sábado, 31 de octubre de 2015

La castaña, el Magosto y Samaín

Hoy nos encontramos en uno de los grandes momentos del año. En concreto, en uno de esos períodos, tan festejados desde antiguo, a mitad de camino entre los equinoccios y los solsticios o los solsticios y equinoccios. En este caso hablamos del antiguo Samaín, ecuador entre el Equinoccio de Otoño y el Solsticio de Invierno en el hemisferio norte, momento en el que, según nuestros antepasados, el mundo de los vivos y el de los muertos se entrecruzan. Una de las celebraciones típicas en estas fechas son los magostos (magusto en Portugal), denominadas también como calbotes, calbotadas, calbotás, o carvochás, que consisten en el asado de castañas, el alimento estrella en estas fechas y que, junto a la bellota, alimentó a la humanidad desde la Prehistoria. Estas fiestas se celebran, actualmente, sobre todo en las zonas que fueron de influencia asturleonesa, aunque tambien se dan en Cantabria, Aragón o Cataluña.
El fruto del castaño nos recuerda a las largas noches invernales que ya se avecinan, donde las familias se reunían alrededor del fuego, contando historias mientras se asaban las castañas. Pero dejemos que sea Miguel Herrero Uceda, persona a la que tengo el gusto de conocer, quien nos cuente, a través de las siguientes líneas extraídas de su libro "El alma de los árboles", sobre esos mágicos momentos tristemente robados a través de ese intruso llamado televisión, el cual se apropió de la intimidad de los hogares, aniquilando la tradición oral entre sus integrantes.

El Castañar de El Tiemblo - Foto: Iberia Mágica, 28/10/2015

*Fuente: "El alma de los árboles", Miguel Herrero Uceda

En las largas noches, desde que las hojas de los castaños se han teñido de amarillo y el frío hace su aparición, se espera el momento de asar castañas. Toda la familia se reúne en torno al fuego, mientras se oye en la lejanía el estremecedor aullido de los lobos hambrientos que bajan hacia el valle. Al calor de las llamas, las castañas poco a poco se van tostando. Los ojos están fijos en las chispas que saltan al aire. Entonces uno, de los que más ha vivido, dice: recuerdo que una vez me contaron que en una noche como esta... Los más pequeños le miran ensimismados, con la boca abierta y los ojos redondos, procurando no perder detalle de ese relato que pasado el tiempo contarán a sus nietos. El castaño, cuentos al amor del hogar.

El tilo de Colmenar del Arroyo

En marzo, gracias al programa radiofónico El Bosque Habitado, conocimos la bonita historia de la Olma de Colmenar del Arroyo, población de la conocida actualmente como comarca de la Sierra Oeste de Madrid. A pesar de la gran pesadumbre que ocasionó entre sus vecinos la muerte de este emblemático y centenario árbol cuando en 1978 "un aire" se lo llevó, no deja de ser una bella historia de amor y veneración la que rodea a La Olma. Tras ella, se plantaron dos o tres olmos más, pero ninguno pudo sobrevivir; pareciera que el propio peso del recuerdo de la olma cayera sobre ellos, aunque más bien diríamos que lo que los tumbaba era la triste grafiosis que tantos olmos se ha llevado por delante.
Tras estos intentos, se decidió cambiar de árbol, con lo que se plantó un tilo, que aunque aún pequeño, parece que va a ser el árbol emblemático para las futuras generaciones de colmenareños. Ojalá éstos, en un futuro, volvieran a decidir sobre los asuntos de su pueblo, todas y todos reunidos en concejo bajo las ramas del árbol, con lo que la democracia dejaría de estar secuestrada tras los muros del ayuntamiento. Una reflexión extrapolable al resto de ayuntamientos del territorio ibérico.
La antigua Olma, cómo no, aparece en el escudo de Colmenar del Arroyo.

El tilo ubicado en el lugar que ocupó La Olma. Todavía se pueden contemplar las gradas que rodeaban al árbol, lugar de celebración de concejos abiertos, además de reunión de los vecinos y vecinas - Foto: Iberia Mágica - 28-10-2015




Las brujas de La Lastra, Santa María de la Alameda

Uno de los pueblos de los tantos, tristemente, abandonados es La Lastra, una población cuyas ruinas se encuentran en el municipio de Santa María de la Alameda, en plena Sierra de Guadarrama. En este caso su desaparición no se debió al éxodo rural que dejó bajo mínimo de habitantes a tantas poblaciones, sino al último conflicto bélico producido en el Estado español; tras la guerra, los supervivientes no volvieron al que fue su pueblo, sino que se diseminaron por otras poblaciones.
Pero nuestra ficha de hoy no es para relatar estos sucesos, sino para remontarnos a otros más lejanos; en concreto hablamos de la fama brujeril que tenía el pueblo entre los paisanos de los pueblos circundantes. Siempre que encontramos referencias de este tipo, nos viene a la cabeza la posibilidad de estar en un lugar donde, quizás, las antiguas creencias y los antiguos rituales pervivieran durante más tiempo que en las poblaciones cercanas, de donde, a buen seguro, pudo nacer la leyenda negra una vez que fueron demonizados los cultos paganos. También se dice que en este pueblo vivió la última mujer lobo, lo que unido a la fama que tiene, actualmente, de lugar habitual de sucesos paranormales, hace que la leyenda sobre este lugar siga viva.

Foto: natursierra.blogspot.com

*Fuente: elguadarramista.com

Se decía que, a escondidas, las mujeres de la aldea practicaban artes oscuras con danzas invocadoras y que éste era un hecho probado, ya que a las afueras, crecían setas formando grandes círculos, que señalaban el lugar de reunión de los aquelarres. Los habitantes de otros pueblos limítrofes subían de noche a cazarlas y arrinconaban y asustaban a las mujeres hasta que confesaban su verdadera condición. Hoy en día, se sabe que el crecimiento circular de los hongos no se trata de un fenómeno sobrenatural sino de un efecto del desarrollo normal de sus filamentos subterráneos.


Escudo de Santa María de la Alameda, municipio en el que se hallan las restos de La Lastra


viernes, 30 de octubre de 2015

Aro: ¿un teónimo?, Jarilla

Leyendo antiguas publicaciones de Celtiberia.net, hemos encontrado la fotografía, del geólogo Juan Gil Montes, en la que aparece un ara romano en cuya inscripción se aprecia el término ARO, que algunos estudiosos de la epigrafía identifican con un antiguo dios local céltico, o al menos prerromano, de la Península Ibérica. Se cree puede estar expresado en dativo singular masculino, indicando por tanto a quién va dirigido el voto que se ofrece en la inscripción, en este caso haciendo referencia a lo que se cree era un dios. Existen distintos aras, uno de ellos hallado en Castro Daire (Portugal), tal y como citó José María Blázquez en "Religiones en la España Antigua" (1991), con lo que se piensa, por tanto, que estamos ante un antiguo dios asimilado al Marte romano, según se dice.

