lunes, 30 de diciembre de 2019

La Viejanera, Sopenilla-San Felices de Buelna

Nos acercamos al fin del presente año. El menos prolífico desde que empezó, hace más de diez años, la andadura de este blog, por hechos ajenos a nuestra propia voluntad. Esperamos que el nuevo nos permita estar más activos. Adentrándonos en el tema tema de hoy, precisamente traemos una representación que se daba en la fecha de fin de año en bastantes pueblos de la actual Cantabria. Hoy hablamos de La Viejanera de Sopenilla, pueblo del municipio de San Felices de Buelna. No hay error en la transcripción del nombre del festejo, pues, pese al parecido en el nombre, no estamos hablando del famoso festejo de la Vijanera, de Silió, del que ya hemos hablado en este blog en más de una ocasión, sino de La Viejanera, pues una vieja es el personaje tenebroso que anunciaba un ser, al que había que entregar un nabo, si no querían los niños que acudiera la Vieja tenebrosa -La Viejanera-. Así lo contó, recientemente, una señora de ochenta y ocho años de edad a los integrantes del programa radiofónico Cantabria Oculta, del que hemos extraído más información en otras ocasiones. Aparecía un señor, con un amplio sombrero de paja y un pañuelo que le cubría el rostro, portando un caldero, el cual removía y golpeaba con lo que Pilar, que así se llama la señora, decía ser un palo. Éste anunciaba la llegada de la Viejanera, si no se le entregaba un nabo. Vemos una vez más a este tubérculo, como símbolo, a buen seguro, de fertilidad, recordándonos, en cierto modo, aunque en un contexto diferente, pues no se arrojaba, al Jarramplas de Piornal, en la comarca extremeña de La Vera. Estamos en el periodo en el que comienzan las mascaradas invernales, que tanto abundan por nuestras tierras ibéricas y que, en muchos casos, se han perdido, como en el presente caso que nos ocupa en relación a este pueblo de la comarca del Besaya.

Sopenilla

Fuente: Pilar (informante) - Cantabria Oculta - 29/12/2019

-Se celebraba- el último día del año. La llamábamos la Viejanera y venía por la noche. Había un señor, un vecino, que era muy chistoso y después de cenar llamaba a la puerta y entraba disfrazado con un sombrero y un palo, y había que darle nabo para comer, porque si no comía nabo, y no éramos buenos los niños, venía La Viejanera. 
-¿Cómo vestía?
Yo le vi el sombrero, el 'pañuelón', el caldero y el palo para remover lo que hubiera en el caldero. El sombrero era como de paja, de los que se llevaban al campo. 
Iba por algunas casas del pueblo. Llamaba a la puerta y entraba, si estaba la puerta abierta, e iba como removiendo lo que simulaba ser sangre, haciendo el ruido -característico-.


lunes, 18 de noviembre de 2019

El Templo de Júpiter de Clunia, Peñalba de Castro-Huerta de Rey

Regresamos a una de las antiguas ciudades romanas de más importancia, como fue Clunia Sulpicia, citada por Plinio el Viejo en su Historia Natural (III, 26-27). Fue la continuación poblacional de un castro arévaco, muy cercano, llamado Kolounioku, topónimo que derivó en Clunia, como ocurre con el nombre de tantas ciudades romanas, las cuales lo toman, ya sea total o parcialmente, de la denominación indígena. En relación a la temática de este blog, son ya varios los vestigios de este lugar que hemos traído, como los dos altares consagrados a Neptuno hallados, un oráculo, un santuario priápico y vestigios del culto a Las Matres. Hoy dejamos constancia de un templo, situado en lugar preminente de su foro, dedicado al principal dios del panteón romano, como fue Júpiter. Parte de sus elementos decorativos y arquitectónicos fueron reutilizados con el devenir de los siglos en edificios de la zona, como una hospedería o en la ermita románica de la Virgen de Castro, la cual se encuentra, además, en el lugar donde se halla una necrópolis de época visigoda.
Como se puede apreciar, nos encontramos ante un yacimiento fascinante, no sólo por los restos romanos, incluido su famoso teatro romano, como periodo más importante documentado, sino de distintos periodos, ya sean anteriores a Roma o posteriores a su periodo de dominación.

Vista aérea de la zona del foro de Clunia, donde se hallaba el Templo de Júpiter

Fuente: templosromanosenhispania.wordpress.com

Era el principal templo de la ciudad, situado en el extremo sur del foro y ocupaba una posición dominante por asentarse sobre un podio elevado. Su dedicación a Júpiter se confirmó tanto a través de textos (Suetonio, biografía de Galba), como epigráficos o escultóricos. Los únicos restos que se conservan en el lugar son de la argamasa y las piedras que constituían el relleno del podio, descubierto por I. Calvo en 1915. La zona está muy degradada y expoliada, como así atestiguan las noticias sobre el lugar de Hinojal en 1913, en la que detalla que además de la extracción de los sillares del podio, veinte años antes un huracán acabó por arruinar lo que de él quedaba.
Las excavaciones realizadas por Pedro de Palol en los años 1972 y 1973 del pasado siglo, se concentraron en el perímetro de base del templo, ya que éste era prácticamente irreconocible y sólo quedaba el caementicum del núcleo del podio.
Se determinó que era un edificio de 38 m. de largo y 16,60 de ancho y se conserva la última hilada del muro.
El acceso al podio era a través de dos escaleras laterales desde la parte posterior del edificio, de las que se conserva sólo la impronta sobre el caementicum. Además, es destacable el ábside semicilíndrico de la parte trasera del podio.No se pudo concretar nada respecto a la disposición de las cellae ni de sus capiteles. Es de suponer que son de orden corintio como el pórtico del foro. De estos datos, Palol dedujo que era un templo hexástilo, pseudiperíptero con ábside. Su cronología, al igual que el resto del foro, está dentro de la dinastía Julio-Claudia.
Las modificaciones en el ala lateral este, apuntan a que se trata de capillas de culto y no de tabernae del mercado. La división en tres espacios, hacen pensar en una triada de culto. Además aparecieron en esa zona las cabezas y fragmentos de dos jóvenes de la familia Julio-Claudia, un busto de Augusto joven y otro probablemente de Nerón, lo que sugiere culto familiar augusteo. Presentan pavimento de signinium y losas de mármol de Espejón (Soria), cantera próxima muy utilizada en la construcción de Clunia.

jueves, 14 de noviembre de 2019

La Piedra del Santo de la Ermita de San Frutos, Carrascal del Río

Nos acercamos, por tercera vez en este blog, a la Ermita de San Frutos y su entorno, en tierras castellanas del entorno sepúlvedano, donde encontramos uno de los enclaves naturales más espectaculares del centro peninsular, como son Las Hoces del Río Duratón. En una de las ocasiones hablamos de una serie de cazoletas y grabados rupestres que se hallan muy cercanas a la ermita y en otra de la conocida como Cueva de los Siete Altares. Hoy regresamos a este mágico lugar para hablar de una curiosa tradición, de claros tintes precristianos, a pesar de su celebración en un templo o santuario cristiano, como es la ya citada Ermita de San Frutos, alrededor, además, del culto a uno de los elementos más sagrados en el pasado, como era la piedra. Hablamos de la Piedra del Santo, alrededor de la cual -nunca mejor dicho, por los giros que se dan alrededor de la misma- existen una serie de rituales, celebrados, además, en unas fechas cercanas al antiguo samhain céltico o nuestra actual fiesta de difuntos, uno de los momentos claves en el calendario anual de celebraciones rituales, que suponen, en este caso, un claro rito de curación, entorno al poder mágico que se otorgaba, desde tiempos inmemoriales, a algunas piedras. La piedra "mágica" en cuestión, se encuentra oculta bajo el retablo, alrededor de la cual existe un pasadizo por el que hay que gatear para dar el giro.

