lunes, 30 de octubre de 2017

Las cabezas de la Iglesia de Santa María la Mayor, Fuente Úrbel

Estamos en vísperas de una de las grandes festividades ancestrales del año y, como solemos hacer en algunas ocasiones en relación a las mismas, traemos algunas muestras o creaciones relacionadas con éstas. Hoy, en concreto, nos acercamos a la población burgalesa de Fuente Úrbel, en la comarca de Páramos, para contemplar un curioso capitel, en su Iglesia de Santa María la Mayor, donde se puede observar a un grupo de cabezas con extremidades, que, según se dice, son la representación de un grupo de ánimas, lo que, evidentemente, conecta con la festividad de mitad de otoño en la que nos encontramos, cuando las tinieblas y, con ellas, el recogimiento, van ganando terreno a la luz, siendo, por tanto, un momento que invita más a recordar a nuestros antepasados y seres queridos que ya no se encuentran entre nosotros.

Foto: Rosa G. Nieves

Fuente: circulo-romanico.com

El conjunto se repite, en forma parecida ....en Fuente Urbel, iglesia ésta donde a las cabezas les acompañan extremidades, y, sobre todo, un lienzo. Parece bastante claro que en Fuente Urbel se representa a todos los muertos, a “Todos los Santos”, en un sincretismo del Shamain celta, del “halloween”. Por buscar una interpretación a lo de Siones/Escalante digamos que quizás representan lo mismo, y que puesto que Escalante es anterior a Fuente Urbel la representación es más burda, menos clara, menos lograda. 


viernes, 27 de octubre de 2017

Viriato y su leyenda en la Sierra de San Vicente

Hace escasas fechas visité la bella comarca serrana de Sierra de San Vicente, de la que recientemente hemos hablado por aquí en un par de ocasiones. Quería conocer la que dicen es la sierra en la que se encontraba el mítico Monte de Venus, en el que Viriato, según Apiano, acampaba tras sus campañas de guerra contra el invasor romano. La referencia en cuestión dice lo siguiente: "cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus."
Según la crónica de Apiano, por el lugar de donde venía, debió cruzar el río Tajo del margen izquierdo, al derecho, o, lo que es lo mismo, de sur a norte, con lo parece casi seguro que, de no estar equivocada la información que el autor romano, de origen griego, recogió en su obra, este monte, el Monte de Venus, se encontraba en algún lugar del Sistema Central. De ahí que no sólo se maneje la hipótesis de Sierra de San Vicente, la más apoyada, sino otras posibles ubicaciones, como la del Castro de El Raso de Candeleda o Castro de El Freíllo, en la Sierra de Gredos; la del Monte de Jálama, en la comarca de Sierra de Gata; la Sierra de Santa Marina, junto a la Vía de la Plata, entre las poblaciones de Cañaveral y Casas de Millán, ambas de la Comarca de Monfragüe; y, por último, se habla también de la Sierra de la Estrella, en Portugal, lugar que dicen fue la cuna de este personaje histórico.


El Piélago, lugar en el que, según la creencia popular de la zona, Viriato situaba su campamento de invierno. Al fondo se puede apreciar la Sierra de Gredos - Foto: Iberia Mágica - 24/10/2017


Pero hoy nos centraremos en la Sierra de San Vicente, no porque creamos que podamos descifrar una cuestión de tan difícil respuesta, sino para mostrar como un personaje histórico de hace más de dos mil años puede formar parte de la leyenda e incluso de la mitología, se puede decir, de las gentes que habitan esta comarca en la actualidad. Tanto es así, que no sólo identifican, dentro de las distintas montañas y montes que integran esta sierra, al propio Monte de Venus, sino incluso el lugar exacto en el que el héroe lusitano instalaba su campamento invernal.
En relación al Monte de Venus, éste se dice que es el Pico de San Vicente, montaña que tiene una cueva que le une con la leyenda cristiana que dice que en ella se refugiaron los niños Vicente, el mártir que sería conocido como San Vicente de Talavera, dando nombre a esta sierra, y sus hermanas Sabina y Cristeta, tras la persecución sufrida por Publio Daciano que les hizo huir de su Talavera de la Reina natal, la Caesarobriga romana, para ser posteriormente atrapados en Ávila, tras pasar por esta sierra y ser martirizados en la antigua ciudad castellana, también de origen vettón, donde encontraron el final de sus días.
En cuanto al campamento, éste se dice que se encontraba en el paraje, abundante en castaños en la actualidad, donde pudimos probar su rico fruto, de gran fama por la calidad y tamaño de sus castañas, conocido como El Piélago. Este lugar se encuentra en la parte alta del puerto que une las poblaciones de El Real de San Vicente, en el valle del Alberche, y Navamorcuende, en el valle de El Tiétar, los dos valles que vertebran una y otra vertiente de la Sierra de San Vicente, existiendo los restos de un convento, conocido, precisamente, como Convento de El Piélago, que ha sido reconstruido en parte de su estado ruinoso. Las vistas desde este lugar, hacia el valle del Alberche, son impresionantes, pudiendo apreciarse una gran parte de los Montes de Toledo de telón de fondo hacia el sur, el valle del Tajo, río sobre el que se posaban, aquel día, unos bellos bancos de niebla matinales y muchas de las poblaciones cercanas y no tan cercanas, como la propia capital del Estado, hacia el Este, con su gran nube de polución en su parte superior que nos sirvió de pista para identificarla. Sin tener la información, estuvimos imaginando, que de ser cierto que Viriato hubiera morado aquellas sierras, el control visual sobre el territorio circundante, desde aquel preciso lugar, sería magnífico. Fue, más tarde, antes de volver a nuestros lugares de residencia, cuando un grupo de amables señores, oriundos del pueblo de Castillo de Bayuela, que hace poco trajimos al blog por la estela hallada en su momento en este pueblo, nos contaron, con todo convencimiento, que en El Piélago, que se halla junto al Pico de San Vicente, el que dicen es el Monte de Venus, como se ha dicho, Viriato tenía su campamento. Evidentemente entendemos que, desde un punto de vista histórico, no existe prueba alguna en tal dirección, pero sí nos impresionó esa seguridad y familiaridad que estos habitantes de la comarca mostraban con el personaje histórico en cuestión. Hemos de decir que existe una ruta de montaña conocida como la ruta de Viriato, una carrera popular conocida como Las II Leguas de Viriato o incluso una peña de fiestas, de El Real de San Vicente, de nombe Los Viriatos, según he podido averiguar, con lo que Viriato, evidentemente, forma parte, claramente, del acervo cultural de los habitantes de Sierra de San Vicente.
Por tanto, se puede decir que en Sierra de San Vicente existe un mito muy vigente en los tiempos presentes alrededor del héroe lusitano, lo que no deja de sorprender, a la par que agradar, pues resulta de gran interés descubrir esta curiosa simbiosis entre el personaje en cuestión y los habitantes de esta bella comarca.