Foto: Juan Gil Montes


El ara pertenecía al antiguo templo romano de Piedras Labradas, en Jarilla, en la comarca extremeña del valle del Ambroz, templo, muy cercano a las ruinas de la antigua Cáparra, del que ya hablamos en Iberia Mágica. Tristemente existieron otros altares en Piedras Labradas que fueron expoliados la década pasada y de los que se dice que, algunos de ellos, también recogían el nombre de este dios, por lo que pudo ser un antiguo lugar de culto al mismo. Existen altares rupestres en los alrededores, que mencionamos en la citada ficha de 2013 dedicada a este enclave, lo que indica que el templo romano se construyó sobre un lugar que ya fue objeto de culto para los vettones y, quizás, para pueblos más antiguos.


martes, 27 de octubre de 2015

El Caldero de Cabárceno, Cabárceno-Penagos

En el denominado, actualmente, Parque de la Naturaleza de Cabárceno, en lo que fue una antigua mina romana de hierro, se halló la pieza que hoy traemos a Iberia Mágica. Estamos, como indica el nombre del Parque, en Cabárceno, una población del municipio cántabro de Penagos, siendo conocido también este concejo como Valle de Penagos. En las propias minas romanas de este lugar, aún explotadas algunas de ellas a principios del siglo XX, se halló en 1912, por un grupo de mineros, el Caldero de Cabárceno; éste se encontró prácticamente intacto y se le estima una antigüedad de unos 3.000 años. Pero lo más curioso de esta pieza resulta ser su origen, pues tras su estudio se comprobó que era un caldero de la Edad del Bronce proveniente de las Islas Británicas, lo cual sería una prueba más de aquellas rutas comerciales de metales y contactos existentes entre la Península Ibérica y las Islas Británicas, rutas que fueron mencionadas por distintos autores clásicos grecorromanos y verificadas por hallazgos como éste, aunque también se podría especular con la posibilidad de que hubieran sido los propios romanos quienes la hubieran traído de las islas a Cantabria.

El Caldero de Cabárceno - Foto: eldiariomontanes.es

El otro aspecto llamativo y misterioso del caldero es su funcionalidad; parece ser que unos mil años después de que fuera manufacturado al otro lado del mar, cuando el yugo imperial romano había caído tristemente sobre la antigua tierra de cántabros, alguien lo escondió en el fondo de una mina de Cabárceno, como queriendo poner fuera del alcance de alguien la pieza. Se especula, quizás, del saqueo de "bárbaros", ya en plena caída del imperio, aunque pienso que pudiera ser también del poder de turno del momento, dejando claro, a pesar de ello y como ya comenté, que podría haber sido traído por los propios romanos desde Britania. Lo curioso es que el caldero no había sido puesto nunca al fuego, es decir, no se utilizó para cocinar, pues su base se encontraba intacta, y el mismo hecho de que fuera escondido podría ser un claro indicio para hacer creer que éste sería una pieza de gran valor para una persona o grupo humano concreto -por ejemplo, para los mineros, a buen seguro descendientes de indígenas esclavizados-, con lo que podría haber tenido un uso religioso o ritual para este grupo humano, lo que, de descubrirse, nos haría creer, por tanto, que este hubiera llegado a la Península antes de la llegada de los itálicos.
Actualmente el caldero se encuentra en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, en la ciudad de Santander.
Para finalizar diremos que parece merecer la pena la visita a este antiguo centro minero, el cual aún no hemos conocido in situ, pero que, contemplado en fotografía, nos recuerda bastante, en menor escala, a Las Médulas, lo cual, no es poco decir. Es triste pensar que la destrucción de un paraje pueda resultar bello con el paso de los siglos, pero tampoco se puede negar dicha evidencia, aunque, personalmente, hubiera preferido, evidentemente, que dicha sobreexplotación, tanto natural, como humana, no se hubiera producido.

Parque de la Naturaleza de Cabárceno - Foto: dimedondeir.com

lunes, 26 de octubre de 2015

Ara votiva romana, Carabaña

Hoy volvemos a traer, como ejemplo, un ara romana reutilizada en la construcción de un edificio. Si hace poco estuvimos visitando Tielmes, en la comarca de Las Vegas, hoy nos acercamos a Carabaña, población vecina, de la misma comarca y ribereña igualmente del río Tajuña, ya conocida por estos lares cuando visitamos su Ermita de Santa Lucía, la que dicen se levanta sobre un antiguo templo romano consagrado a la diosa Diana.
El ara se descubrió en 1751, tras unas obras en el edificio en el que se halló, que, por aquel entonces, era una casa-hospital, encontrándose anteriormente la lápida recubierta. El maestro albañil Silverio Fernández repasó esta inscripción tras su descubrimiento y desde entonces se contempla al descubierto en el mismo edificio que, hoy en día, es una casa particular.

Foto: Iberia Mágica

En la inscripción, bastante desgastada, del siglo I d. C., se puede leer lo siguiente: "SATURNINUS PRO SALUTE CAII. CLODII. QUINTILLIANI. VOVIT", que viene a significar: "Saturnino por la salud de Cayo Clodio Quintiliano consagró este voto". No aparece, por tanto, ningún teónimo, con lo que se deduce que podríamos estar ante una ofrenda a los dioses, en general, solicitando la sanación de una persona llamada Cayo Clodio Quintiliano. Su lugar de origen se desconoce, evidentemente, pero parece claro que se hallaría, hasta que fue descubierto y reutilizado, en el propio pueblo (quizás pudiera provenir del antiguo templo de Diana ya mencionado). Habría que averiguar cuando se construyó esa casa, pues parece claro que fue en ese momento cuando el ara se usó como pilar en la esquina entre las actuales Plaza de España y calle Sierra de la localidad. Constituye, por tanto, una muestra más de la presencia romana en Carabaña, de quienes se dice ya conocían las propiedades medicinales de la famosa Agua de Carabaña, un elemento -el agua- bastante abundante en el pueblo, donde existe un buen número de fuentes, una de ellas, de estilo neoclásico del siglo XVIII, bastante simple, pero muy bella, en la propia Plaza de España, donde se encuentra nuestra ara protagonista.
Como anécdota histórica, sin base científica, se dice que el topónimo de Carabaña encuentra su origen en los caracitanos, aquel antiguo pueblo nombrado por Plutarco en "Vidas de Sertorio y Pompeyo", donde el autor describe como Sertorio y sus hombres los vencen cercando su poblamiento que algunos sitúan en el cercano Risco de las Cuevas, perteneciente a Perales de Tajuña.
Para finalizar esta ficha, vaya desde aquí mi homenaje a un vecino carabañero de avanzada edad, apodado y conocido en Carabaña como "Perejil" que, al modo de los antiguos habitantes del Risco de las Cuevas, habita una vivienda-cueva en la parte alta del pueblo, donde existen otras viviendas del mismo tipo, la mayoría de ellas abandonadas. Amablemente, el pasado sábado, 24 de octubre de 2015, nos estuvo describiendo algunos caminos de los alrededores del pueblo, además de su dedicación, durante toda su vida, a trabajar humildemente una huerta propiedad de su familia y alguna tierra más, con el orgullo, además, de haber trabajado duro, pero sin tener que haberlo hecho nunca, salvo en un pequeño periodo, para nadie. Con gran jovialidad nos dijo que en esa casa nació y que en esa casa morirá. Da cierta lástima pensar que "Perejil" sea uno de los últimos supervivientes de un modo de vida milenario ya desaparecido y muy distinto al nuestro, tanto para lo bueno, como para lo malo; yo diría que mucho más para lo primero. Mostró gran cordialidad, humildad y hospitalidad con nosotros, invitándonos a visitarle cuando quisiéramos.