Retablo en el que se encuentra oculta La Piedra del Santo - Foto: laberintoromanico.blogspot.com

Fuente: Mónica Rico, 10/07/2019 - elnortedecastilla.es

En este enclave privilegiado, el silencio únicamente interrumpido habitualmente por el vuelo de las aves, cada 25 de octubre se va rompiendo por el murmullo de las primeras personas que empiezan a llegar al templo. A lo lejos se comienza a escuchar el sonido de las dulzainas, que como en toda fiesta segoviana que se precie, no pueden faltar a la celebración. Finalmente el jolgorio y la algarabía se hacen patentes y se mantienen durante todo el día.
Cientos de personas acuden a esta cita, especialmente desde la localidad de Carrascal del Río y de su pedanía Burgomillodo, término al que pertenece el lugar donde se encuentra situada la ermita, pero también de toda la comarca. Como manda la tradición, muchos de ellos acuden con un ramillete de perejil. Además, ya en el templo también hay que cumplir otro mandado. Bajo el altar existe un sillar, que es conocido popularmente como 'la piedra del santo'. Pues bien, según la leyenda, quien da una vuelta y pasa agachado bajo este sillar, le desaparecen los dolores. Otras versiones dicen que quien completa la vuelta se casa. También se cuenta que con tres vueltas seguidas bajo el estrecho paso, se cura la hernia. Leyenda o tradición, cada 25 de octubre son muchos los que no dudan ni un minuto y se encaminan hacia este lugar del templo con el afán de pedir salud.


martes, 5 de noviembre de 2019

Las Luminarias de calaveras - Coo de Buelna-Los Corrales de Buelna

Pasados unos días de la fiesta de ánimas o de difuntos, retomamos el blog, este mes, para traer una muestra más de los múltiples festejos de difuntos o de ánimas existentes en la Península Ibérica. Hoy nos acercamos a Cantabria, al municipio de Los Corrales de Buelna, en concreto a la población, perteneciente a este municipio, de Coo. Allí, una vecina relata al programa de radio Cantabria Oculta, la costumbre de poner calabazas iluminadas -las Luminarias de Ánimas- de camino al cementerio de esta localidad en la fecha de difuntos. Las calabazas sustituyen a otro tipo de soportes, como nabos u otros tubérculos, que se utilizaban con anterioridad a la llegada de este vegetal americano y son estas luminarias las que ayudan a las ánimas de los difuntos para que puedan seguir la luz y alcancen el más allá plenamente; ésta sería una de las funciones de las luminarias, la otra cumple una función protectora por temor a los difuntos, que es la versión que nos contará la vecina de esta población cántabra, a la que los integrantes del programa radiofónico Cantabria Oculta entrevistaron. Con ello se pretendía impedir que las ánimas pudieran entrar en las casas o que vinieran a hacer una visita o pedir cuentas de algo.
Lo que queda claro, una vez más, que las calabazas y demás simbología no son un producto del actual Halloween, sino que ya formaban parte, mucho antes, de nuestras culturas ibéricas.

Entorno de Coo - Foto: cantabriarural.com

Fuente: María, vecina de Coo

El camino hacia el cementerio se decoraba con calabazas que se iluminaban. Empezábamos en las casas a vaciar las calabazas, a ponerles dientes; por las noches les poníamos velas y se colocaban hasta el cementerio. Le hacíamos los dientes largos y los ojos, -de un tamaño suficiente- para que saliera la luz. Recuerdo que había mucha juventud, aquel entonces, en mi barrio. Las Luminarias se colocaban desde el "barrio último" hasta allí -hasta el cementerio-. Se ponían por encima de las paredes. Era una tradición que hacían ya los antiguos, por temor a los difuntos. Creíamos que a lo mejor se podrían levantar de la tumba.



lunes, 21 de octubre de 2019

El rey Batueco, los jáncanos y los rucones, Las Batuecas-Las Hurdes

En el número 450 de la famosa y longeva publicación de folklore, sabiduría popular y antropología en general, como es la Revista de Folklore, encontramos un interesante artículo (Similitudes entre leyendas y mitos de España, Irlanda y Escitia), del que extraemos las siguientes líneas, el cual, como su título indica, hace una comparativa entre mitos españoles e irlandeses que han llegado hasta nuestros días -o, al menos, hasta periodos cercanos, pues, tristemente, la tradición oral está en claro peligro de extinción, si es que ésta aún no se ha producido del todo-, y que tienen paralelos, igualmente, con mitos o leyendas de la antigua Escitia, en lejanas tierras euroasiáticas.
Nos ha interesado la historia del mítico rey Batueco, que como su nombre indica, reinaba por tierras de lo que es el Valle de las Batuecas y alrededores, donde  tenía como enemigos a los jáncanus, esa especie de "polifemos", conocidos también, en otros lugares peninsulares, como ojáncanos en Cantabria; ojarancos u ojancos en Castilla; olláparos en Galicia o pataricos en Asturias, seres, todos ellos, de un único ojo (el propio Batueco se podía asemejar, pues era tuerto). Este rey también tenía como enemigos a los rucones, un antiguo pueblo del periodo de las invasiones germánicas, al que muchos autores otorgan origen astur, pero que otros estudios los sitúan en el territorio hurdano, como las investigaciones de Jordá Cerdá o, posteriormente, el propio Félix Barroso Gutiérrez, el gran experto, como ya sabemos, en todo lo relacionado a este territorio.
Estas enemistades eran debidas a esa eterna lucha, tan recurrente, entre los agricultores, aquí representados por Batueco y sus vasallos, y los pastores, como los jáncanus, en dialecto asturleonés propio de la zona hurdana, o jáncanos en castellano, y los rucones, también pueblo pastoril.
Evidentemente, no negando ciertos conflictos existentes por el uso de las tierras y los pastos que se hayan podido dar a lo largo de los siglos, son muy pocas las ocasiones en las que se nos habla de la gran vecindad existente en siglos pretéritos, en la sociedad concejil, donde en los bienes comunales, de verdadera gestión pública, y no a lo que hoy llamamos público, se encontraba la satisfacción de todas las necesidades en cuanto a tierras de cultivo, de pasto y de aprovechamiento forestal y cinegético; pero ya sabemos que parece primar más la construcción, malintencionadamente o no -apostaría por lo primero-, de un pasado oscuro y negativo de la humanidad que ensalce el presente y, de tal modo, nos haga aceptar lo que a día de hoy vivimos en la sociedad contemporánea.
Pero dejando estos asuntos al margen y centrándonos en el tema de hoy, hemos de decir, por tanto, que estamos ante un mito que conjuga, de manera fascinante, lo fantástico y lo histórico, dando como resultado una joya más del acervo cultural hurdano.