Vista hacia los valles del río Alberche, primero, y el Tajo, después, con los Montes de Toledo al fondo y la población de El Real de San Vicente abajo - Foto: Enrique Beato Martínez - 24/10/2017


jueves, 26 de octubre de 2017

Nuestra Señora de la Encina, Pinofranqueado

Si en nuestra anterior entrada hablamos de la vinculación, a nivel general, entre el culto mariano y antiguos cultos que retrotraían, posiblemente, al culto a la Madre Tierra, hoy traemos un caso particular dentro de una de las tipologías que se mencionaron. En la fuente aportada se dijo que no era casual que la Virgen "se apareciera" junto a cuevas, fuentes o en otro tipo de lugares que fueron objeto de culto en tiempos anteriores al propio cristianismo, como son los árboles, de los que ya sabemos, por bastantes ejemplos traídos al blog, que fueron objeto de veneración desde tiempos ancestrales. Nuestro ejemplo de hoy encaja, precisamente, en uno de estos últimos supuestos, pues traemos el caso de la conocida como Nuestra Señora de la Encina, que según cuenta la leyenda, se veneraba en el Convento franciscano de Los Ángeles, no lejos de Ovejuela, alquería del concejo de Pinofranqueado. Posteriormente se dice que quiso ser llevada a una ciudad importante de la zona, no se sabe si a Coria u a otra, en el exterior de la comarca, pero al pasar por Pinofranqueado los mulos que la transportaban se detuvieron ante una encina y esto, como ocurre en tantos otros ejemplos -es un elemento muy recurrente-, fue interpretado como deseo de la propia virgen de querer permanecer en dicho lugar, con lo que posteriormente se construyó, en este sitio, la Iglesia de Nuestra Señora de la Encina, que es la iglesia parroquial de Pinofranqueado donde se da culto a dicha virgen.
Esto, evidentemente, nos hace sospechar que en dicho lugar pudiera haber existido alguna encina, de la que esta virgen tomó su nombre, que podría haber sido objeto de veneración con anterioridad al propio culto cristiano y ser el sustituto de otros árboles venerados con anterioridad, pero aquí, evidentemente, entramos en el campo de la especulación. Además, el templo se dice que fue construido en el siglo XVII, con lo que el cristianismo, evidentemente, llevaba ya bastantes siglos instalado en estos valles, aunque quizás el nombre de la iglesia y de la propia virgen puedan ser una reminiscencia de lejanos cultos dendrolátricos, como bien apunta la fuente que aportamos, que pudieran haberse dado en dicho enclave.
A título anecdótico, como se puede ver, el propio nombre de la población, y del concejo, hacen referencia a otro árbol, muy abundante en la zona, tristemente, en muchos casos, a causa de una no muy positiva reforestación, pues no debería ser el árbol predominante en la zona.

Foto: verpueblos.com

Fuente: Apariciones marianas en Extremadura (III) - José Luis Rodríguez Plasencia - Revista de Folklore número 363 - Año 2012

En la localidad hurdana de Pinofranqueado son las mulas que tiran del carro que transportaba la imagen de una Virgen, las que deciden el lugar donde ha de rendírsele culto. 
Eva Martín, desde Azabal, me informa que según una antigua tradición que circula por la comarca, dicha Virgen se veneraba antaño en el hoy derruido convento franciscano dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles, próximo a la alquería de Ovejuela, en el nacimiento del río de los Ángeles, junto a la titular de la abadía.
No consta en los archivos de la memoria hurdana ni en los registros parroquiales las circunstancias o motivaciones que indujeron a las autoridades eclesiásticas a sacar la imagen rumbo a esa ciudad importante -tal vez Coria, tal vez Plasencia…- que menciona la leyenda… Lo cierto es que cuando la carreta que la trasladaba llegó a Pinofranqueado, los mulos se detuvieron junto a una encina y no se movieron más, a pesar de los denuestos del carretero y de los golpes que les propinaban. Este hecho fue al fin interpretado como un designio divino indicativo de que la Virgen quería permanecer en aquellos lugares para seguir velando por sus habitantes. Así que se le erigió un templo donde ser venerada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encina, advocación con visos dendrolátricos si se tiene en cuenta el lugar donde curiosamente fueron a detenerse las mulas. 


