación prehistórica de los cerros que bordean la ciudad actual y de los situados en su término municipal, al menos desde la Edad de Bronce. Durante la Edad de Hierro se aprecia un continuado proceso de concentración de la población que desembocará en la aparición de poblados más complejos compuestos por viviendas rectangulares parcialmente excavadas en la roca, construidas con entramados de madera y adobes (Cerro Molino). Estos poblados celtibéricos que encuentran, y a veces destruyen, los conquistadores romanos se corresponden a los pobladores berones que citan las fuentes clásicas.....a la población le dieron los árabes el nombre de Náxara (“Lugar entre peñas” o “Lugar al mediodía”) y a su río Nalia le llamaron Naxarilla.
(Wikipedia)

martes, 14 de julio de 2009

Villar de Álava, el dolmen de la Casa de la Bruja y la piedra solar

Hoy paseamos por una tierra llena de viñedos, dólmenes y rutas ancestrales camino del Finisterre:

El nombre del Villar es topónimo muy específico de las zonas vinateras de toda la Península. No sé cuántos Villares hay, pero podríamos comprobar que todos ellos están en una zona rica en vides, sea en la actualidad o en el pasado. Como norma general, en las proximidades de todos ellos hay –o hubo- restos de las culturas megalíticas o huellas de asentamientos sagrados prehistóricos.

El Villar de Álava es cabeza de vinos de la Rioja Alta (La Rioja alavesa). Allí, según mis noticias, no han llegado, sin embargo, las grandes compañías vinateras, y el pueblo se ha instituido en cooperativa agrícola que explota en comunidad sus propios viñedos, de modo seguramente muy parecido a cómo se debieron explotar en tiempos primitivos: como bien comunitario.

Antes de llegar al pueblo, la carretera se desvía camino de Laguardia. Si tomamos este ramal y bajamos unas pocas curvas, cruzaremos un puente pequeño y veremos, a la derecha, un cartel que indica la proximidad del dolmen llamado la Casa de la Bruja (conocido también como la Chabola de La Hechicera). Sucesivos carteles cuidadosamente colocados por la comunidad nos conducirán hasta este monumento, por caminos de tierra apisonada perfectamente transitables.




La Casa de la Bruja –o choza o cueva- son nombres corrientes para designar los dólmenes. En la misma provincia alavesa hay otro –uno de los mejores de la Península- que se llama precisamente así, sólo que en vasco: Sorginetxe. Si repasamos cuidadosamente los nombres dados por el pueblo a los dólmenes, sea cual sea su emplazamiento, comprobaremos que todos llevan el apelativo de casa, templo, cueva, palacio…, pero nunca tumba, como muchos arqueólogos los han querido clasificar. Y es que el monumento megalítico no fue nunca una tumba –al menos en su sentido específico de enterramiento exclusivo-, sino que hizo funciones de templo en el que, eventualmente, se enterraron personas, lo mismo que hoy sigue enterrándose a obispos y prohombres en el interior de parroquias, colegiatas y catedrales.

Lo curioso del lugar donde se encuentra este fenomenal dolmen del Villar es que, aunque se trate del único que sigue en pie, puede comprobarse fácilmente en sus alrededores la existencia de acumulaciones de piedras que proclaman que allí hubo otros que se vinieron abajo o fueron destruidos, seguramente en momentos de exaltación iconoclasta de párrocos y obispos celosos de la pureza cristiana. Si volvemos a la carretera y continuamos camino de Laguardia, empezaremos a ver numerosos viñedos y, en las colinas, acumulaciones de piedras gigantescas que, aunque no hayan sido debidamente clasificadas y catalogadas, podemos deducir que formaron parte de los cultos megalíticos. Hay un par de supuestos dólmenes y una inconfundible piedra solar.

