Si se quiere practicar eso que se ha venido en llamar arqueoturismo, un lugar idóneo para visitar es el castro de Ulaca, pues desde donde se deja el automóvil se ha de hacer una pequeña ruta de senderismo para acceder al mismo. Éste se encuentra en la provincia de Ávila, no lejos de la capital, con una panorámica inmejorable sobre el valle de Amblés, aquél por donde el río Adaja busca su encuentro con la antigua Avula de los vettones. En concreto se ubica en el territorio perteneciente a Villaviciosa, una pedanía de Solosancho.
Altar de sacrificios de Ulaca
Este castro tiene, no sólo la singularidad de ser el castro celta más extenso, según dicen, de toda Europa -80 hectáreas-, sino de poseer dentro del poblamiento un altar rupestre de sacrificios de los más impactantes que se pueda contemplar, cosa nada común, pues estos altares, auténticos lugares sagrados de rituales solían situarse fuera de los poblados y en muchas ocasiones a grandes distancias en localizaciones, normalmente bosques y montes, considerados como sagrados ancestralmente. Otro elemento mágico -así lo dicen las nuevas interpretaciones- lo encontramos en los restos de una sauna iniciática para guerreros.
La soledad del lugar te hace complicado el creer que allí hubo una población que pudo alcanzar hasta el millar de habitantes. Estos eran vettones, ese antiguo pueblo que gustaba de moldear, en figuras zoomorfas, la roca granítica que tanto abundaba y abunda en los territorio de lo que fue la antigua Vettonia.
Fragua o sauna iniciática de Ulaca
A unos 3 kilómetros al suroeste de Solosancho, en Ávila, se encuentra Ulaca, un poblado fortificado de la Edad de Hierro, más conocido como El Castillo, o “Ciudad de Ulaca”. Se asoma estratégicamente al valle Amblés desde un cerro de 1500 m de altitud, en la sierra de la Paramera, ya en las primeras estribaciones septentrionales de Gredos. Le separa del macizo un barranco que se esparce hacia oriente y occidente formando las cañadas de Sotalbo y del Fresno, abiertas al valle y al río Adaja, de esta manera, el poblado queda aislado en lo alto del formidable cerro de peñascales de granito. La cumbre esta amesetada con marcado declive ascendente hacia el Oeste, hasta las inmediaciones de Villaviciosa.
Por sus características puede considerarse como un auténtico oppidum, rodeado por una gruesa muralla que recorre las más de 70 ha. que tiene como superficie.
En su interior se encuentran las cimentaciones en piedra de casas de planta cuadrada y rectangular, y otras estructuras de compartimentación compleja.
Varios manantiales brotan en lugares próximos a la cumbre y al pie del cerro. De uno de ellos, conocido como “Fuente del Oso”, procede un toro de granito de más de dos metros de longitud, actualmente en la plaza de Solosancho. Existen referencias de una necrópolis de incineración destruida por el arado.
Toro en la plaza de Solosancho, hallado en el castro de Ulaca
Tres construcciones labradas en piedra destacan por su interés. Se ubican en el sector centro-occidental, algo apartadas de las concentraciones de viviendas, no muy alejadas las unas de las otras.
La primera y más importante, llamada “Santuario” o “Altar de Sacrificios”. Se trata de una estancia rectangular tallada en la roca (16 x 8 m), asociada a una peña, en la que una doble escalera conduce a una plataforma con dos concavidades que se comunican entre sí, una de ellas vertía en una tercera, la cual comunicaba a su vez con la parte inferior de la roca por medio de un canal. La sacralidad de la estructura se establece a partir de los testimonios literarios y epigráficos hallados en el santuario de Panioas, en Potugal, donde se ofrece información de los sacrificios realizados allí.
A 140 m de distancia se encuentra la estructura conocida como “la Fragua” o “Sauna”. Se trata de una construcción semihipogea de planta rectangular y 6,4 m de longitud, tiene tres habitaciones, antecámara, cámara y horno. Tradicionalmente se interpretaba como un horno metalúrgico, aunque Martín Almagro-Gorbea y Jesús Álvarez-Sanchís proponen un uso termal, relacionado con los baños iniciáticos documentados en las saunas de “pedras formosas” de la cultura castreña del NO, además de otras semejantes en la Europa atlántica, nórdica, céltica y el mundo grecorromano. Se ha documentado un recinto murado que la rodeaba de 32 x 24 m.
El conjunto de estas dos estructuras parece ser una zona religiosa, ubicada en el sector más alto del asentamiento.
Las ruinas de otro edificio, llamado “La Iglesia” o “El Torreón” más hacia el Sur. Es un edificio de gran aparejo y planta subrectangular (14 x 10 m), delimitado por un recinto amurallado (70 x 48 m) con doble paramento de grandes piedras. Podría haber servido de atalaya defensiva, ya que desde su posición, controlaba gran parte de la superficie poblada, aunque la ausencia de excavación impide una interpretación más precisa, habiéndose sugerido un uso público. En las proximidades se localizan otras construcciones ciclópeas, y a escasos metros, una gran fuente. De importancia en relación con la organización del espacio, la ubicación del poblado y el uso del agua en los ritos de tradición céltica.
(Beatriz Alonso, celtiberia.net)
El valle de Amblés visto desde Ulaca
La fecha del poblado puede datarse del S.VI al II a. C., cuando una de las incursiones de Aníbal en los pueblos del centro peninsular supuso el incendio de la ciudad (aunque este hecho no está confirmado). Se calcula que en la época de mayor esplendor pudo estar habitada hasta por mil personas (distribuidos jerárquicamente en unas 250 - 300 viviendas), ocupando una superficie de 80 hectáreas.
Sus restos son numerosos, desde objetos cerámicos hasta áperos de labranza, instrumental ganadero, alfarero, etc., muchos de los cuales fueron expoliados en épocas pasadas; incluso hay restos de molinos de piedra y de varias canteras.
(Wikipedia)
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