Valle de las Batuecas - Foto: Gelomadrid15 - Wikipedia (2015)

Fuente: Similitudes entre leyendas y mitos de España, Irlanda y Escitia - Alejandro Herrero Pizarro - Revista de Folklore Nº 450 - agosto 2019

También en la mitología extremeña han permanecido leyendas sobre las luchas que mantuvo el rey Batuecu (que era tuerto) contra unos pastores cíclopes en el pasado. El rey Batueco y sus vasallos serían también pastores guerreros, aunque hacían uso de la agricultura, lo que causaría un conflicto con los jáncanus, como recoge Félix Barroso (Barroso 2015, 139). Uno de los aliados de este rey Batueco es un poderoso señor, familiar del mismo, al que llaman Tautu. Según relatos recogidos por Barroso, los jáncanus andaban en guerra contra el rey Batuecu y otros pueblos como los ruconis. Los rucones eran un pueblo para el que se ha propuesto origen cantábrico, riojano o astur trasmontano. Este pueblo habitaba de forma semiautónoma en tiempos de los godos (Siglos v y vi) para los que se han propuesto varias ubicaciones, desde Asturias a la zona extremeña de las Villuercas. San Isidoro y otros autores ubican la Ruconia entre montañas mientras otros lo sitúan cerca de la costa cantábrica.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Iglesia de Nossa Senhora do Monte, Duas Igrejas-Miranda do Douro

Traemos un nuevo ejemplo de sincretismo entre un elemento natural, de aquellos que solían ser, en algunos casos, objeto de culto, como puede ser un monte, y otro de culto cristiano, como puede ser una virgen, a la que, además, se le construyó un santuario. Hablamos de la Iglesia de Nossa Senhora do Monte, o lo que es lo mismo en castellano: Nuestra Señora o Virgen del Monte, en lo que sería una denominación que une ambos elementos, a través de la construcción gramatical de un genitivo sin declinación, a diferencia de aquellas lenguas clásicas estudiadas en tiempos mozos ya lejanos.
Esta iglesia se encuentra en la freguesía de Duas Igrejas, en el concejo de la famosa y bella población de Miranda do Douro, en el Trás-os-Montes, antigua tierra peninsular de influencia asturleonesa. El nombre de Duas Igrejas, precisamente, se debe a la existencia de lo que sería la iglesia parroquial, propiamente dicha, de esta población, situada, como es normal, en el caso urbano, y la que es nuestra protagonista de hoy, a las afueras, en campo abierto.

Nossa Senhora do Monte -Duas Igrejas- Foto: Google Maps


A priori no son muchos los indicios históricos que nos puedan hacer pensar que estemos ante un antiguo lugar de culto, más allá de esa combinación entre un elemento sagrado dentro del cristianismo, como es el culto a la Virgen, que ya de por sí, muchos autores relacionan con antiguos cultos a la Tierra o a la Madre Tierra, como se la suele denominar por otros muchos, y un monte o montaña, que ya conocemos que constituye uno de los elementos naturales, junto a otros, más sacralizados en la antigüedad; pero decimos que no son muchos los indicios históricos, en un principio, pues si tratamos de extraer información sobre la existencia de la construcción de la iglesia y del propio pueblo al que pertenece, vemos que la Iglesia de Nossa Senhora do Monte es de mediados del siglo XX y el pueblo no va más allá del siglo XVIII; esto, unido a que la ubicación del santuario no es un monte verdaderamente de entidad, de los que suelen tener, en muchos casos, incluso forma piramidal, y que solían ser muchos de ellos sacralizados desde tiempos prehistóricos, nos podrían haber hecho descartar la verdadera existencia de esta simbiosis sacra mencionada al principio de esta entrada. Si finalmente no hemos descartado esto, es porque hemos comprobado que existe una romería, de gran devoción no sólo en Duas Igrejas, sino en todo el entorno, que se celebra a mitad de agosto en este santuario, además de la orografía del lugar, con un espacioso llano, tan común en otros antiguos lugares de culto y de reunión. Los datos históricos no invitan a decantarse claramente por esta posibilidad, pero, por otro lado, creemos que una romería de tal devoción, difícilmente se puede remontar a poco más de dos siglos, aunque, nunca se sabe. Aunque así fuera, estaríamos, evidentemente, ante lo que sería la repetición de un patrón muy habitual en estos sincretismos que tanto nos gusta traer al blog y, ya sólo por eso, merecería, igualmente, ocupar un espacio en esta recopilación de antiguos lugares sacros de la Península Ibérica.
Queda abierta, por tanto, en este sentido, la puerta a la especulación en relación a este lugar.


domingo, 25 de agosto de 2019

El Dolmen de Guadalperal, El Gordo

Estos días está siendo noticia el Dolmen de Guadalperal, una construcción prehistórica que junto con tanta otra riqueza arqueológica, con distinto patrimonio histórico y, sobre todo, con muchos pueblos de siglos -e incluso milenios- de historia, fueron sepultados bajo los pantanos construidos en el siglo XX, en ese coletazo final de industrialización y desarrollo urbano, a la par que estatal -no se concibe este último sin los otros dos fenómenos-, que acabó con la cultura popular rural tradicional. El megalito que hoy traemos se encontraba bajo las aguas del embalse de Valdecañas, perteneciente al municipio de El Gordo, en la comarca extremeña de Campo Arañuelo.
El megalito se compone de unos 140 ortostatos, según los medios informativos consultados, remontándose al periodo comprendido entre el tercer y el segundo milenio antes de Cristo. Tanto los expertos, como una asociación del lugar -Raíces de Peralada- están solicitando que se traslade del lugar en el que se halla, para garantizar su conservación, pues existen importantes piezas, como un menhir con una serpiente esculpida -motivo decorativo, seguramente de significado sacro, que se repite en otros megalitos peninsulares-, que corren peligro de sufrir un deterioro definitivo en cuanto vuelvan a ser sumergidas.
Nosotros estamos de acuerdo con esta medida, puesto que para que esté oculto el dolmen bajo las aguas, mejor sería que pueda ser protegido, conservado y admirado por el común de la gente; dicho lo cual, hemos de decir que, sin abrazar del todo la hipótesis de los menhires y megalitos como una especie de acupuntura de la Tierra, pues es una afirmación por demostrar, sí creemos que estas construcciones estaban totalmente en consonancia con el lugar o enclave en el que se construían, como ocurre con el resto de construcciones posteriores, portadoras, igualmente, de un contenido espiritual y/o simbólico.