La piedra solar es un casi irreconocible monumento megalítico consistente en una enorme losa inclinada de tal modo que da siempre su cara lisa al sol y, más concretamente, al mediodía de los equinoccios. Ha habido múltiples interpretaciones para explicar sus significado, pero, como de costumbre, ha prevalecido –creo que también equivocadamente- la opinión de que sería un lugar de enterramiento. Lo curioso de muchas de estas piedras es que tienen, en su parte central, un hueco semiesférico que, ocasionalmente, es lo único labrado de toda la losa, y hace pensar en una eventual colocación de algo que reflejase o recogiera la luz solar.

(Juan G. Atienza)

jueves, 9 de julio de 2009

El antiguo Promontorio Sagrado, Cabo de San Vicente

Hace poco estuvimos en el extremo suroriental ibérico y hoy nos vamos al suroccidental, al cabo de San Vicente, al antiguo Promontorium Sacrum. Algunos autores entienden que dicho promontorio al que se referían tanto Avieno en su Ora Marítima, como Estrabón en su Geografía podría ser Finisterre bastante más al norte. Nosotros, y sin que sirva de precedente, como se suele decir, nos ajustaremos en este caso a la oficialidad y entenderemos el cabo de San Vicente como el antiguo Promontorio Sagrado.El lugar fue sacralizado por distintos pueblos, así se dice que estaba consagrado al dios Baal Hammon por los fenicios y púnicos en general, a Saturno, el Cronos latino, pero poco se dice de los antiguos cynetes, oriundos del lugar antes de que púnicos y latinos hicieran su aparición por estos lares. Seguramente dicho cabo ya era sagrado para éstos, para los cynetes. Desde la humildad de este sitio, ahí va nuestro homenaje a este antiguo y desconocido pueblo y su sagrado promontorio, desde donde los antiguos decían que se podía oir el chirriar del Sol al hundirse en los confines del infinito océano.

















Estrabón (63 a. C. o 64 a. C. – 23 d. C.) al describir la Península Ibérica, dijo de él -del Promontorium Sacrum- que «no era el punto más occidental de Europa, sino de todo el mundo habitado».
(Wikipedia)

Luego ya se supo que el punto más occidental de Europa era Cabo da Roca, otro promontorio que tiene toda la pinta de haber sido también sagrado en tiempos pretéritos.
















Todos los geógrafos hablan de este promontorio célebre por la superstición religiosa con que le respetaban. Creían que allí descansaba Apolo, o el Sol de su carrera; que estaba prohibido a los mortales el arcercarse a él. Era tenido por el punto más occidental del mundo, no de la España sola. Desde este punto comenzó Estrabon a hacer la descripción de la España. En esto le imitó después Tolomeno. Se creía generalmente que no era lícito ni aun hacer sacrificios en este punto de monte, ni acercarse a pisarle por la noche, porque en aquellas horas era el descanso de los dioses. Así nos lo comunica Estrabon. Hoy se llama cabo de San Vicente.
(Diccionario geográfico-histórico de la España antigua de Miguel Cortés López, publicado en 1836)

miércoles, 8 de julio de 2009

Pueblos malditos: Los Maragatos

Hoy nos acercamos a unas tierras cuya capital dio nombre a todo un pueblo: los astures. Nos referimos a la antigua Asturica Augusta, la actual Astorga, que por mucho que en casi todos los lugares quede reflejada como fundación romana cuando éstos situaron en ella su base para la Legio X Gemina durante las Guerras Cántabras, fue sin embargo la ciudad astur más importante que luego los romanos rebautizarían con el añadido de Augusta en honor al primer emperador romano.Pues bien, esta ciudad, la actual Astorga, como ha quedado dicho, es la capital de la comarca conocida como La Maragatería, que a su vez toma el nombre de un pueblo maldito más, de esos de los que por aquí ya han ido apareciendo.
















Astorga con el monte Teleno de fondo

Los maragatos ocupan las tierras montañesas y los llanos que se extienden entre Astorga y Ponferrada y constituyen uno de esos aislados núcleos de población que eventualmente surgen por la península y que, sin razones convincentes ni causas claras, han sido mantenidos -o se han mantenido a sí mismos- apartados de la vida comunitaria de la comarca donde viven. Hasta ahora, a pesar de los esfuerzos y de las investigaciones que se han realizado, sigue constituyendo un misterio el origen de este pueblo. Si nos detuviéramos a citar las teorías que se han alegado a lo largo del tiempo, tendríamos para todos los gustos, pero ninguna nos daría una razón irrebatible que nos aclarase el misterio de quiénes son y de dónde proceden.






