martes, 24 de octubre de 2017

El culto mariano o culto a la Madre Tierra

Una vez leí o escuché, ahora no recuerdo, que el mejor lugar -o uno de los mejores, tampoco lo recuerdo- del mundo para rastrear cultos paganos era la Península Ibérica. No sabemos si es algo exclusivo de la llamada piel de toro extendida que dijo Estrabón, o, seguramente, también se dé en muchos otros lugares europeos y de otros continentes. Yo, personalmente, apuesto por lo segundo -hay claros ejemplos no sólo en la Península, sino en Europa y en otros continentes-, pero ello no es óbice para que no crea que verdaderamente estamos en una tierra muy rica en sincretismos, de ahí que uno se animara a recopilar, breve y modestamente, lugares y cultos de este tipo en el presente blog.
Lo que hoy traemos son unas líneas en las que queda claro que detrás de la leyenda tan recurrente del hallazgo o aparición de vírgenes, en muy distintos lugares, se da un clara conexión con cultos aún mucho más antiguos, en los que se especula, además, con la posibilidad de que la Virgen de turno no esté haciendo otra cosa que sustituir, como ya se ha apuntado en más de una ocasión por aquí y como es bien conocido por los interesados en estas temáticas, a antiguas divinidades femeninas, que a su vez no son otra cosa que la herencia del antiguo culto a la Madre Tierra del que tanto se ha hablado.

Virgen de Soterraña en su cueva, Madroñera (Cáceres) - Foto: chdetrujillo.com

Fuente: Los peregrinos del Camino de Santiago - Juan García Atienza.

Por si fuera poco, la mayor parte de aquellas imágenes fueron envueltas en un espeso velo de misterio milagroso y casi no cabe tropezar con ninguna que no tenga su leyenda, narrando un prodigioso descubrimiento que habría puesto al descubierto la imagen, supuestamente escondida por temor a que fuera profanada por la invasión árabe, y olvidado después el escondrijo donde fue depositada. Hay imágenes que "aparecieron" en cuevas, en troncos de árboles (generalmente árboles sagrados de la Antigüedad precristiana), debajo de megalitos, a la sombra de arroyos, en el pico de montes venerados por los ancestros, en el fondo de simas inaccesibles que emitieron luminarias para avisar de lo que había en sus profundidades. Y fueron muchas las imágenes que, una vez encontradas, demostraron palpablemente que "deseaban" ser veneradas en el lugar donde las encontraron y que, trasladadas a otro, "regresaron" al sitio del encuentro, solo para mostrar su voluntad de permanecer allí y su deseo de que fuera también allí donde se les levantase el preceptivo santuario.
Estas circunstancias, lejos de fomentar la intención milagrera, y vistos tanto los modelos iconográficos como los lugares donde se les levantó capilla para que fueran a venerarla propios y extraños -léase peregrinos-, nos muestran, a menudo, la presencia de espacios ancestralmente sagrados que fueron recuperados por la memoria de los fieles, que, de pronto y sin encomendarse a ninguna autoridad, los volvieron a hacer suyos, después de que la fe cristiana generalizada hubiera hecho todo lo posible por olvidarlos. Tales lugares, según cabe demostrar en muchos casos, conservaron por mucho tiempo, e incluso siguen conservando en la actualidad, en algunos casos, cualidades que en tiempos de ignorancia pudieron tenerse por prodigiosas: aguas medicinales o detección de especialísimas energías telúricas que fueron sacralizadas por los efectos aparentemente sobrenaturales que producían. En este sentido, y para los peregrinos que quisieran advertirlo, aquella presencia de imágenes de Nuestra Señora en el Camino, o en sus proximidades, era también una llamada de atención a al antigua sacralidad de la Tierra, adorada como Diosa Madre a través de las numerosas deidades femeninas que proliferaron en la Antigüedad, desde Deméter a Belisana, desde Istar a Isis la Negra, cuyas cualidades de negritud heredaron con todas sus consecuencias muchas de las más veneradas imágenes de aquellos primeros tiempos de la exaltación del culto mariano.

sábado, 21 de octubre de 2017

La ancestralidad de Roncesvalles

Muchos topónimos guardan el significado de una realidad que va más allá de la simple apariencia o composición etimológica. Hoy traemos uno muy conocido, como es Roncesvalles, por ser la puerta de entrada a la Península, a través de los Pirineos, del conocido como Camino de Santiago francés. Gracias a los apuntes que extrajimos del libro Los peregrinos del Camino de Santiago, de Juan García Atienza, hemos conocido la etimología de esta localidad pirenaica, que le relaciona con la rosa o el espino, topónimos que ya sabemos que, en muchos casos, son la llave con la que descubrir una antigua sacralidad. Según García Atienza, tras estos topónimos se hallan petroglifos, dólmenes y otros antiguos elementos de esta naturaleza. Así, en los alrededores de Roncesvalles, se encuentran los dómenes de Epersaro, Arregi o Mediaundi, además de curiosas rocas, como la conocida como Puerta de San Juan, a la que seguramente podamos dedicar una ficha en un futuro, y un monasterio, que ya sabemos que solían situarse en antiguos eremitorios que, en muchos casos, a su vez ocupaban un lugar de culto precristiano.