Foto: Rutas Arañuelas

Fuente: orbitanavalmoral.com

El Dolmen de Guadalperal es un monumento megalítico de tipo funerario del III y II milenio A.C., que se encuentra situado en la finca del mismo nombre, a unos 5 km de Peraleda de la Mata, en la comarca del Campo Arañuelo y en el término municipal de El Gordo. Se trata de un lugar de enterramiento de gran tamaño del que en la actualidad se conservan 140 piedras en pie. La cámara tiene forma oval y un diámetro de 5 metros. El corredor tiene un ancho de 1,40 m. aproximadamente y la distancia total desde éste hasta la cámara ronda los 21 metros. Alrededor de la cámara se puede observar otro anillo circular que servía para contener el túmulo superior.
Fue descubierto entre los años 1925 y 1927 por H. Obermaier en una de las temporadas que pasaba en la finca como invitado del Duque de Peñaranda.
Este dolmen es visible en algunas ocasiones, solamente cuando en verano baja el nivel de las aguas del pantano de Valdecañas, y en esta ocasión se encuentra totalmente al descubierto debido a que la cota ha bajado a límites que nunca se habían alcanzado desde que en 1963 se procedió a su llenado.
Raíces de Peraleda quiere intentar aprovechar la inusual cota del pantano para pedir que se rescate el dolmen de Guadalperal y lo saquen de las aguas, ya que consideran que "ésta podría ser la última oportunidad para salvar en buenas condiciones este monumento que tiene ya unos 4000 años de antigüedad y es de los más grandes que se conservan".


sábado, 24 de agosto de 2019

Leyenda de Mariquita la Posá, Mojácar

Hoy no nos acercamos a tiempos de la Antigüedad, ya se trate del periodo romano o prerromano, ni tampoco a épocas más remotas de la Prehistoria, sino a una leyenda que ha llegado hasta nuestros días y de la que se desconoce su origen, aunque, posiblemente, no vaya más allá de la Edad Moderna o de la Baja Edad Media, como momento más antiguo. Nos referimos a la Leyenda de Mariquita la Posá, propia de la tradición oral de la bella población de Mojácar, en la comarca de Levante Almeriense.
Antes de hacer una pequeña descripción de la leyenda y aportar, como fuente, el texto que se puede leer en el cartel situado ante la cueva en la que se desarrolla la leyenda, queremos hablar, brevemente, del rico pasado de la población mojaquera. En su término municipal existen distintas huellas del pasado que nos remontan a la Edad del Bronce, aunque el origen de su nombre, podría ser de origen griego, con lo que podríamos estar hablando, en lo que hace referencia al núcleo poblacional que ha llegado hasta nuestros días de una colonia de fundación griega. Así se dice, según la hipótesis que traemos, que la Murgis-Akra del listado Ptolomeo hubiera derivado, con el paso de los siglos, al topónimo actual de Mojácar, latinizándose, en tiempos de romanos, en Moxacar, para pasar a llamarse Muxaca en época árabe.
Pero entrando en la leyenda en cuestión, ésta reúne interesantes características. Por un lado nos recuerda mucho a las tantas leyendas de encantadas diseminadas por fuentes, ríos, enclaves especiales o cuevas, como el caso que nos ocupa; también a hechicería, tan perseguida en tiempos del Renacimiento y posteriores (siempre se tiende a criminalizar, en tal sentido, a la Edad Media, cuando las más grandes persecuciones se dieron durante la llamada Edad Moderna) y que, en muchos casos, no sería otra cosa que la pervivencia de antiguos cultos precristianos; o, finalmente, a esas recreaciones tan típicas del romanticismo decimonónico, que tantas leyendas y tradiciones transformaron, pudiendo encontrarnos, en tal sentido, ante un caso más.
Pero dejemos que sea el propio texto citado quien nos cuente y que cada uno extraiga sus conclusiones.

Cueva de la Leyenda de Mariquita la Posá - Foto: Iberia Mágica - 22/08/2019

Fuente: cartel explictativo junto a la gruta

En este punto se halla la boca de una cueva que el pueblo denomina, de "Mariquita la Posá". Según la leyenda, habitaba en ella el hada tutelar del pueblo. 
Una hermosa joven del lugar, llamada María, sufriendo el pueblo una epidemia de peste, que diezmaba al pueblo, consintió en hacer el sacrificio de "desposarse" (de ahí el nombre posá de desposá), con un viejo hechicero alquimista, para lograr de éste el remedio que salvará a su pueblo. El viejo hechicero, que moraba en esta cueva, luego de conseguir el anhelado casamiento con la joven, iba demorando el cumplimiento de su promesa, por abrigar la sospecha de que cumplida ésta, sería muy probable que se acabara el amor. En vista de ello, la joven desposada decidió actuar, y mientras el viejo dormía, se apoderó del tarro que contenía el líquido salvador, salió de la cueva y destapó el tarro sobre el pueblo. Cogió el tarro en que el mago guardaba el líquido de los encantamientos y hechizos y lo vertió en su boca, logrando su propósito. Por efecto de la excitación y el nerviosismo, ya que deseaba acabar su obra antes que el viejo despertarse, agitó el tarro de los hechizos y el misterioso líquido le cayó en la mano derecha, produciéndose en la misma un agujero, así como, también, su encantamiento inmediato. 
Y en esta cueva siguen los dos "encantados".
El pueblo, recordando de generación en generación, el beneficio recibido, solía cantar al pasar por delante de la cueva: "Sal, sal Mariquita la Posá, la que tiene la mano agujereá, si no la tuviera, todo el pueblo pereciera".



miércoles, 21 de agosto de 2019

El Plátano de Alijó

Retomamos el blog para traer otro ejemplar arbóreo de los muchos que aún, a pesar de todos los que desaparecieron, se pueden contemplar en la Península Ibérica. El de hoy, pese a no ser de gran edad, si lo comparamos con otros ejemplares -al ser de una especie de rápido crecimiento, sólo tiene 163 años-, ha tomado un gran peso simbólico para la población en la que se encuentra y todo su entorno. Hablamos de El Plátano de Alijó, población de la región portuguesa de Trás-os-Montes. Como ocurre en otros muchos casos, ha pasado a formar parte del escudo de la población e incluso ha dado nombre a una asociación cultural folklórica.
Lo que no sabemos es si ha sustituido a alguno anterior, que pudiera haber sido árbol de concejo y ser verdaderamente el que se incluye en el escudo de la localidad, pero independientemente de ello, es más que evidente que estamos ante un heredero de aquel respeto reverencial, proveniente de tiempos ancestrales, que recibían estos ejemplares y que, afortunadamente, suponen una excepción al poco respeto por el medio natural existente en el mundo contemporáneo, por mucho que el orden instituido, culpable de su devastación, se autoproclame protector de lo natural. La parte negativa, es la dificultad que tiene para su desarrollo en el medio artificial en el que se halla, puesto que sus ramas encuentran, como obstáculo, los edificios adyacentes, incluida la iglesia parroquial, lo que supone otro encuentro más entre árbol y santuario.