Foto: Iberia Mágica
Carpetilla del expediente relativo al informe de Fidel Fita sobre el ara de Carabaña, 1897 - Foto: cervantesvirtual.com


viernes, 23 de octubre de 2015

Ruinas de Ermita de Santa Marina, Membrío

Continuamos en tierras extremeñas, no demasiado lejos de Ahigal, donde estuvimos ayer, para citar otro ejemplo de ermita alejada de la población, en ruinas y consagrada, igualmente, a Santa Marina. Se encuentra, en concreto, en el paraje conocido como Tomellosa. No es mucho lo que podemos decir sobre las ruinas de la Ermita de Santa Marina de Membrío, población de la comarca de Valencia de Alcántara, pues son muy pocas las informaciones que hemos encontrado sobre ella. A pesar de ello, hemos decidido dedicarle una ficha, o más bien una humilde mención, pues consideramos que quizás nos encontremos ante un caso muy similar al tratado sobre la ermita ahigaleña. Dicho lo cual, hemos de afirmar que no hemos oído que existan restos en sus alrededores que atestigüen antiguos asentamientos o antiguos cultos sobre el lugar, más allá de la existencia de una fuente del mismo nombre (de Santa Marina), con lo que volvemos a comprobar como un manantial ha vuelto a ser sacralizado con la construcción de un templo en su cercanía. Que los cultos en este enclave vengan de tiempos precristianos es algo que no sabemos, pero que tras el nombre de dicha santa ya vimos que en muchos otros lugares se esconden antiguas divinidades paganas es una clara evidencia, por lo que no sería extraño que pudiéramos encontrarnos ante un caso similar.

Ruinas de la Ermita de Santa Marina, Membrío - Foto: Amigos del Patrimonio, pueblos-espana.org

A pesar de que hemos dicho que en los alrededores de la antigua Ermita de Santa Marina no nos consta la existencia de restos arqueológicos, más allá de las ruinas del templo, hemos de decir, como curiosidad histórica, que muy cerca del casco urbano de Membrío se hallaron unos sarcófagos antropomorfos que han sido calificados como similares a "los hallados en necrópolis célticas", en una afirmación más que dudosa, pues los pueblos celtas o celtizados, que se sepa, como regla general, incineraban a sus cadáveres, utilizando urnas funerarias, y no sarcófagos antropomorfos, donde depositaban las cenizas que después enterrarían con la urna. El uso de los sarcófagos antropomorfos no comenzó a extenderse hasta la llegada del cristianismo, ya fuera durante el periodo romano primero o el visigótico después.

Fuente de Santa Marina, Membrío - Foto: Amigos del Patrimonio, pueblos-espana.org


jueves, 22 de octubre de 2015

Santa Marina la Vieja y Venus Marina, Ahigal

Algunas de las realidades cultuales que más traemos a Iberia Mágica, además de distintas manifestaciones folklóricas de orígenes ancestrales, que también son habituales en esta web, son la sobreposición de cultos y de templos. Hoy traemos posiblemente uno más, pues se dice que a las afueras de Ahigal, población de la comarca extremeña de Tierras de Granadilla, en concreto en el paraje conocido como Las Canchorras, existió una ermita consagrada a Santa Marina. Se la llama Santa Marina la Vieja, pues dicha ermita se cuenta que fue abandonada y sustituida por la actual, consagrada a la misma santa, ya dentro del casco urbano.

Parque, en Ahigal, que toma el nombre de Santa Marina - Foto: pueblos-espana.org 

En el lugar donde se cree estuvo la ermita existen restos de edificaciones tardorromanas, además de una necrópolis, especulándose con que aquello, además de pertenecer a una villa romana, pudo ser un templo romano consagrado a la diosa Venus Marina, de ahí la cristianización a través de la figura de Santa Marina, pues en aquel mismo paraje apareció un ara votiva consagrada a Ilicia Marina, que se cree puede ser la latinización de un teónimo indígena o vettón, que más tarde se identificaría con la diosa romana Venus Marina.  La gente de avanzada edad del lugar recuerda haber oído, a su vez, de sus mayores, que allí se realizaba una romería el segundo lunes de Pascua o lunes de Cuasimodo, con lo que la ritualidad en relación a este enclave continuó durante muchos siglos. No obstante no estamos ante el único lugar consagrado a Santa Marina que encierre un pasado sacro precristiano, pues en algunos otros sitios vino a suplantar, igualmente, antiguos cultos paganos.
Ninguno de los informantes de los distintos investigadores ha conocido a nadie que haya conocido a su vez a alguien que viera en pie dicha ermita, creyéndose que pudo haber caído en ruina en el siglo XVIII. Los muros de la misma seguramente fueron reutilizados para la construcción de los cercados o cerramientos de las fincas de los alrededores.



miércoles, 21 de octubre de 2015

La Olma juntera, Layos

A los pies de la sierra a la que da nombre, y a la cual dedicamos una ficha hace años en esta página por su simbolismo en la comarca, se encuentra la población de Layos. Estamos en la comarca de Montes de Toledo, en tierras castellanas, donde uno de los árboles junteros (expresión utilizada por los lugareños y recogida en un artículo de V. Leblic titulado "El culto al árbol en los Montes de Toledo") más típico era el olmo o la olma, pues se le solía llamar en forma femenina por considerarse como una madre de todos los vecinos y vecinas del pueblo, bajo cuya protección quedaban, dando buena sombra en verano y siendo lugar de reunión  y de enamoramientos y primeros besos entre las jóvenes parejas del pueblo. En muchas de estas poblaciones, como decimos, el árbol-tótem solía ser un olmo - u olma- situado en la plaza del pueblo, al igual que en otras, como en la zona influencia asturleonesa, abarcando poblaciones de los Estados de España y Portugal, lo era el moral, mientras que el tejo lo predominaba para este menester en Asturias y el roble en otros territorios como Euskadi.

