Hoy nos acercamos a Extremadura, a un paraje natural que no deja indiferente y que ya fue elegido como santuario, allá en los tiempos prehistóricos, por nuestros antepasados. Una vez más, la naturaleza nos supera como la gran artista a la que siempre imitamos o deberíamos imitar; operación que, en opinión de Juan G. Atienza, no ha sabido ejecutar Wolf Vostell en aquel lugar.
"Los Barruecos" de Malpartida de Cáceres es un hermoso paraje natural, típico ejemplo del berrocal extremeño constituido por las granodioritas del denominado batolito de "Cabeza Araya”, situado al oeste de la ciudad de Cáceres y que se extiende hasta Portugal. Se trata de un berrocal bien desarrollado por efecto de los procesos erosivos,que se muestra en superficie formando grandes bloques redondeados,los cuales han contribuido en gran medida al refugio y asentamiento de grupos humanos desde el paleolítico hasta la alta edad media. Son significativos los vestigios de pinturas rupestres esquemáticas, cazoletas, cerámicas e industria lítica del Calcolítico y de la Edad del Bronce.
También encontramos las ruinas de un amplio "vicus" de época tardorromana, con sepulcros antropomorfos, viviendas, prensas de aceite e inscripciones votivas dedicadas a la diosa prerromana Ataegina. Una antigua presa y su embalse, con molinos y batanes del siglo XVIII, completan el conjunto histórico de este interesante lugar. Por todo ello, ha sido declarado Monumento Natural de Extremadura con un centro de interpretación anejo y un museo dedicado a la antigua industria de la lana.
Las formas de modelado de estas rocas graníticas son muy variadas, todas ellas se han originado fundamentalmente por meteorización química y mecánica, debido a la acción del agua de lluvia, que actúa hidratando, hidrolizando y disgregando los minerales granulares que constituyen el granito.
(Jugimo, celtiberia.net)
Siguiendo las flechas tan prolijamente repartidas por la municipalidad de Malpartida, se llega a una llanada tachonada de piedras inmensas que constituye uno de los paisajes más alucinantes con que nos podríamos tropezar. En lo más alto de las rocas hay nidos de cigüeñas y un acúmulo de vestigios de tiempos pretéritos tan asombroso que costaría tropezar con otro enclave tan rico.El lugar se llama el Barrueco y, si uno tiene un poco de suerte -mi buen amigo Juan Gil Montes la ha tenido, a fuerza de tesón- puede encontrarse con algunos ejemplares preciosos de hachas pulimentadas del mejor estilo. Pero no se detiene el interés en las hachas. Una de las enormes piedras de la llanada forma una especie de concavidad debajo de otra peña en forma de seta (es el único modo que se me ocurre de dar una pista a quien se encuentre por primera vez en aquel lugar). Esa concavidad está llena de grabados prehistóricos de formas abstractas, muchos de ellos casi enteramente borrados, pero aún reconocibles en la mayor parte de los casos.
Poco más allá, otra peña superpuesta -esta de ahora tiene una forma oval y para encontrarla (juro solemnemente que es difícil) habría que tomar como punto de referencia los nidos de las cigüeñas, a la izquierda presenta una juntura entre peña y peña de forma horizontal: un grieta de apenas treinta y cinco centímetros que casi parece imposible de pasar.Pero merece la pena intentarlo, porque es posible, aunque sienta uno que la piedra va a aplastarle. Lo que encontrará en el interior compensa ampliamente el esfuerzo, porque allí, el hombre prehistórico hizo un santuario. Dentro de la grieta, la peña forma una bóveda de poco más de un par de metros cúbicos de capacidad y toda la pared está cubierta de pinturas de color ocre, que alternan las figuras humanas estilizadas y un cúmulo de signos abstractos -puntos, rayas, ángulos- de ese lenguaje que se ha venido a llamar esquemático y que yo insistiría siempre en denominar como muy coherente, sólo que..., por desgracia, de significado aún desconocido para nosotros.
No terminan aquí las sorpresas. Si caminamos hacia el Este por el recinto del Barrueco, encontraremos otro de esos enormes peñascos con una profunda oquedad a la que se puede acceder desde los dos lados, porque otra piedra parece sostener el hueco. Allí hay más grabados, profundamente trabajados en la piedra y de mayor tamaño. Entre ellos se adivinan sin esfuerzo la figura estilizada de un ser humano sin brazos y una enerme cabeza y otras dos figuras que están formadas apenas por una raya profunda que representa el cuerpo y un agujero para la cabeza.A pocos metros de esta peña, el campo se convierte en un enorme cementerio de tumbas antropomorfas excavadas en las peñas.
Curiosamente, parecen haber sido elegidas algunas piedras en forma de nave y, sobre esa nave, se excavó la tumba, casi siempre de pequeño tamaño, como para albergar a seres de poca estatura. Las hay aisladas y formando parejas y, en ocasiones, se encuentra alguna peña que tiene excavadas tres y hasta cuatro tumbas, todas perfectamente reconocibles. Y, para mayor continuidad en el tiempo, no hace muchos años que comenzaron a excavarse, también por esta zona, los restos de una construcción romana que aún nadie ha sabido determinar si se trataba de una villa o de algún tipo de santuario. (Y eso, por supuesto, sin contar con las abracadabrantes obras del mencionado Vostell, que se mezclan con los restos del pasado y pretenden convertirse en un mesiánico mensaje para el futuro. Juzguen ustedes por el letrero que preside una de ellas:
"EL MUERTO QUE TIENEN SED. Ruego a la ciencia abrir esta escultura transcurridos 5.000 (sic) años. A partir de esta fecha sacar la caja de plomo y analizar el vacío interior para visualizar su forma de energía y pensamientos. Malpartida de Cáceres, 4.1.78. Vostell".
A veces se me ocurre pensar que la magia arcaica influye, sin poderlo evitar, sobre las alucinaciones de los hombres de nuestro tiempo.)
(Juan G. Atienza)
Hola Argantonios, debieras indicar de donde has tomado "prestadas" las fotos y algunos de los comentarios geológicos que haces de Los Barruecos. Muchas gracias por difundir estas bellezas extremeñas. Un saludo.
ResponderEliminarLas fotos las he tomado de la red, pero no recuerdo de qué páginas, igual no hago bien no citando de donde las tomo, pero vamos, no tengo costumbre de hacerlo con las fotografías, no gano un duro con ellas, ni tengo intención de hacerlo, así que no perjudico a nadie.
ResponderEliminarCon respecto a los textos, siempre suelo hacer una introducción con mis palabras y luego ya pongo textos de expertos en la materia que siempre cito y que pongo en cursiva para diferenciarlos. En este caso, si te fijas, he puesto un texto de la página celtiberia.net y otro de Juan García Atienza (al final de cada uno de ellos está señalada la fuente entre paréntesis), así lo hago en todas las entradas que pongo en esta página, página que hago para mi mismo, con la intención de aprender sobre esta temática, y de paso lo publico en forma de blog por si alguien más quiere echarle un vistazo.
Un saludo para ti también, de un hijo de extremeños
Pues bien, te recuerdo que las fotos las has tomado de mi blog personal, y concretamente de este artículo:
ResponderEliminarhttp://jugimo.blogspot.com/2008/10/los-barruecos.html
en el cual, tu y tus posibles lectores, podréis ampliar más datos sobre Los Barruecos.
Un saludo.