Roncesvalles - Foto: mygola.com

Fuente: Los peregrinos del Camino de Santiago - Juan García Atienza.

Roncesvalles se llamó en francés Roncevaux, que quiere decir el valle de las espinas. Y en el viejo castellano de los navarros, Rozavals, el "Valle de las Rosas". No es la única llamada que encontramos en el Camino -y en numerosos lugares- a las espinas o a las rosas espinosas. Y, curiosamente, tales lugares suelen localizarse rodeando un lugar ancestral de virtudes escondidas, cercando la presencia de un conjunto dolménico, avisando la cercanía de una aglomeración de petroglifos o dando cuenta de la proximidad de un monasterio escondido entre las serranías, que fue construido en algún antiguo lugar de poder.


viernes, 20 de octubre de 2017

Grabados en el Dolmen de La Coraja, Aldeacentenera

Nos acercamos a la conocida, en el pasado, como Tierra de Trujillo, hoy comarca de Trujillo, al municipio de Aldeacentenera. Allí existe un curioso castro vettón, el castro de La Coraja, donde se halló un dolmen, el Dolmen de La Coraja, que es nuestro protagonista en esta ficha. Las películas de dibujos animados de Asterix y Obélix, basados en un famoso comic francés -Astérix el Galo- que se inició en 1959, nos hizo creer a muchos en la infancia que los antiguos galos o, los celtas en general, fueron los creadores de los dólmenes, menhires y demás megalitos, algo normal cuando veías a Obélix, con su gran fuerza, tallar y repartir menhires en un periquete. Con los años descubres que eso no es así, que éstos estaban mucho antes de ellos, a pesar de que muchas de estas construcciones fueran respetadas milenios después, en plena Edad del Hierro, teniendo el famoso ejemplo de Stonehenge, donde se dice que los druidas realizaban sus rituales y celebraciones. Pues en el Dolmen de La Coraja seguramente nos encontremos ante un caso similar, pues se hallaron evidencias de la Edad del Hierro, es decir, de la época vettona entre los ortostatos de este dolmen, como cerámica propia de esta época, lo que ha hecho creer que este megalito fue objeto de culto durante este periodo. Uno de los ortostatos, el número 2, conserva un bueno número de grabados, seguramente de los tiempos en los que este dolmen se construyó.

Foto: arqueolugares.blogspot.com

Fuente: Alfonso Naharro i Riera

En un castro extremeño de la Edad de Hierro ( La Coraja de Aldeacentenera, Cáceres) que descubrimos hace treinta años recogimos una cerámica pintada en rojo, el motivo era un guerrero ibérico con su falcata y a caballo que entregué al Museo de Cáceres… posteriormente aparecieron siete ortostatos colocados en un zócalo, el castro había sido excavado por un arqueólogo imprudente que no le dio mayor importancia a las siete lajas de pizarra a pesar de los grabados de cazoletas y pinturas rojas con que estaban decoradas. Después se supo que formaban parte de una habitación cuadrangular, reaprovechadas y respetadas como parte del culto a sus ancestros: El arqueólogo y profesor Don Antonio González Cordero se percató de los grabados, los analizó y descubrió que pertenecieron a la cámara de un dolmen situado en la proximidad, seguramente ‘in situ' por el material que encontraron, puntas de sílex y otros elementos típicos de esta cultura.

En una de las siete lajas de pizarra (ortostatos) se puede ver un sol, cazoleta con rayos, muy parecido a uno los grabados antes citados de San Lorenzo (San Juan, Ibiza). Los ortostatos de La Coraja están publicados en: “ Cuaderns de Prehistoria i Arqueología de Castelló (diputació de Castelló, nº 22 de 2001)” y ello ha sido una nueva brisa de conocimiento para el estudio de los grabados anteriores al Hierro en España donde las cazoletas sobrevivieron al dolmen y a los ancoriformes como veremos. Las gentes que habitaban La Coraja en la Edad del Hierro respetaron estas piedras pues ello les daba real reconocimiento de propiedad, el culto a los ancestros no se había roto a pesar de las diferentes gentes que habitaron allí, su respeto les daba fuerza ante cualquier avatar extraño, eran los sucesores pues recogieron la antorcha Divina, algo que es una constante en el Hombre, el arquetipo que hace crecer a la Humanidad.