Foto: arvores-do-norte.blogspot.com

Fuente: arvores-do-norte.blogspot.com

Está protegido por una baranda, flanqueada por un banco donde podemos sentarnos disfrutando de su sombra. Tiene un letrero colgante, con una prosa poética alabando al Árbol, que marca su centenario (1856-1956). Se dice en Alijó que las raíces del plátano se extienden por todo el subsuelo alijoense, llegando a más de 500 metros.
La mayor limitación del árbol son los edificios adyacentes, la iglesia principal y la vivienda, que entran en conflicto con las ramas del plátano. La compactación no será insignificante ya que hay tráfico de automóviles y estacionamiento alrededor del árbol.

Foto: Cartel de la Asociación Cultural El Plátano de Alijó

sábado, 20 de julio de 2019

La Puerta del Infierno del Monasterio de San Pedro de Arlanza, Hortigüela

Nos acercamos a un lugar, con mucha historia, conectado con los orígenes de Castilla como entidad histórico-política. Hablamos del Monasterio de San Pedro de Arlanza, entre los pueblos de Hortigüela y Covarrubias, aunque perteneciente al primero de ellos. Cuenta la leyenda, la cual aportamos a continuación de estas líneas, que Fernán González lo mandó construir tras perderse por aquellos parajes, al encontrarse con San Pelayo, un santo ermitaño que vivía en una cueva del lugar, de la cual hablamos en este blog hace un par de años. Como se puede comprobar, encontramos de nuevo la vinculación entre cueva y lugar sagrado, una relación ya existente, como es bien sabido, desde el mismo Paleolítico.
En nuestro caso, como bien se indica en el título de la entrada, vamos en búsqueda de una nueva puerta, entrada o boca del infierno. Encontramos un nuevo caso, por tanto, que une un monasterio y una puerta del infierno, el otro, bien conocido, es el del Monasterio de El Escorial, junto a la montaña sagrada del Monte Abantos; en este caso nos remontamos a un monasterio medieval y, por tanto, más antiguo que el escurialense.
Cuenta la tradición, que una de las escaleras que baja a los sótanos del monasterio en ruinas, es una de las puertas del infierno. En casos así siempre viene la reminiscencia de divinidades subterráneas como el dios Airón, que tanta huella ha dejado en forma de leyendas y toponimia. Desconozco si nos encontramos ante un caso similar de divinidad de ultratumba, asociada posteriormente en tiempos cristianos al infierno, pero pudiera ser. Queda abierta la puerta a la especulación.

Foto: conlamochila.com

Fuente: terranostrum.es

Cuenta la leyenda que estando el conde Fernán González de cacería por unos valles angostados del condado de su padre, cuando un enorme jabalí le salió al paso. Intentando darle caza, el conde perdió todo cuidado, yendo a caer a una cueva donde vivía un santo ermitaño. Este le profetizó un futuro muy brillante, tanto a él como a su familia, viendo como ellos llevarían a Castilla hasta su independencia y hacia un próspero futuro.

Una vez se cumplieron la mayoría de los presagios del monje, el conde Fernán González decidió levantar la ermita de San Pelayo, pues así se llamaba el monje, sobre el lugar que ocupaba la cueva, después magnificó a San Pedro, levantando un monasterio en la vieja ermita.

Lo cierto es que más allá de la leyenda es que sobre el espigón rocoso, al otro lado del río puede verse una ermita dedicada a San Pelayo.



miércoles, 17 de julio de 2019

Lagarto de la Malena o de la Magdalena, Jaén

Hoy volvemos a traer el caso de un mito asociado a una ciudad. En este caso no hablamos de un mito fundacional, que suele ser lo más habitual, al menos si nos ceñimos a la mayoría de los ejemplos que hemos traído al blog, sino de un ser monstruoso, difícil de definir, pues pareciera más un dragón, que no un lagarto, surgido cuando la ciudad en cuestión ya estaba desarrollada. Sin más preámbulos, hemos de decir que nos estamos refiriendo al Lagarto de la Malena o de la Magdalena -por ser el barrio en el que se encuentra- de la ciudad andaluza de Jaén.
Tal es el gran peso simbólico de la leyenda, que se ha convertido casi en un nuevo gentilicio para nombrar a los jienenses, pues son conocidos también como los lagartos. Así, a modo de anécdota, contaré, que hace escasas semanas, me topé, por casualidad, en la red, con el resumen de un partido de fútbol de ascenso a la Segunda División B del fútbol español, donde el equipo del Linares Deportivo se la jugaba con el equipo alicantino de La Nucía, y se pudo ver una pancarta en el sector de los seguidores linarenses, típica de la rivalidad, en este caso provincial, que decía "Anti-lagartos". Pero dejando al margen cuestiones que no son temática de este blog, hemos de decir que existen distintas teorías sobre el origen de la leyenda de este lagarto de grandes dimensiones que atemorizaba, desde su cueva, junto a una fuente del barrio de La Magdalena, a los vecinos, queriendo dejar constancia nosotros de una de estas hipótesis, que es con la que más concordamos (para el resto invitamos a los lectores a que indaguen, pues encontrarán fácilmente esta información). La hipótesis, en cuestión, emparenta a la historia del lagarto de Jaén con la mitología de raigambre indoeuropea, donde el héroe lucha contra el monstruo, en forma de dragón o reptil de grandes dimensiones.

Foto: Kordas - Wikipedia

Así, en las tres versiones que hemos encontrado sobre la leyenda del lagarto, hay "un héroe" que acaba con la vida del peligroso lagarto, para tranquilidad de los vecinos de La Magdalena y del resto de Jaén. En la primera de ellas, es un preso, condenado a muerte, quien se ve liberado de su pena, gracias a matar al lagarto, utilizando una serie de panes y pólvora para finiquitar al gran reptil; en la segunda, es un pastor el "héroe"; y en la tercera es el conocido como "el Caballero de los Espejos", que, por el nombre, más bien pareciera el bachiller disfrazado que se enfrentó al más universal personaje cervantino.
Por tanto, pareciera que estuviéramos ante una forma jienense del arquetipo de San Jorge matando al dragón, que como ya mencionamos en su momento, se cree pudo ser la cristianización del mito de Perseo dando muerte a Ceto y liberando, con ello, a Andrómeda; nosotros diríamos que de éste y, seguramente, de otros muchos mitos, similares, de raíz común.


domingo, 30 de junio de 2019

La Mamoa das Madorras y São Martinho de Anta

Muchas veces al conocimiento de un lugar de interés para Iberia Mágica, te llevan circunstancias que nada, aparentemente, tienen que ver a primera vista. Así, ayer, leyendo la obra de Julio Llamazares, Tras-os-Montes: un viaje portugués, supe de la existencia de un importante literato portugués del siglo XX, del que aún no había escuchado hablar o, al menos, no lo recordaba: Miguel Torga. Buscando información sobre él, vi que nació, en 1907, en una población de Trás-os-Montes, llamada São Martinho de Anta. La existencia del genitivo "Anta" en el topónimo, indicaba la posible existencia de un dolmen o megalito en esta población portuguesa; además, no de poca importancia, seguramente, para formar parte del actual nombre de la población o término municipal en el que se encuentra.
Una vez hecha la correspondiente pesquisa, he comprobado que en esta población se encuentra la Mamoa das Madorras, de la que traemos, a continuación, una breve reseña.
Desconocemos el tiempo que lleva escrito dicho texto, pero en el mismo se dice que el dolmen fue descubierto hace sólo veinte años. Entendemos, que si el nombre del municipio proviene de la existencia de este megalito, más bien habría que decir "se excavó" o "se descubrió para la arqueología" o alguna expresión del estilo, pues, como ocurre en tantos otros casos, seguro que ya era bien conocida su existencia por los habitantes de la zona, comprobando que, finalmente, acabó formando parte del nombre del pueblo. Otra posibilidad sería, como suele ocurrir cuando hay un dolmen, que éste no estuviera solo en la zona, pudiendo haberse dado una concentración dolménica y que la denominación del topónimo proviniera de otro dolmen y no de éste; aunque he de decir, que éste es el único que he encontrado en este pueblo del Tras-os-Montes portugués, tras una primera y rápida búsqueda de información.