Foto: sarasara94.wordpress.com

El olmo de Layos tiene una edad estimada de tres siglos, un tronco de casi 5 metros de perímetro y los rastros que ha ido dejando el tiempo en él. A pesar de estar afectado por la grafiosis, que se llevó por delante miles y miles de ejemplares de ulmus minor en toda la Península Ibérica, sigue resistiendo el paso de los años, aunque, tristemente, bastante enfermo. Bajo sus ramas, como bien se explica en el trabajo mencionado, se celebraron juntas -de ahí el nombre de árboles junteros-, asambleas y reuniones concejiles. Hemos de decir que el olmo, como ocurre con otros árboles de otras poblaciones, aparece en el propio escudo del pueblo, quedando reflejado, por tanto, como uno de sus más importantes símbolos. Vaya desde aquí nuestro homenaje a un ejemplo vivo más del ancestral culto a los árboles, como realidades sagradas que eran y que deberían seguir siendo.


domingo, 18 de octubre de 2015

Ermita de El Cerrillo o de San Bartolomé, Galapagar

Al norte del término municipal de Galapagar, población de la comarca de Guadarrama, en el paraje conocido como El Cerrillo, que, como su nombre indica, constituye una pequeña elevación sobre las dehesas circundantes, se encuentra la Ermita de San Bartolomé, más conocida como de El Cerrillo, por encontrarse en el cerro mencionado. Junto a este templo, a buen seguro de origen medieval, aunque con distintas reedificaciones, transcurre la Cañada Real Segoviana, una antigua e importante vía de trashumancia que une tierras castellanas de la actual provincia de Soria con Extremadura y que, con casi toda seguridad, viene siendo usada desde tiempos prerromanos -y quién sabe si mucho más antiguos- como vía pecuaria y de comunicación. La existencia de un templo, cristiano en este caso, y la fuente que hay junto a ella, de preciadas aguas para los lugareños, además de su ubicación junto a este milenario camino, nos hace creer que, al menos, fue un lugar de parada y avituallamiento para los pastores, arrieros y demás viajeros que por este camino circularan durante siglos. La cristianización de la fuente con la ermita, además de las beneficiosas cualidades que se le otorgan a sus aguas, bien pudieran ser el indicio de que éstas estuvieron sacralizadas en tiempos bastante pretéritos. Ya se sabe que alrededor de muchas fuentes de aguas curativas o bien consideradas por las comunidades humanas cercanas, existieron antiguos cultos y peregrinaciones. No obstante, en la actualidad se celebra, desde Galapagar, distante unos 7 kilómetros, una romería el segundo domingo del mes de mayo en honor de Nuestra Señora de los Desamparados (¿antiguo culto a la Madre Tierra?).
El culto a la "Señora" y el santo que da nombre a la ermita nos recuerdan, igualmente, a esos caballeros de una conocida orden medieval, tan de moda en los tiempos actuales.

Ermita de El Cerrillo - Foto: Iberia Mágica

*Fuente: cartel explicativo

La ermita de San Bartolomé, más conocida como la ermita de El Cerrillo, está situada al pie de la Cañada Real Segoviana -antigua vía pecuaria que se remonta a época prerromana- al norte del término de Galapagar y próxima a la población medieval de Navalquejigo.
Aunque no se ha encontrado ningún documento que haga referencia a la primitiva edificación, ésta debió producirse antes de 1461, ya que en esa fecha Don Diego Arias, contador real, en una visita a Madrid hace referencia a ella:

"...Al norte de Santa María de Galapagar, cerca de la cañada del grando trashumante hay una ermita dedicada al Apóstol San Bartolomé, hay una pequeña casa de un ermitaño protegida por unos peñascos de las áreas frías, a espaldas de la casa hay una fuente de aguas perennes y tan saludables que todo lo más de la gente bebe en ella despreciando otras muchas y muy buenas que hay por el lugar..." 

Lo que sabemos con seguridad es la fecha en que se reedificó debido a su mal estado; fue en 1447, con 1.000 maravedíes procedentes de una donación del Marqués de Santillana. En la puerta del santuario -rehabilitado en el siglo XX para poder albergar la Virgen de Nuestra Señora de los Desamparados- sigue existiendo la fuente a la que alude el texto, que se reconstruyó, como la ermita, utilizando el granito local.

Vistas de la Sierra de Guadarrama desde El Cerrillo - Foto: Iberia Mágica



miércoles, 14 de octubre de 2015

El tejo de San Cristóbal de Valdueza

En El Bierzo, muy cerca del valle del Silencio, se encuentra San Cristóbal de Valdueza. Como ocurre con tantas otras poblaciones rurales lejanas a las grandes ciudades, su número de habitantes no para poco a poco de menguar, teniendo en la actualidad únicamente veintiún habitantes, la mayoría de ellos de avanzada edad. Allí existe un tejo milenario que según el estudio de un ingeniero forestal -Carlos Romero-, realizado en 1988, tendría hoy 1.251 años de edad o, lo que es lo mismo, sería del siglo VIII.
La existencia de una ermita en ruinas junto al árbol, de la que sólo queda la espadaña, además de un cementerio -ya se sabe que para los antiguos celtas era el árbol asociado a la vida y a la muerte-, nos pone sobre la pista de encontrarnos, quizás, en lo que fue un antiguo lugar de culto o, al menos, con una fuerte carga simbólica para los habitantes de este pueblo durante siglos. Es conocido que muchos árboles, por ejemplo, "de concejo", son la sustitución de otro anterior, con lo que podríamos encontrarnos ante un caso similar. Si la ermita se construyó junto al tejo, es muy posible que éste pudiera ser el punto de encuentro para antiguas comunidades, con lo que el templo cristiano podría haberse situado en ese enclave por dicho motivo. Extraemos, como fuente, parte del texto de un capítulo titulado "El tejo de San Cristóbal de Valdueza: esplendor o decadencia", perteneciente al libro “Patrimonio Secreto. Cultura y Biodiversidad del Tejo en la Cuenca del Sil”.