Calco de los grabados del ortostato nº 2 - Foto: researchgate.net

Los Cirigüelos, El Real de San Vicente

Estamos a pocos días de llegar a uno de los grandes festejos ancestrales del año, el antiguo Samaín, el inicio de las tinieblas o del largo invierno en los tiempos primigenios de este festejo. Para nosotros, en la actualidad, es el momento que marca la mitad del otoño. Pero hoy no vamos a hablar del cercano momento en el que dicen que el mundo de los vivos y el de los muertos se entrecruzan de una manera más fluida o sencilla; hoy, nos acercaremos a ese momento, aún no muy cercano, en el que se concentran multitud de mascaradas, antecedentes o "primos hermanos" de las fiestas de carnaval que conocemos, que es el momento de mitad de invierno o antiguo Imbolc. En El Real de San Vicente, población de la comarca de Sierra de San Vicente, comarca que igualmente pocas fechas atrás visitamos en el blog, se celebran Los Cirigüelos, festejo que coincide con San Sebastián, unos días antes de las celebraciones de la Candelaria o de San Blas, que igualmente son una clara cristianización de estos antiguos festejos invernales.
En Los Cirigüelos aparecen tres tipos de personajes: los propios Cirigüelos que, con cencerros en su espalda, pretenden, como ocurre con el resto de cencerradas, despertar a la aletargada Naturaleza; La Hilandera, que pese al nombre del festejo, es el personaje principal, a la que lujuriosamente persiguen Los Cirigüelos; La Maravaca, que es el personaje que nos queda, y que no es otra cosa que el oscuro invierno que se resiste a la fecundidad que ha de venir con la ansiada Primavera, defendiendo a La Hilandera de Los Cirigüelos.
Esperamos poder visitar este pueblo, de bello entorno, en plena Sierra de San Vicente, en la que algunos dicen se hallaba el Monte de Venus de Viriato, y conocer el festejo de Los Cirigüelos. La estampa del El Real de San Vicente, en las faldas de la montaña conocida como La Cabeza del Oso, es espectacular. Volveremos a esta montaña, pues esconde una curiosa evidencia.

Los Cirigüelos - Foto: asociacionelpielago.blogspot.com

Fuente: asociacionelpielago.blogspot.com

El personaje central es la Hilandera, una mujer casada de ver mu buen ver, a las que los Cirigüelos, jóvenes vestidos con pantalón negro, camisa blanca, cencerros en la espalda y varios pañuelos en la cabeza, tratan de levantar la falda. La defiende la Maravaca, y en su defensa trata de quitar los pañuelos de la cabeza con una especie de tenedor de dos dientes. Según la tradición, al joven que descubriera la cabeza, le quitara el pañuelo, tenía que pagar una arroba de vino. Por ese motivo los Cirigüelos llevan cuatro o más pañuelos cubriendo su cabeza. Al final, cansados de que  La Maravaca les quite el pañuelo, los jóvenes cogen a éste y  le bañan en vino. Esto último sólo se simuló.
Los actores dieron la vuelta por todo el pueblo haciendo sonar los cencerros:  el  Barrio Bajo, Llanillo, Barrio Nuevo, Cotanillo de los Barberos,   la calle de Los Caños,  del Arroyo, por  el centro m édico hasta llegar a la Plaza. Los participantes Fueron ocho: La Hilandera, La Maravaca, y seis Ciriguelos. Aunque más estos últimos podian haber sido más.
En la Plaza Después de la representación el Ayuntamiento obsequio a todo el mundo, un refresco o un vino y frutos secos. Tanto en la Plaza como en el Barrio Nuevo, donde tambien se hizo la representación, se dijeron los dichos populares, en forma de romance, ocurridos a los propios jubilados en uno de sus viajes. 
Son bonitas estas tradiciones y entre todos tenemos que conseguir que no se pierdan, para lo cual se necesita la participacion de la gente y cuanta más mejor. Por eso estas celebraciones, en nuestra humilde opinión, se deben hacer los días que hay más personas en el pueblo.


El Real de San Vicente. Detrás la Montaña La Cabeza del Oso - Foto: senderosesotericos.wordpress.com



domingo, 15 de octubre de 2017

El ídolo de Lerilla, Zamarra

Seguimos trayendo ídolos-estela de la Edad del Bronce al blog. Estamos ante una de las manifestaciones más importantes, por el gran número de ejemplos que se han hallado, sobre todo en el occidente peninsular, además de por la interesante información que pueden darnos sobre las creencias y costumbres del final del segundo Milenio y principios del I a. C, a pesar de su complicada interpretación. Muchos de ellos nos recuerdan a menhires, con grabados, lo que ha hecho creer que pudiera ser que dichas piedras ya fueran utilizadas como megalitos en periodos anteriores al momento de ser grabados. En el caso que hoy traemos, el hallado en las inmediaciones del castro de Lerilla, de ahí que se conozca como Ídolo de Lerilla, en el municipio de Zamarra, de la comarca salmantina de Campo de Agadones, aparece principalmente tallada la parte superior, donde se aprecia claramente lo que sería un rostro humano, con una especie de tocado reticular en su parte superior que nos hace creer que pudiera estar representado a una individualidad apreciada por su propia comunidad, a modo de un sacerdote o chamán, de la etnia, o incluso, quien sabe si a una divinidad, pudiendo ser tanto una representación femenina, como masculina. No queremos caer en la fácil identificación con un rey o jefe del poblamiento de turno, a través de la cual siempre se quiere especular con la fácil conclusión de decir que esto demostraría una clara jerarquización de esta sociedad, aunque en muchas ocasiones, es también una de las interpretaciones que se realizan. Hemos de decir que estamos en una zona, la cercana a Sierra de Gata, en el Sistema Central, donde se hallaron bastantes ídolos en una y otra vertiente. En este caso estamos en la vertiente septentrional o salmantina.