Típico vestuario maragato en una postal de 1916

Hay, sin embargo, algo que me gustaría exponer y que afecta igualmente a otras comunidades marginadas del territorio peninsular: el hecho de que todos estos pueblos "malditos" tienen unas características comunes, a pesar de que muchas veces su lugar geográfico no permite pensar que hayan mantenido contactos, al menos en épocas históricas cronológicamente localizables. Todos tienen fama de ser retoños de alguna gente castigada en algún pasaje de los Libros Sagrados. Todos parecen haber guardado relación en épocas antiguas con la industria -también a menudo maldita- del hierro. Todos se encuentran en o a poca distancia de las rutas iniciáticas del camino jacobeo. Todos cuentan en su haber remoto popular la fama de haber sido constructores.La maldición bíblica, la construcción, los secretos del hierro y la inmediatez de las rutas de peregrinación, junto a tradiciones que les asocian con la ganadería y, sobre todo, con la leche -para mí, en este caso, la leche es un elemento más simbólico que real, aunque posteriormente, en ciertos casos, se haya llegado a racionalizar-, convierten a estos pueblos -agotes, vaqueiros, pasiegos y maragatos- en últimos retoños de núcleos de civilización remota, mal conocida y sistemáticamente no reconocida por la historiografía académica.
(Juan G. Atienza)

martes, 7 de julio de 2009

El Pico Tres Mares, la diosa Briga y el origen de Cantabria

Hoy esta entrada está dedicada a mi amigo Alberto, que me ha proporcionado un libro muy interesante sobre las tierras cántabras, titulado Cantabria la herejía, de Manuel Carranza Arce. Por lo que he podido leer, el libro es de los que engancha. Nos trae una visión oculta muy interesante sobre la antigua Cantabria, donde queda bastante claro que tras las Guerras Cántabras quedó proscrita y postergada a un papel mucho más insignificante del que seguramente pudo tener en el mundo antiguo. Si la antigua Cantabria sólo ocupara lo que hoy en día es el territorio de la actual Comunidad Autónoma de Cantabria ¿por qué, entonces, dar su nombre a una cordillera y a un mar que se extienden a lo largo de tan amplio territorio? y ¿cómo pudo resistir entonces durante diez años una franja tan pequeña contra el ejército más poderoso habido nunca en el mundo antiguo?. Esta entrada es, por tanto, un homenaje a esos antiguos cántabros y a la verdad de los vencidos como instrumento de contrarrestar -o sintetizar- la de los vencedores.
Hasta que esas verdades ocultas no se mezclen con las oficialmente reconocidas, sopesando justamente unas y otras, no podremos hablar verdaderamente de historia.

















Al tal País -el País de los Cántabros- se le sitúa en las fuentes del Ebro, Fontibre, relativamente cerca del primer manantial que le va a ceder el agua, es decir del Híjar que tiene por fuente el Pico Tres Mares, fuente que va a compartir con otros dos ríos: Pisuerga y Nansa, que van a verter sus aguas a los tres mares que rodean la Península Ibérica; de ahí lo de Tres Mares.