Foto: fjagaedv.blogspot.com

*Fuente: "El tejo de San Cristóbal de Valdueza: esplendor o decadencia" - Bernabé y José Moya

El Tejo de San Cristóbal de Valdueza es un vestigio cardinal del patrimonio natural y cultural berciano.
El tejo es un árbol estratégico y misterioso, que ha cosechado a través del tiempo, un significado mágico y religioso, casi inigualable. Pueblos y culturas de toda Europa, Oriente Medio y el norte de África, han quedado subyugados ante su vigor inmortal y su veneno letal. Consagrado a cantidad de deidades del bosque, subterráneas, de la caza o la venganza, fue considerado un árbol sagrado, elegido para acompañar nuestro caminar en santuarios, ermitas y camposantos. Sus ramas y hojas forman parte de innumerables ritos, encantamientos y ofrendas. Tradición que, en San Cristóbal de Valdueza, aún se mantiene viva cuando, al llegar la festividad de “Todos los Santos”, algunos vecinos las ofrecen como sufragio a sus antepasados.
En San Cristóbal de Valdueza, la cultura del tejo continúa latiendo. Aunque los escasos datos históricos, y una memoria oral cada día más dispersa y menguada, hacen difícil desvelar qué fue primero: el tejo, la ermita o el pueblo.
Una de las versiones más queridas por los vecinos es que el árbol fue plantado por pastores, cuando decidieron asentarse, definitivamente, con su ganado, en estos oteros de fresco y abundante pasto, dando lugar a la fundación de la aldea. Otros creen que el tejo se plantó a la entrada de la ermita, al culminar su construcción como símbolo espiritual de la inmortalidad del alma y la vida eterna. Hay quien remonta su presencia a la influencia de la cultura celta… En este caso, el árbol que hoy admiramos, es el representante de una saga de tejos sagrados que se han sucedido a lo largo de miles años.
Tampoco faltan los que piensan que el tejo ya estaba allí, en su tierra, como prueba innegable de las frondosas tejedas que antaño poblaron el Valle del Silencio, y que fueron los humanos, los que levantaron sus hogares buscando el regazo.



lunes, 12 de octubre de 2015

Roca cristianizada en Mirador de la Pastora, Cambados

Nos acercamos a Cambados, población gallega de la ría de Arousa y centro principal de producción de vino de Albariño. En esta localidad, aparte del Pazo de Ulloa, uno de los puntos más visitados es el Monte de la Pastora. A sus pies se encuentran las ruinas de la iglesia gótica de Santa Mariña Dozo, que por sí misma ya merece una visita y cuyos restos, entremezclados con el cementerio parroquial, podrían catalogarse como la propia esencia del ideal romántico. Así, el poeta gallego Álvaro Cunqueiro dijo que los arcos de Santa Mariña Dozo estaban allí para sostener al viento, además de afirmar sobre el cementerio mencionado, que era "el más melancólico camposanto del mundo".
Pero nuestra visita se dirige más arriba, a lo alto del monte de la Pastora. En el camino, cerca de la cumbre, nos encontramos la ermita o capilla de La Virgen de la Pastora, un rincón de gran tranquilidad que invita a permanecer en silencio y contemplar, en absoluto sosiego, todos los campos y viñedos que le rodean. Aquí, el 5 de agosto, se celebra una romería en honor a San Justo y San Pastor, unos santos que, como tantos otros, son la cristianiación de antiguas divinidades, en este caso, según se dice, de Cástor y de Pólux y quién sabe si de algunos otros dioses locales de galaicos y otros pueblos más antiguos aún.

Preciosa foto del Mirador de la Pastora - Foto: galiciamaxica.eu

Ya en la cumbre contemplamos el lugar donde estuvo ubicado un antiguo castro galaico y en el que se sitúa el Mirador de la Pastora, que no es otra cosa que una piedra preparada con unas escaleras para acceder a su parte superior y contemplar unas amplias vistas sobre la ría de Arousa. La roca tiene una cruz en su parte superior, lo que nos hizo sospechar que bien pudiéramos estar ante una antigua "peña sacra" cristianizada. No existen cazoletas, ni asientos labrados, ni nada más allá de la propia escalera, de clara factura actual, pero, como ocurre con otros casos (nos viene a la cabeza Canto Gordo, en El Escorial, más conocido como Silla de Felipe II), bien pudieran haber sido retocadas algunas anteriores con el fin de acondicionar el mirador.
Es bien sabido que no son comunes los santuarios o peñas sacras en el interior de los recintos amurallados o poblamientos de la Edad del Hierro, pues éstos se solían situar en el exterior o alejados de las poblaciones, pero ya sabemos que existen excepciones, como, por ejemplo, el bien conocido altar rupestre del castro vettón de Ulaca, el cual se encuentra en el propio interior del poblamiento; de este modo, quién sabe si no estuviéramos ante un caso parecido. En una peña cercana pudimos observar unas entalladuras, pero que a buen seguro cumplieron alguna utilidad práctica y no cultual. No hay prueba suficiente para afirmar que estemos ante una roca de las calificadas como "peñas sacras", pero sí ciertos indicios, más allá de la propia cristianización del antiguo castro con la Ermita de La Virgen de la Pastora y las propias ruinas de la iglesia de Santa Mariña Dozo al inicio del monte.
Sobre este lugar, existe una leyenda que dice  que en el Monte de la Pastora existe una cueva que unía este monte con la isla de A Toxa y que pasaba por la Torre de San Sadurniño, pero que quedó anegada por el agua. El misterioso mundo subterráneo es un elemento bastante recurrente en muchos lugares y aquí encontramos otro ejemplo de ello.
Para finalizar diremos que junto a la peña del Mirador de la Pastora nos llamó la atención una vieja encina, que si bien no tiene un porte espectacular, sí es poco común, o al menos eso creemos, por estas tierras.




Fotos: Iberia Mágica

sábado, 10 de octubre de 2015

Las Lupercalias y El Taraballo, Navaconcejo

Un animal, cuya vida siempre fue muy pareja a la del ser humano, fue el lobo. El lobo produce, casi a partes iguales, temor, rechazo y admiración, por los poderes mágicos que siempre se le otorgaron. Como tal, formó parte de distintos cultos y tradiciones, de los cuales conocemos, por ejemplo, por un lado, gracias a las fuentes clásicas, Las Lupercalias romanas, además de distintos cultos al lobo entre otros pueblos de la Antigüedad gracias a distintos hallazgos arqueológico (amuletos, figurillas y distintas representaciones) y, por otro, algunos festejos que han llegado hasta nuestros días, como el que hoy traemos: El Taraballo de Navaconcejo, población del Valle del Jerte, que tantas similitudes encuentra con la festividad romana mencionada. El lobo, como competidor del hombre, trata de comer de lo que come el propio ser humano y no entiende de posesión, ni de propiedad sobre el ganado; de ahí, que se le haya demonizado y se hayan generado distintos rituales, que han acabado en festejos, para tratar de espantar, mágicamente, sus cacerías sobre el ganado e incluso el peligro que podían suponer para el propio ser humano, si uno se encontraba con una manada.