El Ídolo de Lerilla se encuentra en la Casa de Cultura de Ciudad Rodrigo - Foto: historiadesdebenavente.blogspot.com

Fuente: historiadesdebenavente.blogspot.com

Uno de los ídolos-estela del norte de la Sierra de Gata es el ejemplar procedentes del castro de Lerilla (Zamarra), hoy en la Casa Municipal de Cultura de Ciudad Rodrigo. 
La figura antropomorfa está realizada sobro un bolo de diabasa de forma apuntada, de unos 110 x 39 cm. La técnica de ejecución ha sido, en su mayor parte, el piqueteado, que ha dejado un surco en forma de “U”, con la excepción de los brazos y las manos, realizados mediante incisión profunda que ha dejado un curso en forma de “V”. 
La representación humana se centra en la parte superior de la pieza, habiéndose dibujado la cara de forma acostumbrada. Sobre el rostro lleva una especie de tocado reticular, coronado, a su vez, por trazos lineales que lo contornean. Debajo del rostro, insinuando el cuello y parte superior del tronco, se han realizado dos líneas curvas concéntricas, similares a las del ídolo de Ciudad Rodrigo (Museo Arqueológico Nacional), si bien en el de Lerilla no se ha dibujado enteramente el tronco. Los brazos son muy pequeños y cortos, terminando en largas manos, todo ello muy esquemático. Hacia la base del tercio superior de la pieza se ha grabado una línea horizontal que recuerda a la de los ídolos de Hernández Pérez y de Salvatierra de Santiago (Cáceres), lo que se ha interpretado como un posible cinturón. 


Representación del Ídolo de Lerilla - Foto: historiadesdebenavente.blogspot.com



viernes, 13 de octubre de 2017

Leyenda del Cerro Garabitas, Madrid

Los lectores de este blog ya saben que andamos tras las huellas de leyendas, ritos, mitos o evidencias de la Antigüedad y de la Prehistoria en la Península Ibérica o, si hablamos de cultos o evidencias actuales, que éstas tengan, más o menos, claras raíces o reminiscencias en aquellos tiempos, como ocurre, principalmente, con muchos festejos y romerías de la actualidad que vamos aportando a este espacio. Hoy, sin embargo, no nos remontamos nada lejos en el tiempo, pues la leyenda que traemos y que, como algunos otros lugares, hemos conocido gracias a nuestro amigo Daniel Salmador, a quien desde aquí damos las gracias, se dice no va más allá, seguramente, del siglo XIX, según hemos podido leer. Nuestra razón de traer este lugar y esta leyenda, es la de que, pese a su cercano origen, nos recuerda a alguno de esos cerros o montañas sacralizados en la Antigüedad, donde moraban los dioses y alrededor de los cuales existían leyendas de todo tipo, aunque muchas de ellas con elementos comunes que, en cierto modo, las emparentaban a unas con otras. En nuestro ejemplo de hoy, no son divinidades, ni encantadas, las protagonistas, sino las almas de los difuntos madrileños, según nos dice la leyenda, las que pasan por el Cerro Garabitas camino del cielo, de donde algunos afirman que puede venir el famoso dicho "de Madrid al cielo".
Hemos de decir que el Cerro de Garabitas es un estupendo mirador, en La Casa de Campo, un conocido y extenso bosque perteneciente a la ciudad de Madrid, con 677 metros de cota y que fue un importante lugar estratégico durante la última Guerra Civil.

Vista desde el Cerro Garabitas - Foto: madridamiles.wordpress.com

Fuente: Madripedia

El cerro de Garabitas se halla en la Casa de Campo. Se dice que las almas de los que han vivido y muerto en Madrid se concentran en este lugar tras su fallecimiento y durante la madrugada emigran al más allá. Muy pocos son los que han podido ver este fenómeno consistente en una especie de nube de color violácea y que se eleva lentamente hacia el infinito. Momentos antes se pueden ver unas pequeñas lucecillas, correspondientes cada una de ellas a un alma, que vagan entre las ramas de los árboles, como intentando aferrarse a este Madrid, como no queriendo marcharse. Por eso hay quien dice que la frase "de Madrid al cielo" tiene su origen en esta leyenda.