...El significado de Cantabria, -originalmente podría haber sido Cantabriga- sería más o menos las Rocas de Briga, también podría tratarse de Montañas de, pero yo me voy a quedar con el primer significado, por lo que veremos más adelante.
...Vayamos pues al Tres Mares para tratar de encontrar algo más.Es éste un pico singular en el conjunto, no sólo de los montes de Cantabria, sino en el de toda España, porque tiene una característica que no tiene ningún otro en la Península Ibérica. Éste es el único monte que vierte agua a los tres mares, de ahí su nombre. Hay en la Península otros montes de los que nacen tres ríos o más, en esto no hay originalidad, pero ninguno de ellos cede sus aguas a los tres mares que rodean la Península, y en esto sí hay exclusividad.No sería raro que los celtas, expertos conocedores de los terrenos que pisaban y adoradores de fenómenos naturales, se dieran cuenta de este detalle y de ahí pasaran a denominar a este pico, Briga, la diosa Madre.
...Esta diosa tenía tres hijos: se trata "de los dioses a los que unas veces se les conoce con los nombres de Brian, Iuchar y Uar, y otras con los de Brian, Iucharba y Iuchair. Estos tres personajes míticos son los dioses del genio o de la inspiración artística y ligeraria" (Jubainville).



















Representación de la diosa Briga, la que luego sería cristianizada como Santa Brígida.

Briga, tres hijos. Tres Mares, tres ríos. ¡Qué casualidad!...Fijémonos en uno de ellos, precisamente el Híjar, porque creemos que es el único que ha conservado su nombre original. Los otros dos hidrónimos son claramente romanos....Yo lo que creo más probable es que Iuchar o Iuchair e Híjar, sean el mismo nombre.
Podía tratarse -el Pico Tres Mares- exclusivamente de un lugar sagrado dedicado a la diosa por los cántabros, haciendo coincidir el monte de tres fuentes con una diosa que tiene así mismo tres hijos.

Pero Nuestra Señora estuvo en mal sitio y en peor momento para sus intereses, porque los dioses de origen solar se impusieron con todas sus consecuencias. La caída definitiva del matriarcado fue una de ellas, aunque en estas tierras ha sobrevivido muy diluido en el interior de las casonas.
(Manuel Carranza Arce)

lunes, 6 de julio de 2009

La montaña sagrada del Alto Rey

Hoy nos acercamos al extremo más oriental del Sistema Central, a una montaña no demasiado conocida, la montaña sagrada del Alto Rey.
















Desde la cima, como si de un mapa se tratara, se puede contemplar hacia el sur gran parte de la comarca de la Alcarría, hacia el suroeste incluso las nuevas torres financieras de ese "poblachón manchego" de casi cuatro millones de habitantes a más de cien kilómetros de distancia -he dicho bien, a más de cien kilómetros de distancia-, hacia el oeste la sierra del Pela, la de Ayllón, con el Ocejón destacando, y parte de la sierra de Guadarrama, hacia el norte pude contemplar la vertiente septentrional de la sierra de Pela, con el parque eólico que indica la cercanía de las ruinas de la que fuera importante población celtíbera de Termancia, hacía el noreste el mismísimo Moncayo, al que ya hemos rendido pleitesía por estos lares, con toda la provincia de Soria de por medio, y hacia el este las tierras del Señorío de Molina, con Sigüenza y Atienza algo más cercanas, sobre todo esta última, que prácticamente se encuentra a los pies de nuestra protagonista.

Hay unas cuantas historias interesantes de este lugar, territorio de templarios y sagrado mucho antes para los celtíberos, pues se cuenta que la ermita románica de la cima no hace otra cosa que poner paredes y techo a lo que fue un santuario rupestre celtibérico. Cómo dijo Juan Ignacio de la Cuesta, ¿habrá alguna conexión entre los High Kings de Irlanda y el Alto Rey?. Es una cuestión de complicada respuesta, pero el pasado celta de ambos quizás pudiera ser su hilo conductor. Nunca se sabe.
















El Alto Rey, como “Montaña Sagrada”. también llamada Alto Rey de la Majestad, esta llena de misterios y leyendas que las gentes de los pueblos que rodean sus faldas trasmiten oralmente de generación en generación, estas leyendas nos hablan de tradiciones, de tesoros, de batallas, de amores, de hadas, de brujos, de misterios, de gigantes, de guerreros , de monjes, de Templarios, de pastores, de moras, de lamias de pastoras, de solteras, de novios, de hambre, de animales, de lealtad, de héroes, de milagros, de santos, de fe, de rogativas, de novicios, de promesas, de peticiones, de solsticios, de noches de San Juan, de fuentes, de rutas marianas, de la vida y de la muerte, de lo humano y lo divino.