El Taraballo en la actualidad ya no se viste con las pieles que antaño - Foto: flickr.com

Gracias al artículo de José María Domínguez Moreno titulado "La fiesta del lobo en Extremadura", hemos conocido la descripción de El Taraballo de Navaconcejo, que en cierto modo nos recuerda al Jarramplas de Piornal, también en el Valle del Jerte, pues, como a éste, también se le lanzan nabos, además de nueces, en el caso que nos ocupa, e igualmente se celebra coincidiendo con la festividad de San Sebastián, el 20 de febrero. Hay que decir que Las Lupercalias se celebraban en la antigua Roma el 15 de febrero, por lo que existe, prácticamente, una coincidencia de fechas entre ambas. De este modo, podríamos encuadrarlas, más o menos, entre las festividades de mitad de invierno, no muy lejanas, por tanto, a las antiguas celebraciones célticas del Imbolc. En cierto modo, se está tratando de acabar con las fuerzas oscuras del invierno, simbolizadas en El Taraballo con la figura del lobo, y de despertar, por otro lado, la vida y la prosperidad identificadas con la primavera que se avecina.
El Taraballo es un hombre vestido con pieles de animales (aunque en la actualidad se ha prescindido de este ropaje), que antiguamente se sacrificaban para tal fin, el cual, tras asistir a los oficios religiosos en honor de San Sebastián, sincretismo que se produce en otras tantas celebraciones de este tipo, persigue a aquellos que previamente le "apedrean" con nabos y con nueces, como se ha dicho, en un claro rito de fecundidad, pues, por una parte se está tratando de espantar o rechazar a las fuerzas oscuras representadas por esta botarga, pero por otro, las propias nueces y nabos se puede decir que son petición de fecundidad a la Madre Tierra para que ésta despierte y traiga todo su florecimiento con la Primavera en forma de abundantes frutos, entre los que estarían esas nueces y nabos.
El Taraballo es acompañado de un tamborilero, cuyo tambor, debido a los ataques que no sólo sufre el personaje principal, en muchas ocasiones acababa destruido, siendo necesaria la fabricación de uno nuevo que se hacía con piel de perro. Y es aquí donde entra en juego la figura de este otro animal, el perro, el cual, pariente del propio lobo, era el animal doméstico del que se valía el propio ser humano para hacerles frente, por tanto, constituía un elemento protector. Si en Navaconcejo el tambor se hacía con piel de perro, el cual sonaría para espantar a los males, en Las Lupercalias se sacrificaba a un can, encontrandose, por tanto, un paralelismo más entre uno y otro festejo.


jueves, 8 de octubre de 2015

La quema del Judas, Tielmes

La comarca de Las Vegas, que toma su nombre de la fértil vega del Tajuña, es una zona con huellas humanas desde tiempos muy antiguos. En ella se encuentra la población de Tielmes, a la que hoy nos acercamos. Allí hemos encontrado una curiosa celebración, conocida como "La quema del Judas", que se celebra entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección y que, pese al nombre de la celebración, haciendo referencia al apóstol de Jesús de Nazaret, y las fechas de celebración de la Semana Santa, bien parece que tuviera que ver con esta conmemoración cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Nada más lejos de la realidad, al menos en origen; así, si contemplamos las características del elemento protagonista del festejo, un álamo negro, que se dice, en su forma actual, que simboliza a Judas, y permanecerá en la plaza del pueblo durante una semana, hasta su quema, observaremos las similitudes con esos "mayos" tan característicos en multitud de poblaciones, de los que hemos traído más de un ejemplo a este blog. Aparte del propio álamo, los otros protagonistas del festejo son los "juderos", que no son otros que los mozos del pueblo que ese año cumplen 18 años de edad, alcanzando, por tanto, la mayoría de edad civil, y que a modo de un rito de paso y de confraternización entre ellos, quince días antes de la quema se reúnen en una casa o cueva que hará de lugar de reunión durante toda la fiesta, siendo nombrado "judero mayor" el que cumpla los años antes, que será quien haga la labor de tesorero. El Domingo de Ramos cortan el árbol, limpiádolo de ramas y lo bajan al pueblo, colocándole seis palos que serán los que formen los "brazos" del Judas y las "cabrillas".
Los distintos ritos de unión y de paso de los mozos -los juderos- y la colocación primaveral del propio árbol en la plaza, nos acercan a dichos "mayos" ya mencionados, con lo que el autor que hoy traemos, Víctor Manuel Renero Arribas, en un artículo de 1993 para la Revista de Folklore, afirmó que era muy probable que este festejo se hubiera adelantado de mayo a la Semana Santa, cambio producido seguramente, en palabras suyas, durante el siglo XVIII o XIX.
Un elemento de vital importante en el festejo, junto al álamo y "los juderos" y que no podemos obviar, es el fuego, el cual, más que la quema de un personaje mitológico cristiano, estaría representado la quema de lo viejo, para que resurja lo nuevo, buscando esa fuerza vital cíclica y generadora que representa la Primavera, elemento que se manifiesta, además, año tras año con el paso o relevo de unos "juderos" a otros.

Quema del Judas en 2013 - Foto: tielmes.es

*Fuente: Víctor Manuel Renero Arribas (Revista de Folklore número 149, año: 1993)

Los protagonistas de la fiesta son los llamados "juderos", es decir, los jóvenes que cumplen los 18 en ese año; desde 15 días antes de la fecha mencionada, se reúnen en una cueva o casa que actuará como su lugar de reunión durante toda la fiesta; allí realizan comidas en común, duermen y deciden sus actuaciones. Estas son coordinadas por el que cumple los años antes, el "judero mayor", quien, además, se encarga de las cuestiones de la tesorería. 

El Domingo de Ramos, los juderos cortan un árbol, un álamo negro, limpiándolo de ramas y bajándole al pueblo. Este álamo suele ser cortado previo permiso del dueño de la finca, y debe ser un ejemplar alto y recto. Concretamente el árbol utilizado en 1992 medía aproximadamente 12 m. de alto y 50 cm. de ancho. 
El árbol es tumbado en la plaza del Ayuntamiento y junto a él se colocan seis palos que serán los que formen los "brazos" del "judas" y las "cabrillas". El primer árbol llevado al pueblo no es el verdadero sino uno casi podrido; es costumbre que alguien quiera robar el auténtico y por eso se realiza este truco. El año que presenciamos la fiesta se llevó un falso tronco y aunque era evidente que no podía ser el auténtico, alguien se encargó de robarlo; tras desaparecer el tronco falso, se llevó el verdadero. 
Durante esta semana los juderos recaudan el dinero para la fiesta ofreciendo limonada a los automovilistas que pasan por la carretera cercana. 
La noche del viernes santo al sábado abren el agujero, en el centro de la Plaza del Ayuntamiento, donde se colocará el "judas"; para ello es necesario a veces quitar el tronco del año anterior. Durante la realización del hoyo los juderos celebran toda la noche entre gritos y tracas que son más o menos soportados por los demás vecinos. 

