sábado, 31 de octubre de 2015

La castaña, el Magosto y Samaín

Hoy nos encontramos en uno de los grandes momentos del año. En concreto, en uno de esos períodos, tan festejados desde antiguo, a mitad de camino entre los equinoccios y los solsticios o los solsticios y equinoccios. En este caso hablamos del antiguo Samaín, ecuador entre el Equinoccio de Otoño y el Solsticio de Invierno en el hemisferio norte, momento en el que, según nuestros antepasados, el mundo de los vivos y el de los muertos se entrecruzan. Una de las celebraciones típicas en estas fechas son los magostos (magusto en Portugal), denominadas también como calbotes, calbotadas, calbotás, o carvochás, que consisten en el asado de castañas, el alimento estrella en estas fechas y que, junto a la bellota, alimentó a la humanidad desde la Prehistoria. Estas fiestas se celebran, actualmente, sobre todo en las zonas que fueron de influencia asturleonesa, aunque tambien se dan en Cantabria, Aragón o Cataluña.
El fruto del castaño nos recuerda a las largas noches invernales que ya se avecinan, donde las familias se reunían alrededor del fuego, contando historias mientras se asaban las castañas. Pero dejemos que sea Miguel Herrero Uceda, persona a la que tengo el gusto de conocer, quien nos cuente, a través de las siguientes líneas extraídas de su libro "El alma de los árboles", sobre esos mágicos momentos tristemente robados a través de ese intruso llamado televisión, el cual se apropió de la intimidad de los hogares, aniquilando la tradición oral entre sus integrantes.

El Castañar de El Tiemblo - Foto: Iberia Mágica, 28/10/2015

*Fuente: "El alma de los árboles", Miguel Herrero Uceda

En las largas noches, desde que las hojas de los castaños se han teñido de amarillo y el frío hace su aparición, se espera el momento de asar castañas. Toda la familia se reúne en torno al fuego, mientras se oye en la lejanía el estremecedor aullido de los lobos hambrientos que bajan hacia el valle. Al calor de las llamas, las castañas poco a poco se van tostando. Los ojos están fijos en las chispas que saltan al aire. Entonces uno, de los que más ha vivido, dice: recuerdo que una vez me contaron que en una noche como esta... Los más pequeños le miran ensimismados, con la boca abierta y los ojos redondos, procurando no perder detalle de ese relato que pasado el tiempo contarán a sus nietos. El castaño, cuentos al amor del hogar.

4 comentarios:

  1. Hola Argantonio. Por fortuna aún en muchos lugares se conserva la bonita costumbre de las castañas. La castaña todavía sigue reinando en bastantes lugares frente a la advenediza calabaza, tan ajena a nuestra cultura. Y es que cuando uno olvida de donde viene, olvida quien es y entonces se convierte en la nada.
    ¡salud!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo 44 y en mi casa hacíamos matanza, por consiguiente hacíamos morcillas de calabaza, por lo que mi padre nos preparaba siempre una calabaza y mi abuela le ponía la vela y los palillos para los dientes. Por supuesto, hacíamos la "moragá " o calbotada. Lo que es advenedizo no es la calabaza, fruto de este tiempo y cultivo uso más que frecuente y antiguo en este país, sino el absurdo de disfrazarse de personajes terrrorificos y andar pidiendo caramelos.

      Eliminar
    2. Tienes razón Isabel. Mas que a la calabaza en sí, a lo que me quería referir es a toda esa parafernalia que la rodea, es decir, esos disfraces horrorosos y esas costumbres ridículas que hacen que esta celebración pierda su sentido original.
      Un saludo.

      Eliminar
  2. Hola. Cierto, lo de ponerle ojos y una vela dentro a las calabazas, no nos ha llegado aquí gracias a los americanos, ya sea hacía por aquí; hay bastantes ejemplos en toda la Península Ibércia, incluso con melones en Andalucía y en algún pueblo extremeño. Antes de la llegada de la calabaza, según se cuenta, se hacía con distintos tubérculos. Se dice es herencia de la cultura celta de las cabezas cortadas, pues anteriormente se hacía con cráneos de verdad. Un saludo a los dos y muchas gracias por vuestros comentarios.

    ResponderEliminar