La Montaña Sagrada del Santo Alto Rey o del Alto Rey de la Majestad o simplemente del Alto Rey, que por todos estos nombres es conocida, es una sierra elevada en la provincia de Guadalajara, por la parte de Atienza, tiene una altitud de 1852 metros y en la cúspide hay una ermita dedicada al Todopoderoso, bajo el título de Rey, y vulgarmente del Santo Alto Rey, de gran nombradía y veneración entre los pueblos cercanos.
("Leyendas del Alto Rey, La Montaña Sagrada" de Pedro Vacas Moreno y Merche Vacas Gómez)


















Los tres hermanos envidiosos: La leyenda cuenta que el Señor y brujo de una tribu prerromana, poseedor de riquezas y de un extenso territorio entre las tierras de lo que hoy son las provincias de Zaragoza, Soria y Guadalajara, enviudó y tuvo que hacerse cargo de sus tres hijos, que se llevaban muy mal, guiados por la envidia y la codicia por conseguir la herencia de su padre. Las duras peleas entre los hijos iban siendo cada vez más frecuentes, hasta que el padre, harto de las riñas entre sus hijos, decidio cargarles una maldición eterna de tal manera que pudieran verse pero no hablarse, convirtiéndoles así en tres altas montañas que situaría a cada extremo del territorio para que sirviera de ejemplo para tribus cercanas: el mayor, Moncayo; el mediano, Ocejón, y el pequeño, Alto Rey. Mucho tiempo después, un niño subió al Alto Rey, el menor de los tres hermanos, y pudo contemplar la vergüenza con la que se mostraban los hermanos.
En la ermita situada en la cima del Alto Rey se puede contemplar un grabado en la piedra en la que se muestran tres cabezas situadas las unas de las otras de la misma manera que se situan geográficamente el Moncayo, el Ocejón y el Alto Rey.


El aceite de la cueva: Bajo la ermita del Alto Rey, en la falda sur de la montaña, hay una cueva donde manaba aceite que procedía del altar de la ermita. Diariamente, el ermitaño se encargaba de recoger el aceite para usarlo como combustible del candil que iluminaba la ermita. Un día un hambriento pastor que llevaba su ganado a pastar a la cima de la montaña (en otras ocasiones se cuenta que el hambriento era el propio ermitaño) decidió untar el aceite de la cueva en el pan para comérselo. Desde entonces dejó de emanar aceite y empezó caer agua, como hoy ocurre.

(Wikipedia)

viernes, 3 de julio de 2009

Mataró, la vieja Iluro, templarios y brujas marineras

De una ciudad como Mataró, se puede decir casi que dormitorio de una gran urbe, igual podría pensarse que no es mucho lo que de interés pudiera tener en cuanto a cuestiones relativas a este sitio web, pero no es así.
Ahí os dejamos con las palabras del autor más citado de esta página, Juan G. Atienza, sobre esta localidad.

















Mataró es ciudad remota, aunque no lo parezca a primera vista. Bajo su iglesia de Santa María y sus calles inmediatas se podrían encontrar los restos de la vieja Iluro, que fue arrasada en una de las aceifas de Almanzor. La reconstrucción posterior de la ciudad la llevaron a cabo los señores del castillo que hubo en el término de la Mata, a cambio de una servidumbre feudal entre los barones de las fortalezas de Nofre Arnau primero y de Burriac después, de la que el pueblo no se liberó definitivamente hasta fines del siglo XV. Aquella libertad dio progreso a la población. Se creó un astillero, se amuralló el recinto para resistir los ataques piratas y, a mediados del siglo siguiente, Mataró estuvo en condiciones de proporcionar naves a Carlos V, tanto para sus expediciones africanas como para la jornada de Lepanto. El progreso de la ciudad no se detuvo. En 1848 se montaba, entre Barcelona y Mataró, la primera línea férrea de la Península.
