Por fin la noche del sábado al Domingo de Resurrección es cuando se realiza el rito. Esa noche los juderos se reúnen en su cueva donde cenan juntos. La semana anterior han ido apilando ramas y sarmiento, que servirán para la quema, en la esquina de la plaza del Ayuntamiento. Mientras, otro grupo realizaba la "cabeza" del "judas", que suele representar a algún personaje famoso y que ese año lo era en forma de presidente de un club de fútbol madrileño. 
En torno a las 8,30 de la mañana se inician los preparativos para levantar el "judas". Se colocan dos grandes cables de hierro en el árbol para tirar de él; mientras, los "juderos", junto con otros jóvenes, fingen tirar de ellos ante la mirada atenta de todo el pueblo reunido en la plaza. Hacia las 9 de la mañana, jóvenes, "juderos" y algunos adultos, comienzan a tirar del árbol arrastrándolo hacia el hoyo. El proceso de izado es lento y laborioso y requiere un gran esfuerzo por parte de los participantes, reclamándose a veces la ayuda de los asistentes. 

[...] Al tiempo que se eleva el "judas", se colocan debajo las cabrillas manteniendo así un nivel de inclinación creciente. El árbol se levanta poco a poco ante la presencia del pueblo que les anima y se aparta ante la menor sospecha de que el "judas" pueda caerse.

Finalmente, una vez levantado se cubre la base con tierra y piedras y se trae la cabeza. Dos "juderos" ascienden por el tronco, apoyándose en el entramado de cuerdas, y sentados sobre los "brazos" la colocan en la parte superior del tronco. A las 10 la procesión de la Virgen, llevada por mujeres, entra por un extremo de la plaza al tiempo que la del Cristo, llevado por algunos "juderos" y guiada por el sacerdote, entra por el lado opuesto. 

El Cristo avanza hacia la Virgen, situada en la dirección en que ha quedado mirando la cabeza del "judas". Una vez juntas ambas procesiones, se colocan las figuras en el suelo y se procede a la quema del "judas" apilando ramujo en la base y prendiéndolo. La gente permanece hasta la total combustión del motivo y después el fuego es apagado, permaneciendo en el sitio el tronco desnudo. 

[...] Este ritual se nos presenta en primer lugar como un "rito de paso", definido por Van Gennep (1909) como los que acompañan todo cambio de lugar, estado, posición social o edad. Es decir, el ritual del "judas" no se puede entender sin las implicaciones sociales representadas por sus protagonistas, los "juderos". El exclusivismo del grupo, los que cumplen 18 años, y por tanto la separación del resto de la comunidad, caracteriza la fase de "separación" de los "ritos de paso". 

Esta separación ritual de la comunidad da paso a la creación del grupo, los "juderos", como seña de identidad propia. Esta se ve reforzada por otra serie de actitudes que aparecen imbricadas en el ritual del "judas". La "comensalidad", es decir, la actitud de comer en común, con lo que supone de acciones compartidas, viene regida por este esfuerzo de la identidad; pero, por otro lado, no tendría sentido sin el tiempo y el objeto, es decir el ritual del "judas" y la constitución del grupo. Este aspecto se acompaña de otros como la convivencia, la realización común, y la negociación, de los pasos del ritual y en general la libertad de acción otorgada por la comunidad (la dispensa de trabajo, la algarabía durante la realización del hoyo, la permisividad ante ciertos comportamientos...). 





miércoles, 7 de octubre de 2015

Canal de Youtube y podcast en Ivoox para Iberia Mágica

Hemos abierto un canal de Youtube, además de un podcast en: ivoox.com(http://www.ivoox.com/podcast-iberia-magica_sq_f1250453_1.ht…), donde iremos subiendo narraciones de algunas de nuestras entradas en el blog de Iberia Mágica. Un lector de texto automático no es lo más adecuado, pero no tenemos mucho tiempo, ni voz, para grabarlos nosotros mismos, así que es el instrumento que hemos empleado para crear los audios. De momento iniciamos tanto el canal, como el podcast, con el relato de la última entrada del blog:


lunes, 5 de octubre de 2015

Cazoletas en Santuario de la Virgen del Pilar de Altarejos, Campillos-Sierra

En la Serranía de Cuenca, en el municipio de Campillos-Sierra, se encuentra el santuario mariano de la Virgen del Pilar de Altarejos, una ermita cristiana excavada, en parte, en la roca, en un paraje de gran impacto visual, que no pasó desapercibido, ni mucho menos, a antiguos moradores, pues una serie de cazoletas y grabados, junto a la ermita, dan buena prueba de ello. Encontramos, por tanto, un ejemplo más de sincretismo cultual entre antiguos cultos, por un lado, y el culto cristiano vigente, por otro. Ya dijo el maestro Juan García Atienza, que muchas ermitas pequeñas en parajes recónditos de gran fuerza telúrica, no eran un mero capricho, ni fruto de una aparición mariana, sino, un claro indicio de la continuación de cultos anteriores al propio cristianismo. Es algo que en muy pocas ocasiones se suele mencionar en folletos o informaciones oficiales, por lo que nos ha producido una agradable sorpresa haber encontrado la referencia, que a continuación aportamos, de un folleto publicado por el propio Ayuntamiento de Campillos-Sierra donde sí se realiza dicha conclusión. Añadir, como dato importante, que en el camino hacia el santuario existe un importante sabinar, que, por sí mismo, merece una visita.
Como ocurre con un gran número de ermitas, existe una romería al Santuario de la Virgen del Pilar de Altarejos el 20 de agosto, que se repite el 1 de septiembre, cuya existencia bien pudiera ser la heredera de antiguas peregrinaciones en tiempos en los que la religión de la cruz no era la que llevaba la voz cantante por estos pagos o, más bien, ni siquiera existía.