Mamoa das Madorras - Foto: visitarportugal.pt

Fuente: visitarportugal.pt (traducido del portugués)

Una mamona es un montón artificial que cubre un dolmen o una cámara dolménica, hecha de tierra o piedras. Tenían la finalidad de proteger el dolmen en su función de monumento funerario.
Descubierta hace unos veinte años, esta construcción funeraria data del período neolítico, de hace 6000 años. Está en buen estado de conservación y en un espacio libre y posible de ser visitado.


El Aneto, las ocas y el dios Lug, Benasque

Hoy hablamos de una montaña, sobre la que nunca escuchamos, ni leímos nada, hasta recientemente, en relación a una posible adscripción sagrada de la misma. En concreto nos referimos al Pico Aneto, la más alta montaña del Pirineo, con sus 3.404 metros de altitud sobre el nivel del mar, la cual se encuentra en el municipio aragonés de Benasque. Según Juan García Atienza, en su obra La meta secreta de los templarios, Aneto vendría de ácnade u oca, un ave muy relacionada con el ancestral camino jacobeo, que tan cerca de esta zona transcurre, un animal sagrado o totémico relacionado con el dios pancéltico Lug, con lo que, según el autor valenciano, le emparentaría con esta montaña, otorgándole dicha sacralidad a la que hacíamos referencia anteriormente.
Desconocemos la solidez o no de esta hipótesis, pero, entre que somos admiradores de la obra de Juan García Atienza, y la propia temática de este blog, no podíamos dejar pasar la ocasión de citar dicha vinculación y que sean los lectores los que aporten sus opiniones o conclusiones, si así lo tienen por conveniente.

Pico Aneto - Foto: Wikipedia

Fuente: "La meta secreta de los templarios" - Juan García Atienza

De norte a sur, la corrientedesciende de Sain-Jean-de-Luz -de Lug- y, pasando por las concentraciones megalíticas que se encuentran entre Lesaca y Oyarzun, pasa por los dólmenes de Leiza y por los crómlech de Ezcurra, atraviesa la sierra sagrada de Aralar y bordea Pamplona antes de cruzar la capilla de Eunate y de seguir hacia el sur hasta alcanzar el Moncayo. Toda esta línea está repleta de tradiciones milagrosas. Toda ella, también, acusa a lo largo de la historia la presencia secular de cultos extraños que van desde las milagrerías de origen precristiano a la abundancia de ritos satánicos -heterodoxos- y brujeriles.
De este a oeste, la franja viene, al menos, desde los bordes del Aneto (Anego: ácnade/oca, ave sagrada de Lug), pasa por el centro griálico de San Juan de la Peña y por el monasterio de Leire y, después de cruzar Eunate, se interna en la zona megalítica de lava -por Santa Cruz de Campezo, el Villar y Laguardia-, pasa por los lugares de vieja tradición de cultos mistéricos -San Vicente de la Sonsierra- y sigue, hacia el oeste, una línea sinuosa paralela, por el norte, a la ruta jacobea.


domingo, 26 de mayo de 2019

Las brujas y mariposas negras de San Felices de Buelna

Nos acercamos a un concejo o municipio cántabro, integrado por un conjunto de nueve poblaciones, de entre las que Rivero sería la cabeza de municipio. Gracias al gran programa radiofónico, Cantabria Oculta, supimos de la tradición brujeril y de leyendas relacionadas con ese mundo existentes en dicho municipio: San Felices de Buelna.
De entre todas sus poblaciones, ellos recabaron información, principalmente, en el pueblo de Tarriba, donde incluso llegaron a hablar, muy recientemente, con personas de avanzada edad, que se encuentran aún en conexión con ese mundo -realismo mágico, como se le denomina, actualmente, por bastantes autores- que conectan con creencias ancestrales milenarias.
En la zona creen que las brujas se transforman en mariposas negras, siendo de tal magnitud esa creencia que se fue gestando que, incluso hoy en día, a pesar de que no se crea en ellas, se las siga llamando brujas a las mariposas negras para diferenciarlas del resto.

El valle de San Felices de Buelna visto desde la cumbre del Monte Dobra - Foto: aytosanfelicesbuelna.es

Fuente: Cantabria Oculta, 05/05/2019

En Cantabria y en otros sitios del mundo, las mariposas blancas son las que te traen buenas noticias y las negras, normalmente, anuncian la muerte de alguien o alguna desgracia. De entrada, esa superstición está bastante arraigada. Luego en este valle, como hemos dicho, la creencia en brujas está muy, muy arraigada, formando parte de nuestra tradición oral, brujeril.


El Buraco do Inferno de la Isla de Ons y la Santa Compaña, Bueu

En las Rías Baixas, más concretamente en la Ría de Pontevedra, se encuentra una de las islas más emblemáticas del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia: la Isla de Ons. Esta isla da nombre a un archipiélago, que junto al otro emblemático y más conocido de la Islas Cíes, componen un conjunto de islas muy visitadas, con todo lo bueno y malo que ello pueda tener; pero no es analizar estos asuntos los que nos trae aquí, sino hablar de cultos, mitos, festejos y lugares especiales diseminados por la Península Ibérica, guardando esta isla uno de ellos, a pesar de que nos salgamos del espacio peninsular, para internarnos en el insular, aunque, como ya ocurrió con otras islas de las que hablamos, muy cercana a la costa.
Este enclave de la Isla de Ons, al que nos referimos, es una profunda sima, de más de 50 metros, la cual ha generado muchas leyendas y mitos: el Buraco do Inferno o, en castellano, el Agujero del Infierno.
El golpear del mar, en su fondo, cuando éste está enfurecido, y el graznido de algunas aves, hacen resurgir de su fondo una serie de sonidos confusos, que producían el temor del que los escuchaba, pareciendo el lamento de las almas en pena que habían ido a los avernos, de ahí que se creyera que estábamos ante la entrada al inframundo.