Grabados rupestres del Pico del Arrobuey, Caminomorisco

Volvemos a una de nuestras comarcas predilectas, a Las Hurdes; y lo hacemos para dejar constancia, de nuevo, de unos grabados rupestres: los petroglifos del Pico del Arrobuey, en su vertiente perteneciente al concejo de Caminomorisco, en la conocida como Sierra de Horno. Estamos, como en el caso del Tesito de los Cuchillos de la alquería de Castillo, que trajimos al blog, ante una representación de armas: una espada, dos cuchillos o dagas más cortas, un scramasax y parte de otro. En cuanto a su cronología y posible significado han sido, como suele ocurrir ante estas evidencias, muchas las hipótesis planteadas. Se ha hablado de su pertenencia a la Edad del Bronce, en concreto, emparentando estos grabados a las representaciones de armas de las estelas de guerrero típicas del suroeste ibérico; también se habló de la Edad del Hierro, pero la ausencia de tipos afalcatados, de cuchillos curvos o de espadas de antenas, en estos grabados, descartó esta hipótesis; se habló también del periodo romano, emparentando estos petroglifos al caso ya citado del Tesito de los Cuchillos, también de Las Hurdes, perteneciente a dicho periodo histórico; y, por último, una serie de detalles han hecho creer que, verdaderamente, fueron realizados durante el periodo visigodo, como la propia representación del scramasax o sax -como también se le conoce-, siendo ésta un arma blanca típica de tribus germánicas, como la de los francos, la de los sajones o, en el que sería propio del presente ejemplo, la de los godos. Parece que ésta es, por tanto, su verdadera naturaleza. Hemos de decir que, si no se hace nada pronto, estos grabados, junto a un cortafuegos realizado en el monte, corren peligro, pues no se encuentran protegidos en la actualidad como deberían.
En cuanto a su posible significado, dejemos que Antonio González Cordero nos cuente, a través de las siguientes líneas extraídas del último número de la Revista Las Hurdes -nº 35, Época III, julio de 2017-, de la que extraemos también sus fotografías. Resulta muy curiosa la vinculación que realiza con romances y leyendas donde aparece la figura del último rey godo, antes de la llegada de los musulmanes, figura histórica que también se relaciona, por parte de la leyenda, con la no lejana población de Ciudad Rodrigo.




Fuente: Antonio González Cordero, "Los grabados del pico del Arrobuey" - Revista Las Hurdes, nº 35 -julio 2017

No hay pues una idea clara de su significado, ni de la intención de los grabadores, tan sólo una observación detallada del lugar donde se hallan puede ayudarnos a esclarecer parte del misterio que encierran estas figuraciones. En ese sentido, resulta obvio que varios conjuntos comparten ubicación, al reiterar su presencia junto a caminos, circunstancialmente algunos de los más antiguos, es decir, aquellos que con economía de tiempo y esfuerzo permitían desde tiempo inmemorial comunicar el interior de la comarca e incluso atravesarla.
Tal exposición, manifestaría a nuestro juicio un deseo explícito de ser visto, lo cual cabría interpretar, a tenor del significado intrínseco del armamento, como una advertencia para quienes transitan por estas sendas, cobrando sentido así la críptica frase cincelada en el Teso de los Cuchillos -"Arma Mea Cave" (guárdate de mis armas)-.
Otra historia es explicar por qué razones gentes de un mundo que parecía ajeno a Las Hurdes irrumpen repentinamente en su historia legándonos un conjunto de manifestaciones que de otra forma se podría entender como tentativas de establecer delimitaciones territoriales. ¿son acaso expratriados, refugiados, o simplemente transeúntes ocasionales?, posiblemente nunca lo sepamos, pero lo cierto es que protagonizaron uno de los fenómenos más singulares de la iconografía hurdana, y tal vez sin querer, alimentaron los romances y leyendas que muchas veces oí recitar, como probablemente las oyó Romualdo Martín Santibáñez, como aquella que habla del periplo de Don Rodrigo y los últimos guerreros de un reino derrotado, cuyos pasos se pierden en las fragosidades de estas montañas.





domingo, 8 de octubre de 2017

Estela antropomorfa del Cerro del Obispo, Castillo de Bayuela

Nos acercamos a la comarca de Sierra de San Vicente, la cual toma el nombre de una sierra que es como una especie de brazo que desciende, en perpendicular, desde la Sierra de Gredos, hacia el meridiano, muy cerca de la unión de esta última con la Sierra de Guadarrama, todas ellas, a su vez, pertenecientes al extenso Sistema Central, al cual dedicamos una ficha el pasado mes de junio. En la Sierra de San Vicente hay autores que sitúan el mítico Monte de Venus, donde las fuentes clásicas afirmaban que Viriato instalaba su campamento de invierno, a la espera de que la primavera trajera nuevas campañas militares contra el invasor llegado de la Península Itálica.
Nos encontramos, por tanto, en un lugar lleno de Historia, tierra de antiguo vettones, por lo que son abundantes los verracos, esas esculturas zoomorfas tan características de este antiguo pueblo céltico y, dentro de esta abundancia en testimonios, destaca, por encima de todos los lugares de esta comarca, la población y el municipio de Castillo de Bayuela. Allí, muy cerca de un antiguo castro vettón, el castro de El Cerro del Castillo -un topónimo que se repite ante evidencias de antiguos poblamientos- se halló la Estela antropomorfa que hoy traemos, en concreto ésta se encontraba en el conocido como Cerro del Obispo. Estamos ante una estela de guerrero, aquéllas que tan características fueron en la Edad del Bronce y que tan extendidas estaban por el suroccidente peninsular. En concreto, éstas se dividen en cuatro grupos, delimitados por cuatro zonas geográficas: I- Sierra de Gata, II- Valle del Tajo – Sierra de Montánchez, III- Valle del Guadiana – Valle del Zújar y IV- Valle del Guadiana. La del Cerro del Obispo, de Castillo de Bayela, se encontraría dentro del grupo II.
Por el gran tamaño de la misma, 2,07 metros, se piensa pudo ser un menhir en origen, habiéndose convertido, mucho después, en estela cuando se realizó el grabado, en el Bronce Final, entre los siglos X-VII a.C.