Foto: ayuntamiento.org

*Fuente: folleto de Campillos Sierra

Erigido tras la aparición de la virgen a un pastor en 1208, el monumento que podemos contemplar en la actualidad es en su mayor parte fruto de las reformas del siglo XVII Y XVIII de estilo barroco sobre el original medieval. Buena parte del santuario está excavado en la roca con una espectacular cúpula y la lucernaria abierta en ella. Las cazoletas y otros símbolos sobre la roca en la pared de roca junto a la ermita permiten aventurar que en tiempos anteriores al cristianismo éste ya fue un lugar de culto.








domingo, 4 de octubre de 2015

El Panderete de las Brujas, Granada

En el Monte de la Golilla de Cartuja de la ciudad de Granada, también conocido como monte Sombrero, existe una altiplanicie y un cerro con forma de cúpula o redondeado en su centro que es conocido como el Panderete de las Brujas. Su nombre ya nos pone sobre la pista de que pudo ser un antiguo lugar de reunión y celebración de ritos precristianos y también preislámicos durante los siglos de dominación musulmana de esta ciudad. Cuenta la leyenda que los monjes cartujos que se aposentaron en este cerro, en lo que fue un primer monasterio cartujo desaparecido, huyeron despavoridos cuando se percataron de los rituales "satánicos" y aquelarres que en el Panderete se celebraban. Seguramente la leyenda exagere, pero el nombre y la propia forma del cerro, destacando tras el popular y bello barrio del Albaicín, puedan constituir el indicio, a falta de huellas arqueológicas, de que este enclave fue un lugar de reunión y de práctica de religiones antiguas, a pesar de que decir esto quizás sea muy aventurado, pues sólo el topónimo, la forma del cerro, tan sugerente, y la leyenda, no constituyen de por sí pruebas suficientes como para afirmar esto con rotundidad. Quede abierta la puerta a la especulación.

Estampa de la ciudad de Granada con el Monte de la Golilla de telón de fondo (arriba a la derecha de la imagen) - Foto: albayzindeayer.wordpress.com

*Fuente: José Fernández - eljardindelalbaydero.blogspot.com

A parte de Sierra Nevada, en el paisaje de Granada destaca un monte singular. Un capricho morfológico moldeado por la tierra en su perspectiva hacia el cielo. Me refiero al conocido por Monte de la Golilla de Cartuja. Un entorno único, y también mágico, que perteneció a la Compañía de Jesús, y en donde, algunos siglos antes, Gonzalo Fernández de Córdova, el Gran Capitán, salvó su vida en una emboscada, gracias, según él, a la Santa Providencia de San Bruno. Fue por esta razón que al recibir parte de las tierras en propiedad encomendó a la Orden de los Cartujos del Paular la construcción de un monasterio, edificio que pasó a los anales de la historia con el sobrenombre de Primera Cartuja, pero que en realidad, no es el que actualmente conocemos. El ideario granadino nos narra que este convento fue abandonado por los frailes cuando sus obras estaban a punto de concluir. Se cuenta que huyeron espantados al descubrir los ritos satánicos y aquelarres que con asiduidad celebraban los pobladores de Haza Grande monte arriba, justo en una pequeña meseta que remata la parte superior de este cerro. Los vecinos del Albaicín bautizaron a esta singular planicie como Panderete de las Brujas.


Arriba, el Panderete de las Brujas - Foto: eljardindelalbaydero.blogspot.com

sábado, 3 de octubre de 2015

La lápida romana de la Ermita de la Soledad, Torres de la Alameda

Traemos un ejemplo más de reutilización de una antigua lápida en la construcción del muro de un edificio. Son bastante habituales estas reutilizaciones en templos cristianos, como el que hoy traemos, pero también fue común su uso en la construcción de murallas -ahí tenemos, por ejemplo, el caso de la muralla de Ávila, con gran abundancia de lápidas incrustadas en sus muros, sobre todo del antiguo cementerio judío- e, igualmente, también se las puede encontrar en algunos muros particulares o en linderos, como ya hemos observado con algún ejemplo en este blog.
Centrándonos en nuestra ficha de hoy, la Ermita de la Soledad de Torres de la Alameda, población de la comarca conocida como La Alcarria de Alcalá, Alcarria alcalaína o Alcarria madrileña, continuación o parte integrante de la extensa comarca de la Alcarria, tiene, en la parte inferior derecha de su fachada principal, una curiosa lápida romana. En su parte superior parece tener una cruz solar -que el texto que traemos como fuente, de la web del propio ayuntamiento de la localidad, califica como roseta-, símbolo ancestral, con raíces en la Prehistoria, del que hablamos cuando dedicamos un artículo a la Cruz de Mayo de Noez, población de los Montes de Toledo, además de siete arcos de medio punto en su parte inferior. El epígrafe de la lápida o ara no parece demasiado claro en cuanto a su traducción, pero algunos investigadores creen que puede hacer referencia a la tribu de los Metturici, a buen seguro una gens prerromana que pervivió tras la romanización.
Decir que, como aspecto muy importante ocultado en la multitud de los casos de la memoria por el poder contemporáneo, ante este templo renacentista hay constancia de que se celebraban las reuniones vecinales de Torres de la Alameda o asambleas conocidas como concejos abiertos, antes de que los ayuntamientos, o concejos cerrados, acabaran con estos ejercicios de verdadera democracia. Por lo tanto, el pasado, en muchos aspectos, no fue tan espantoso como nos han hecho creer.

Lápida romana de la Ermita de la Soledad - Foto: madridrutasdelvino.es

*Fuente: torresdelaalameda.es

A pesar de su pequeña planta, constituye uno de los capítulos de la historia de Torres, pues no en vano allí se reunían tradicionalmente los ciudadanos, convocados a golpe de campana, para conversar sobre las decisiones que afectaban a toda la comunidad, y así fue hasta que se implantaron las casas consistoriales. Por si fuera poco, la Ermita de la Soledad conserva en la parte inferior derecha de su fachada principal una lápida romana, perfectamente estudiada y catalogada, una lápida que denota la existencia de un asentamiento en la zona donde Complutum alcanzó todo su esplendor. En esta estela funeraria de finales del siglo I se lee: DOMITIA FUSCINA FUSCI ME TTVRICUM F H S E S T T L. El Tturicum se creyó mucho tiempo que aludía al topónimo "Torres". 

No obstante, hay otra teoría que afirma que alude a la cognatio (una especie de tribu) de los Metturici, una organización suprafamiliar del centro de Hispania que pervivía en la época romana.

La estela, recortada por la parte superior, tiene un frontón en relieve en el que se halla una roseta. En las pechinas formadas por el frontón hay también pequeñas rosetas. El campo epigráfico, en forma de tabula ansa, está bordeado por un marco escalonado con cuatro escuadras en las esquinas. 
Tiene una serie de arcos incisos (siete, curiosamente, los mismos que el frontón de la Iglesia Parroquial) y una media luna entre dos ruedas de radios curvos.

Ermita de la Soledad - Foto: torresdelaalamedareflexiones.blogspot.com