Entrada al Buraco do Inferno - Foto: viveomorrazo.com

De entre las leyendas, la que nos ha resultado más curiosa, por el gran peso que este mito tiene en Galicia -seguramente el más conocido de la mitología gallega-, el cual también se da en otras regiones y comarcas peninsulares con distintos nombres, ha sido la que nos dice que de este agujero salen, cada noche, esas comitivas de difuntos que luego desfilarán por los bosques y aldeas diseminados por toda Galicia: La Santa Compaña. Para conocer más en profundidad a la Santa Compaña, nos remitimos a las entradas que hicimos en su momento sobre la misma o, principalmente, a cualquier artículo o monografía más extensa y detallada.
Igualmente se dice que su boca está vigilada, como si de Cerbero se tratara, por un toro de cuernos de oro.
Para terminar esta breve entrada, igualmente hemos de señalar que tiene propiedades curativas, pues en dicha sima se produce lo que se conoce como "leche de luna", que es la sustancia de color blanquecino que resulta de la combinación del agua marina y las paredes rocasas de esta gruta, generando una reacción química que produce dicha sustancia que, en siglos pretéritos, se utilizaba para la cura de fiebres e, incluso, como cosmético.


domingo, 19 de mayo de 2019

El Dolmen de la Luz, Arroyo de la Luz

Como es bien conocido entre los amantes de la Historia, principalmente de los periodos antiguo y prehistórico, muchos de los descubrimientos se producen gracias a aficionados no pertenecientes al mundo académico, lo cual supone una clara prueba de que la Historia y el saber en general pertenecen al pueblo llano o del común y no sólo a los expertos, dicho con todas las precauciones que se han de tomar, evidentemente, al respecto, pues desde aquí no queremos incitar a la realización de prácticas arqueológicas ilegales, por muy buenas intenciones que encierren, pero sí, sin embargo, lo hacemos al estudio y a la investigación generales, pues, como bien dijo, la Doctora en Historia, Alicia María Canto, son, en muchas ocasiones, los aficionados a la Historia los que descubren a los expertos muchos vestigios y enclaves, que luego son estudiados por éstos, poniendo en práctica, de una manera más metódica, las herramientas arqueológicas pertinentes para un mejor y más profundo conocimiento.
Pues bien, sin más preámbulos, hoy precisamente traemos uno de estos descubrimientos; además, muy reciente, pues fue publicado en el blog, Caminos de Cultura, de Samuel Rodríguez Carrero, el descubridor junto a otras personas, si atendemos a la primera persona del plural que emplea en su relato, el pasado mes de marzo. Hablamos del "bautizado" por ellos mismos como el Dolmen de la Luz, pues se encuentra en la dehesa boyal conocida como La Luz, del municipio de Arroyo de la Luz, en la comarca extremeña de Tajo-Salor. Esta dehesa comunal es rica en otros vestigios arqueológicos, como distintas tumbas rupestres de época visigoda, restos de lo que pudo ser una villa tardorromana e, incluso, remontándonos más atrás, restos de un poblado neolítico. En el paraje existe igualmente una ermita -la Ermita de Nuestra Señora de la Luz-, patrón que, como vemos, se repite en muchos de los lugares que esconden huellas del pasado más lejanas.
Pero es el dolmen lo que nos ha traído hoy a realizar esta entrada, así que, dejemos a Samuel que sea quien nos cuente.

Foto: caminosdecultura.blogspot.com

Fuente: caminosdecultura.blogspot.com - 09/03/2019

Sería la tarde del pasado 26 de febrero cuando, en pro de tomar nuevas imágenes de las tumbas excavadas en la roca que pueblan la dehesa con el fin de cumplimentar la entrada que sobre la necrópolis visigoda arroyana sería publicada en este blog el pasado 1 de marzo, nos dirigimos nuevamente a la dehesa de la Luz cámara en mano. Volviendo del conocido como Pozo de las Matanzas, donde aguardan dos tumbas rupestres exentas, y tras percatarnos de la presencia de nuevas sepulturas roqueñas junto al camino que, desde la ermita patronal, se dirige a la zona occidental de la finca pública, deambulamos por la zona examinando los abundantes berruecos que aparecen junto al bohío del que nos permitimos tomar la nomenclatura para poder designar esta sección de la supranecrópolis. Fue entonces cuando decidimos subir a lo alto de una suave loma coronada por lo que parecían ser unas afloraciones graníticas que surgían del terreno. Al llegar pudimos observar, sorpresivamente, que la disposición de las piedras no parecía aleatoria. Se presentaban en círculo, ligeramente inclinadas las piezas pétreas hacia el centro de la circunferencia que dibujaban éstas. Todo hacía pensar en la posible colocación premeditada de las mismas. Orientada hacia el levante la que parecía ser la entrada al recinto que dibujaban las piezas, podíamos estar presentes ante los restos de un dolmen.
Sin habernos encontrado en ningún momento con información que anunciase la presencia de un dolmen en la dehesa de la Luz, y tras volver a revisar publicaciones sobre el tema, no dimos con datos al respecto. Podríamos estar, por tanto, ante un dolmen completamente desconocido por investigadores y autoridades. Era nuestro deber ponerlo en conocimiento de las instituciones competentes. Tras consultar a Alejandro González Pizarro, colega bloguero y gran apasionado del arte rupestre, nos pusimos en contacto con Hipólito Collado, jefe de la Sección de Arqueología de la Junta de Extremadura. Igualmente, decidimos escribir a otros departamentos de la Consejería de Cultura de Igualdad. La primera respuesta la tuvimos por parte de José Javier Cano, desde el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales: era un dolmen. Le seguiría Hipólito Collado: se trataba seguramente de una estructura megalítica inédita. La visita de los arqueólogos se hacía necesaria para poder confirmarlo definitivamente. El día 7 el equipo de José Ramón Bello, dependiente de la Dirección General de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural, se dirigía a la dehesa boyal arroyana. El hallazgo de un nuevo dolmen quedaba confirmado.

[...] Desaparecido completamente el túmulo que cubriese el monumento, así como la tapa de la cámara funeraria que sellase superiormente la misma, se conservan algunos de los ortostatos que conformaban el panteón, desafortunadamente recortados posiblemente en pro de ser utilizada su materia prima en algún cercado cercano. A falta de intervención arqueológica más profunda, se desconoce la presencia o no de corredor a modo de pasillo de acceso al mausoleo que acogiese, seguramente entre los milenios IV y III a.C., los cuerpos de los miembros fallecidos del clan que habitase los contornos donde se halla el bien, emparentados culturamente con las poblaciones neolíticas o calcolíticas que ocupaban las comarcas extremeñas enclavadas entre los ríos Tajo y Guadiana en la mitad occidental de la región, a juzgar por el gran parecido dimensional y estructural del dolmen arroyano con aquéllos conservados en términos municipales de localidades como Valencia de Alcántara o San Vicente de Alcántara, sumándose el Dolmen de la Luz al vasto número de monumentos megalíticos con que cuenta nuestra región, que amplía además de esta manera el rico patrimonio histórico y cultural de Extremadura, comunidad repleta de arte de todas las edades, muchos de cuyos ejemplos están aún por descubrir. El Dolmen de la Luz, sin embargo, es ya una realidad.