Ilduro, el poblamiento ibero originario. Con la llegada de los romanos, la población pasó al lugar ocupado por la actual Mataró y pasó a denominarse Iluro.

La historia que no se ve hay que contarla a veces. Y, en este caso, creo que resulta importante, desde el punto de vista del comportamiento de un pueblo, precisamente porque -como vamos a ver a lo largo de nuestro viaje- Mataró estuvo rodeado por la influencia inmediata de la orden del Temple y, sin haber llegado a formar nunca parte de sus posesiones, tuvo una actuación directamente relacionada con las ideas políticas de los templarios. Al menos a mí me lo parece así, al comprobar el sentido de unión ciudadana de su gente y al analizar esta empresa de la construcción de naves como una tarea comunitaria, tal como los caballeros templarios la propiciaron en La Rochelle, en Nazaré o en la Coruña, por ejemplo (o, un poco más arriba, en este mismo contorno geográfico, en Caldetes). Me gustaría avanzar previamente al lector en el sentido de que toda la zona que vamos a recorrer constituye una muestra muy clara del quehacer tradicional de esta orden y que, en su mayor parte, los cultos, las leyendas y los lugares mágicos que surgen aquí y allá están, directa o indirectamente, relacionados con el comportamiento ocultista de los templarios, que poseyeron buena parte del territorio entre la costa y el Montseny, comprendido entre los cauces de la riera de Argentona y del río Tordera.

En Mataró, como en toda la comarca, abundan las tradiciones brujeriles. Y, curiosamente, muchas de ellas referidas precisamente a cierto tipo de brujas marineras, como es el caso de la historia que se cuenta por aquí, atribuida a un pescador llamado Pastafang, que dicen que vivió un vuelo transmediterráneo en su propia barca, gobernada por cinco brujas que la llevaron por los aires hasta las costas africanas, ida y vuelta en una sola noche.

miércoles, 1 de julio de 2009

La magia del Ampurdán

Hoy, tras la entrada que hicimos en su momento al monasterio de Sant Pere de Roda, repetimos visita a esta mágica comarca. Tipos como Salvador Dalí no pueden sino nacer en lugares como éste.

















La magia del Ampurdán (Empordà) es, en muchos sentidos, la síntesis del fenómeno mágico catalán, porque acumula en su tierra prácticamente todas las estructuras míticas y tradicionales que constituyen el núcleo del comportamiento mágico de todo el país. Si pensamos que el Ampurdán es, además, la cuna de dos de los componentes esenciales de la tradición catalana, la barretina y la sardana, es probable que esta comarca se nos aparezca más claramente como cuna de tradiciones, costumbres y forma de ser de toda la tierra del Principado.

La sardana, como todo el mundo reconoce y han proclamado los más profundos estudiosos del folklore, no es muy antigua. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII y constituyen una especie de popularización de las danzas cortesanas. Sin embargo, el hecho mismo de que esa popularización fuera posible, de que el pueblo la aceptase y la hiciera suya, es una muestra de que existía una raíz popular que integraba una parte importante de este baile. A mi modo de ver, la esencia popular de la sardana reside en los bailes en círculo y en torno a un centro que practicaron los pueblos primitivos como ceremonia sagrada, la misma danza que podemos admirar en los vasos ibéricos de Liria y, más allá, en las pinturas de los abrigos prehistóricos.

















En cuanto a la barretina, es significativo que se haya conservado con uno u otro nombre -el nombre común sería gorro frigio- en una serie de comarcas en las que se detectan restos o noticias de que se practicó en ellas un culto mistérico: Sicilia, Bretaña, Fátima o este Ampurdán del que ahora nos ocupamos. Cultos que, por otra parte, se desarrollaron en los mismos enclaves en los que las huellas detectan la presencia de santuarios prehistóricos y megalíticos y donde se acusa de modo firme la implantación de eremitorios y cenobios desde los primeros siglos de la Edad Media.
(Juan G. Atienza)