Foto: bloghistoriadelarte.wordpress.com


Fuente: David Gutiérrez Pulido - bloghistoriadelarte.wordpress.com

La cara principal muestra un dibujo esquemático con la representación de un antropomorfo (1,13cm). En la parte superior dos cazoletas flanquean una línea vertical con un ancho más o menos uniforme que abarcaría desde la cabeza hasta la pelvis. Bajo las cazoletas una línea horizontal marcaría la diferencia entre lo que sería el rostro con el cuerpo. Los hombros lo conforman a su vez otra línea horizontal que se unen con los brazos en ángulo recto ligeramente curvados, y estos brazos caen en dos líneas verticales, paralelas al cuerpo hasta la zona de la pelvis aproximadamente, siendo el brazo derecho ligeramente más largo que el izquierdo (tras la limpieza de la piedra se pudieron observar tres trazos paralelos a la altura de la mano izquierda que indicarían los dedos de la mano).
A la mitad de la línea del cuerpo, sobresale hacia la derecha un surco cuya terminación se ensancha. Desde la pelvis se marcan las dos piernas que se abren en forma de U abierta, cuya terminación en los pies se estrechan ligeramente. La pierna izquierda resulta algo más corta que la derecha, y su terminación es ligeramente curva hacia la derecha marcando así la forma del pie o la disposición de caminar.
El grabado del dibujo está realizado mediante la técnica de incisión, la cual posee una sección en forma de U abierta. Este grabado está rehundido de forma más aparente en su parte superior (aproximadamente 4mm) y decrece hasta hacerlo casi inapreciable a medida que se aproxima a la parte inferior.


Lugar en el que se halló la Estela de Castillo de Bayuela - Foto: bloghistoriadelarte.wordpress.com



sábado, 7 de octubre de 2017

El Ídolo oculado de la Cueva de Belda, Cuevas de San Marcos

Nos acercamos a Cuevas de San Marcos, en la comarca de Antequera. Allí, en la Cueva de Belda se halló un Ídolo oculado que ha sido adscrito al periodo Calcolítico. Según se dice, podría estar representando a una deidad, posiblemente relacionada con el culto a la fertilidad, pues nos encontramos en un periodo en el que el ser humano ya vivía de forma sedentaria, practicando la agricultura, con lo que no sería, en un principio, descartable dicha posibilidad. Igualmente se dice que podría haber sido un amuleto-protector, pero ya sabemos que sobre creaciones de este tipo, procedentes de la Prehistoria, es muy poco lo que sabemos, aunque, quizás, no se encuentren lejos de la realidad todo este tipo de especulaciones. Sólo sus creadores, y las gentes que lo poseyeron, lo saben.

Foto: cuevadelapileta.blogspot.com

Fuente: ceres.mcu.es

Ídolo-placa de falange con forma bitriangular, simulando una figura femenina, resaltando elementos de este sexo, como la presencia de protuberancias a modo de los senos de la mujer y en la parte media-inferior en forma de triángulo invertido, el pubis de la mujer. En la cara anterior presenta incisiones en forma de ondas simulando los ojos. La cara anterior y laterales están pulimentadas y grabadas con un objeto punzante. Se puede apreciar un ojo completo, con la pupila marcada por un punto central, y parte del otro; a su alrededor, unas finas incisiones representan las pestañas. Debajo de cada ojo cuatro líneas onduladas en la parte inferior, más gruesas, señalan la zona del triángulo sexual.

Foto: ceres.mcu.es

lunes, 2 de octubre de 2017

La Cueva de Urallaga y la Ermita de la Magdalena, Galdames

Traemos un nuevo ejemplo de simbiosis entre antigua cueva y ermita, que siempre nos hace sospechar que puedan existir elementos de culto más antiguos al de la propia ermita. Estamos en Vizcaya, en la comarca de Las Encartaciones, donde, en el municipio de Galdames, junto a los montes de Grumerán, se hallan la Cueva de Urallaga y la Ermita de la Magdalena, un pequeño oratorio junto al espectacular arco de entrada a esta cueva. Nada se dice, en relación a ella, con respecto a huellas sacras de un pasado más lejano, más allá de la existencia de una leyenda; de la existencia, igualmente, de la propia ermita, construida de nuevo tras ser destruida el siglo pasado y cuyo anterior templo, en las fuentes, no se remontaba más allá del siglo XVIII; la bella ubicación, con un arroyo que nace de la propia cueva, una zona con fama de manantiales, pues ya sabemos que muchos de éstos eran sacralizados desde antiguo por su importancia; y, por último, la existencia de una romería en la actualidad a la ermita, cada 22 de julio.
El interior de la cueva natural, fue explotada en los siglos XIX y XX como mina de hierro, pero aún así guarda gran encanto. En el entorno abundan los robles, grandes encinas, además de avellanos y serbales.

Foto: 3.bp.blogspot.com

Fuente: Iñigo Muñoyerro, 13/02/2017 - elcorreo.com

Cuervos, grajos y palomas anidan en el techo. Nos sorprenden con sus zureos, graznidos y silbidos reprobatorios.
Al anochecer es otro cantar. Los murciélagos vuelan a cientos en busca de insectos. Los búhos ululan y el bosque cruje de manera amenazadora. Es la hora de paseo del suicida Almanegra, condenado a vivir eternamente en la oscuridad de la caverna. El escritor encartado Antonio Trueba lo cuenta en su libro 'De Flor en Flor'. Nos sacude un escalofrío. Cae la luz y es hora de marcharse.