domingo, 12 de mayo de 2019

El Olmo de concejo de Herguijuela de la Sierra

Como continuación a la entrada anterior, hemos de decir que el mismo día que subimos a la cima de la montaña sagrada para esta zona serrana salmantina y, también, para la parte hurdana -no olvidemos que el lugar de veneración y peregrinación, que aglutina a la casi totalidad de los concejos hurdanos, es la Peña de Francia-, cuando regresábamos, precisamente, bien avanzada la tarde a la comarca hurdana, donde estábamos alojados, cruzamos por Herguijuela de la Sierra. Allí, en la plaza del pueblo, nos topamos, por casualidad -son los más emocionantes descubrimientos aquéllos en los que no se lleva ninguna previa información-, con su árbol de concejo, un Olmo centenario espectacular, cuyo porte, cuya ubicación y cuya grada circular alrededor del mismo, nos puso sobre la pista de que nos encontrábamos, igualmente, ante un árbol totémico. Poco antes habíamos visto lo que era la montaña totémica de la zona y, ahora, nos encontrábamos con el tótem, en forma de ser vivo, para este pueblo serrano.
No era una parada prevista en nuestro camino, y más después de una larga ruta aquella jornada, pero, ante tal majestuosa contemplación, no pudimos hacer otra cosa que parar y observar, maravillados, dicho ejemplar arbóreo. Un amable señor del pueblo nos relató una frase muy habitual ante este tipo de árboles de concejo centenarios, como bien recoge Ignacio Abella en su obra "Árboles de junta y concejo", que no fue otra que aquélla de: "si este árbol hablara, la de que cosas que contaría", haciendo, evidentemente, referencia a su longevidad y a las muchas generaciones de herguijueleños a los que escuchó conversar bajo sus ramas y a los que dio sombra y cobijo durante tanto tiempo. Esta persona también nos dejó para el recuerdo la frase de: "el árbol puede ser más antiguo casi que el propio pueblo". No sabemos si esto es o no exagerado, posiblemente lo sea, porque quizás tenga algún que otro siglo menos que la propia fundación del pueblo, que se dice acaeció durante la repoblación llevada a cabo por el Reino de León, en su avance hacia el sur;  pero lo de que no cabe duda es de que nos encontramos, evidentemente, ante un ejemplar centenario, que seguramente vio, bajo sus ramas, numerosas celebraciones de aquella institución popular, verdaderamente democrática, llamada concejo abierto.
Para finalizar, hemos de decir, que este señor también nos habló de un magnífico ejemplar de haya existente dentro del término municipal de Herguijuela de la Sierra, a varios kilómetros del pueblo, que según los naturalistas, es un extraño caso, casi único, por el lugar en el que se ubica; pero el día ya expiraba y no había tiempo para encontrarse con él, pues el astro andaba ya cerca de su ocaso. Una buena excusa para regresar.

Foto: Iberia Mágica - 19/04/2019

Fuente: aquilanaturaleza.wordpress.com

El ser humano siempre ha sentido la necesidad de buscar consejo. Intencionadamente, esta búsqueda nos ha llevado a encontrar en la Naturaleza que nos rodea, una guía y una ayuda certera para nuestra vida.
De todos los seres vivos en los que hemos sabido encontrar la mano cálida y sabia de la Naturaleza, han sido los árboles en los que más hemos depositado nuestra sincera confianza. Encinas, robles, morales, cipreses, tejos, etc. En todos ellos sentimos una energía especial. De todos estos árboles sabios, probablemente, han sido los olmos los que han ocupado, con más frecuencia, un lugar de privilegio y reconocimiento en nuestras comunidades. Muy conscientemente, los hemos situado en el corazón de la vida de nuestros pueblos para sentirlos, aún más cerca, como si quisiéramos que la sombra de su copa inmensa protegiera nuestro hogar y guiara nuestros pasos.
Desde tiempos inmemorables, los olmos han sido fieles testigos de la vida y muerte de nuestros pueblos y de sus habitantes pasajeros. A nuestros ojos, curiosos e impacientes, siempre se mostraron eternos, inmutables, vencedores del paso de los siglos que mudó reyes y nobles, palacios y castillos, nombres de calles, pueblos y países.
Muy tristemente, los olmos viejos de Castilla y de Machado, ya no volverán a ser hendidos por el rayo. La peste insensible de la grafiosis ha devorado las hermosísimas y monumentales olmedas, arruinando, definitivamente, esta ancestral comunión entre el ser humano y su Naturaleza maternal.
Sin embargo, aún hoy, tenemos la suerte inmensa de regocijarnos con la silueta de algunos de estos gigantes sabios. Éste que presentamos, uno de los últimos grandes olmos de los pueblos de Salamanca, se mantiene erguido y orgulloso en el corazón de la Sierra de Francia, atrayendo a los habitantes que aún sienten la magia poderosa de su presencia y se acercan a la vera de su sombra fresca y benefactora.




sábado, 11 de mayo de 2019

Monsagro y la Peña de Francia

Hoy volvemos a lo que es un auténtico tótem en forma de accidente geográfico, a una antigua montaña sagrada, a la que dedicamos hace un tiempo -casi siete años, para ser exactos- una entrada en Iberia Mágica. Igualmente la hemos referenciado en alguna que otra entrada más, por su gran importancia. Hablamos de la Peña de Francia, una montaña del Sistema Central que da, además, nombre a la Sierra en la que se encuentra, entre las de Béjar, al este, y Gata, al oeste.
Pero no volvemos para hablar única y exclusivamente de ella, pues, como acabo de decir, ya lo hicimos en más de una ocasión, sino para especular con el topónimo de un cercano pueblo, el cual, seguramente, le emparenta con la citada montaña: Monsagro. El nombre del pueblo ya nos pone sobre la pista de estar en conexión con la antigua montaña sagrada -Mons Sacra: Monsagro-, la cual ya lo era, según dice, incluso para los propios vettones.

Monsagro - Foto: Iberia Mágica, 19/04/2019
Precisamente, hace escasas semanas, en el pasado mes de abril, camino de esta emblemática montaña, pasamos por Monsagro. Allí paramos para realizar una fotografía al pueblo, prácticamente a la salida del mismo, y comenzamos a especular con la más que clara posibilidad de que su nombre, como apuntamos, proviniera del carácter sagrado de la cercana montaña de la Peña de Francia, sacralidad que continúa hoy en día, a través del culto cristiano, con el santuario mariano que dicen más alto del mundo. Esta especulación nos fue confirmada por un amable y culto señor de nombre Eloy, con el que pudimos hablar durante un buen rato, aportándonos, además, importantes datos sobre su pueblo, del que fue alcalde durante unos 30 años, e igualmente de los circundantes de la comarca, informaciones que iremos desgranando en próximas entradas de este blog. Vaya desde aquí nuestro homenaje a su pueblo, pero sobre todo a él, pues resulta muy grato encontrarse con gente que tan generosamente y con tan gran pasión te transmite informaciones y anécdotas tan interesantes, como las que nos relató Eloy.
Finalmente, hemos de decir, que el escudo de la localidad, igualmente, nos indica la fuerte vinculación simbólica de la montaña con esta población, representándose en su mitad izquierda.

La Peña de Francia - Foto: Iberia Mágica, 19/04/2019